‘Virtualizar’ sería algo así como meter una cosa dentro de otra y transformarla (sí, la definición es más cutre que yo pero nos vale). Las máquinas virtuales se refieren a sistemas operativos metidos en otros y demás… la realidad virtual es otro concepto de realidad encerrada y creada a partir de una más grande… y el Pokémon Go es un ejemplo de esto otra vez (lo llaman realidad aumentada pero vamos a fingir que nos da lo mismo).
Pues bien, esto de los ordenadores (y digo esto porque me paso aquí todo el día) es algo así y si no lo has probado no puedes entenderlo. Antes hablaba de Mr Robot y la ambentan en NYC pero la podrían haber ambientado en otro sitio (ya sabemos que hay unos estudis en Canadá donde se rueda bastante bien y, como diría Julio Igleias, ¡lo sabes!) porque lo que nos ha traído esto de internet (por unos años, a ver qué pasa cuando los que mandan aprendan a abrocharse los cordones) es que puedes jugar en mercados globales sentadito en tu sillón. Sï, no es lo mismo estar en New York que cogerte un servidor y empezar a emitir desde allí (eso sí lo he hecho) o crear una empresa en las Bahamas y empezar a hacer cositas desde allí con un par de clicks. Ahora es todo bastante fácil y tampoco tendremos que movernos para ir ni a por el pan. ¡Que te lo lleven a casa! Visitar la Tate o el Moma… ya sé que nunca será lo mismo pero pronto se parecerá bastante (muy pronto) como para volvernos un poco baguetes y empezar a pensar que las tres horitas de aeropuerto y el hotel y el viaje no merecen la pena y las compañías invertirán más en lo de la virtualización porque la vida se vivirá más desde casa que saliendo por ahí.
Ya, ya… que me he pasado demasiado tiempo en internet y es cierto. Que la gente sigue yendo a librerías y comprando los libros ahí y demás… o no porque también salía a la calle y ví que las librerías están cerrando todas y la gente que conozco empieza a usar una cosa que se llama Amazon para comprarse el libro y sin hacer uso de la Deep Web básicamente te puedes descargar cualquier libro a un coste… ejem. Con el cine ha pasado lo mismo y tal vez por eso ahora las series de televisión estén pegando tan fuerte. Sí, es cierto que las películas son un bodrio cada vez mayor pero la tendencia es que cada vez estamos más pegaditos al móvil y que lo del Tinder ha sido un éxito (por cierto, un día hablaré de los perfiles que me he metido en eso probando las dos opciones, sí, me hice pasar por una chica).
El mundo de la música se ha tenido que adaptar también y lo ha hecho bastante bien. Seamos francos, la gente tiene que salir y conocer gente y emparejarse y eso tampoco va a cambiar mucho, pero lo del mundo del ocio sí que está sufriendo un cambio sustancial y no hay marcha atrás. Antes te hacías socio del club de tu pueblo y te ibas al estadio y veías el partido (sí, hablo de la época de Matusalén que ni mi abuelo vivió pero bueno). Ahora pagas por el paquete de televisión o… ya sabemos todos que todo se puede encontrar por internet (me hace gracia leer el Marca y ver que la gente aún busca cómo ver un partido de manera le…gal, es gracioso). Lo del Tinder… pues está bien y al final si no es el Tinder será otra cosa parecida pero tengo más miedo de perder el móvil que la cartera.
Antes, los sábados mi padre (sí, era lo único que hacía pero el tío se levantaba a las cinco de la mañana todos los días y tenía otro trabajo por la tarde) se iba los sábados a comprar cerveza y bueno, aparatos de manualidades que no usó jamás. Claro que descubrió internet y que no te robaban el número de tarjeta los hackers cada dos por tres así que metió el número y… ¡le traían la cerveza a casa! La historia concluye con que no ha vuelto a pisar la calle desde que se jubiló.
Y lo de internet, nos guste o no, nos está cambiando un poco la vida a todos. ¡Y es que es tan fácil! Al hermano de mi ex, que es un tío majo, le gusta lo de irse al Retiro a jugar al ajedrez y todos mis respetos con ello, ojo. Pero mira, yo que soy un vago si me quiero echar una partida (y lo hago de vez en cuando) me hago una búsqueda de m. en el Google ese y en cinco minutos estoy jugando. Sí, no tengo delante al tipo con el que juego y no es lo mismo hasta que a alguien se le ocurra crear una plataforma de juegos online y ponerle la camarita web y entonces jugaremos con un bombón de 25 años al que dejaremos ganar e intentaremos quedar con ella (o él).
Pero bueno, y casi hasta lo agradezco, esos bombones de 25 años están por ahí en la calle y no han sido ‘virtualizados’ todavía. Aún tengo que salir a comprar whisky y, quién sabe, a lo mejor en el camino me encuentro con ese bombón de 25 a la que le interesen los agujeros negros y la IA y haya leído a Schopenhauer. Aunque… mejor voy a poner un anuncio en internet que igual hay más posibilidades.
Sí, va todo con ironía.
Hablando de chicas reales, ¿esta famosísima chica va así por casa? Venga, a ser buenos que queda menos.