escultor valenciano con un recorrido por toda su trayectoria artística desde sus inicios en los años 50 hasta su muerte en enero de 2023
La muestra incluye esculturas, pinturas, dibujos, instalaciones, tablas y collages, y permite contemplar algunas de sus creaciones más icónicas junto a otras piezas que se muestran por primera vez al público
Valencia, 1 de marzo de 2024. La Fundación Bancaja ha presentado esta mañana en su sede en Valencia la exposición Nassio Bayarri, una de las retrospectivas más completas realizadas hasta la fecha del escultor valenciano. La muestra transcurre por toda su trayectoria artística desde sus inicios en los años 50 hasta su muerte en enero de 2023.
La presentación ha contado con la participación del presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón; y de los comisarios de la exposición, el arquitecto Javier Domínguez y la escultora Amparo Carbonell.
La exposición realiza un recorrido atemporal por la evolución de la producción artística de Nassio Bayarri, marcada por el protagonismo del cosmos y la figura humana, y revela a un artista que siempre estuvo comprometido con su tiempo e implicado en la modernización de la escultura
Integrada por 80 obras, la muestra incluye esculturas, pinturas, dibujos, instalaciones, tablas y collages, y permite contemplar algunas de sus creaciones más icónicas, como las que escenifican el cosmoísmo, junto a otras piezas que se muestran por primera vez al público en esta exposición, como el relieve en el que estaba trabajando antes de su muerte.
Considerado el padre del cosmoísmo, la obra de Nassio Bayarri muestra una permanente búsqueda por las cuestiones más esenciales del ser humano. Un planteamiento del que surge una obra única que responde a una curiosidad incansable y a la experimentación con técnicas, conceptos y materiales diversos, como cartones, yesos, barros, maderas, piedras o metales. Su ansiosa búsqueda de la originalidad y la innovación están en el origen de su introspección simbolista, tratando de revelar el universo de lo imaginario.
La exposición refleja el espíritu de este artista que contribuyó con su trabajo a la modernización del discurso de las vanguardias y a la revitalización de la función del arte como elemento transformador, lo que le condujo a integrarse en colectivos de gran relevancia en el contexto español de la posguerra, como el Grupo Parpalló.
Junto a las obras se exponen bocetos, objetos, y también cartas y poemas inéditos de Nassio. Además, se incluye la proyección del audiovisual Una conversación tranquila con Nassio Bayarri, producido por UPV Televisión y realizado en su estudio en 2017. En esta pieza, el escultor habla sobre su vida, su obra y su universo creativo.
Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo con la reproducción de las piezas que forman parte de la exposición, que se acompañan de textos descriptivos del propio Nassio, y los textos de los comisarios de la exposición.
La muestra Nassio Bayarri puede visitarse en la sede de la Fundación Bancaja en València (Plaza Tetuán, 23) del 2 de marzo al 16 de junio de 2024.
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Las grandes influencias en la obra de Nassio Bayarri
La mitología clásica grecorromana es fuente de inspiración de grandes maestros de la historia del arte como Picasso o Goya, y ambos artistas influyeron notablemente en Nassio Bayarri.
Pablo Picasso constituyó para el artista valenciano una de sus escasas fuentes de información sobre las vanguardias y uno de los guías iniciales en su primera etapa. La obra de Goya forma parte esencial de la iconografía y tendencia a la abstracción de los personajes humanoides de Nassio. La aventura cosmoísta del valenciano no puede entenderse al margen de la influencia de ese espíritu de rebeldía de sus principales referentes: la curiosidad por la mitología, la religión, la superstición y la búsqueda del más allá sin los dogmas judeocristianos.
En ese planteamiento reflexivo, Platón es otra de las figuras clave para entender la obra de Nassio Bayarri, pues se sirve de su filosofía para establecer la relación entre el mundo de las ideas y el mundo sensible. La exploración cosmoísta de Nassio tiene cierto paralelismo con la búsqueda platónica del origen del mundo sensible, asimilando interpretaciones del atomismo y del pitagorismo, de las que hereda la pasión por los números y los objetos geométricos. Además, los escritos de Platón entroncan con la propia dualidad de pensamiento de Nassio y su preocupación sobre la convivencia del hombre del espacio y del futuro.
El cosmoísmo
En 1963 Nassio Bayarri viaja a Estados Unidos invitado como artista residente en la Our Lady of Cincinnati College of Ohio. Son años en los que se extiende la sensación de vulnerabilidad de la sociedad estadounidense, marcada por acontecimientos como la crisis de los misiles, el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy o la escalada armamentista. Al mismo tiempo, sucede uno de los hitos de la humanidad: la llegada en 1969 del hombre a la luna. La hazaña causó un enorme impacto en Nassio Bayarri, que comenzó entonces a interesarse por el desarrollo científico, la carrera espacial y los vuelos orbitales. Visitó el complejo de Cabo Cañaveral, el observatorio de Cincinnati en Ohio y frecuenta las instalaciones de Houston, familiarizándose con los avances tecnológicos: viajes supersónicos, túneles de viento, computación, sismología, aeronaves propulsadas por cohetes…
El contacto directo con astronautas le empuja a cuestionarse todo, a pensar y a buscar la vida más allá del globo terrestre y asume la convicción de ahondar en los aspectos simbólicos y contextuales del arte, frente a los meramente instrumentales o explicativos. A este despertar científico se suma el auge de la ciencia ficción, que se extiende por diferentes disciplinas creativas como el cine o la literatura.
La literatura fantástica, que aborda temas como los algoritmos genéticos, la abducción, la inteligencia artificial computacional, la evolución biológica, la astrobiología y la vida extraterrestre, alimentan el imaginario de Nassio, como se aprecia en algunas de sus creaciones pictóricas: La casa del padre cósmico, House alienígena o Salida al espacio, entre otros.
Nassio piensa que los creadores deben implicarse en la divulgación científica como hacen escritores y bioquímicos, ayudando así a que el individuo pueda interrogarse y comprender a través del arte que en algún lugar escondido del cosmos habitan criaturas inteligentes.
Esa responsabilidad ética le lleva a publicar su Manifiesto Cosmoísta en 1967, con el que plantea un arte del cosmos como camino para entender “qué somos, de dónde venimos y adónde vamos”. Tal y como él mismo dirá años después “el cosmoísmo es la búsqueda de la verdad escondida o no investigada”.
En esencia, el Manifiesto Cosmoísta revela el deseo reivindicativo de comunicar con energía el pensamiento catalizador de una nueva visión artística, tal y como hicieran con anterioridad el poeta Filippo Marinetti anunciando el futurismo (1909), Piet Mondrian -De Stjil-, el neoplasticismo (1917) y André Bretón, el surrealismo (1924).
Nassio transforma entonces su estudio en un laboratorio experimental y toda su obra se sustenta en una fabulación de mundos mágicos en alusión al origen y al futuro del hombre, una profunda convicción en la vigencia de la modernidad y una perseverante búsqueda de respuestas a las cambiantes necesidades del ser humano
Como él mismo afirmó en su discurso de ingreso en San Carlos, el 21 de febrero de 1989: ‘’Al representar lo cósmico en mi obra me propongo incorporar la escultura -al arte-, la mitología de un cosmos habitado e interrogante, capaz de generar nuestra creación, y ser el principio y la continuidad esotérica de un espacio infinito. Ahora esto aún nos parece una utopía, de difícil entendimiento, por consumar, pero sí es posible sentirla y materializarla mediante la plástica. Mi entrega a este mágico tema me ha llevado a cultivar, con la mayor honestidad posible, un estilo artístico que sintonice con mis creencias acerca de que existe vida en otros mundos y galaxias. Además, creo que hoy, como nunca, es fundamental empeñarse en la aventura de glosar una temática ideomitológica y andrógina que en su complejo simbólico represente aquello que, más o menos misteriosamente, siempre ha acompañado al hombre: una vida extraterrestre; y hacerla tangible mediante un camino formal que determino como «símbolo estético», que no es sino un arte nuevo en comparación a cuanto le ha precedido’’.