Netflix desvela su última incursión en las sombras del crimen estadounidense sin resolver, «Caso no resuelto: Los asesinatos del Tylenol». La serie documental devuelve a la conciencia pública uno de los misterios más escalofriantes y transformadores de la nación, un caso que, durante más de cuatro décadas, se ha resistido obstinadamente a ser resuelto. El otoño de 1982 vio a un agresor invisible convertir un remedio casero de confianza en un instrumento de muerte, cobrándose siete vidas en el área metropolitana de Chicago y desatando una ola de terror que se extendió por todo el país. Más de cuarenta años después, la identidad del perpetrador sigue siendo un enigma, el «por qué» tan esquivo e inquietante como el «quién».
Los asesinatos del Tylenol poseen un control único y duradero en la psique estadounidense.
La Pesadilla Sin Resolver: Recordando los Asesinatos del Tylenol de 1982
El horror comenzó con una dolencia ordinaria. En la mañana del 29 de septiembre de 1982, Mary Kellerman, de 12 años, de Elk Grove Village, Illinois, se quejó de dolor de garganta y secreción nasal. Sus padres le administraron una cápsula de Tylenol Extra Fuerte. A las 7 de la mañana, estaba muerta. Mary, hija única que adoraba a sus mascotas y para quien ya esperaba un coche en el garaje para su decimosexto cumpleaños, se convirtió en la primera víctima de un nuevo y aterrador tipo de crimen.
Las muertes aumentaron con una velocidad espantosa. Ese mismo día, Adam Janus, un trabajador postal de 27 años en Arlington Heights, también murió después de tomar Tylenol. Mientras su familia se reunía en duelo, su hermano Stanley, de 25 años, y la esposa de Stanley, Theresa, de 19 años, consumieron cápsulas del mismo frasco contaminado. Ambos sucumbieron pronto. La sombría cuenta continuó aumentando en los días siguientes: Mary McFarland, de 31 años, de Elmhurst; Paula Prince, una azafata de 35 años de Chicago; y Mary Reiner, de 27 años, de Winfield, perecieron todas tras ingerir la medicación envenenada. Eran individuos comunes, abatidos por un acto de malicia insondable, sus vidas extinguidas por un producto que se encontraba en millones de hogares estadounidenses.
El arma fue el cianuro de potasio, una sustancia altamente tóxica, introducida meticulosamente en cápsulas de Tylenol Extra Fuerte. Crucialmente, los investigadores determinaron rápidamente que la manipulación no ocurrió en las plantas de fabricación; los frascos contaminados provenían de dos instalaciones separadas, una en Pensilvania y otra en Texas. Esto apuntaba a una aterradora operación local: alguien estaba retirando frascos de los estantes de las tiendas en el área de Chicago, mezclando las cápsulas con veneno y luego devolviendo los paquetes comprometidos para que clientes desprevenidos los compraran.
El descubrimiento desató el pánico nacional. Johnson & Johnson, la empresa matriz del fabricante de Tylenol, McNeil Consumer Products, respondió con una rapidez y transparencia que se convertirían en un caso de estudio en la gestión de crisis corporativas. La compañía emitió una retirada masiva de 31 millones de frascos de Tylenol, un esfuerzo valorado en más de 100 millones de dólares en ese momento (equivalente a aproximadamente 326 millones de dólares en 2024). Se emitieron advertencias públicas, se detuvo la producción y la empresa cooperó plenamente con las autoridades.
Los asesinatos del Tylenol no fueron solo una serie de homicidios; fueron un momento decisivo que alteró irrevocablemente el panorama de la seguridad de los productos de consumo. El miedo fue profundo, extendiéndose más allá de una sola marca a la comprensión de una vulnerabilidad fundamental en los artículos cotidianos que los estadounidenses llevaban a sus hogares. Esta crisis actuó como un catalizador involuntario para una revolución en la protección del consumidor, conduciendo directamente a cambios sistémicos que ahora son habituales. La Ley Federal Anti-Manipulación (Federal Anti-Tampering Act) se aprobó en 1983, convirtiendo la manipulación de productos en un delito federal, y la industria adoptó envases a prueba de manipulaciones, incluyendo sellos de aluminio y bandas de plástico, para proporcionar una garantía visible de la integridad del producto.

Dentro de «Los asesinatos del Tylenol»
«Los asesinatos del Tylenol» reconstruye meticulosamente la aterradora cronología de los hechos, rastreando el descubrimiento de los frascos manipulados en varias farmacias y supermercados del área de Chicago, incluyendo ubicaciones de Jewel Foods, Osco Drug y Walgreens. El documental profundice en los caóticos días iniciales de la investigación, gestionada por un grupo de trabajo multiagencial conocido como «Task Force 1», compuesto por el FBI, la Policía Estatal de Illinois y detectives locales. La participación inicial del FBI, cabe señalar, fue bajo las «leyes de veracidad en el etiquetado», ya que en 1982 no existía ninguna ley federal que penalizara específicamente la manipulación de productos, un vacío legal que subrayaba la naturaleza sin precedentes del crimen.
La narrativa se centrará indudablemente en los dos principales sospechosos que surgieron a lo largo de los años:
- James William Lewis: Residente de Nueva York, Lewis se convirtió en una figura clave después de enviar una carta de extorsión a Johnson & Johnson exigiendo 1 millón de dólares para «detener los asesinatos». Finalmente fue condenado por extorsión y sentenciado a prisión, pero nunca acusado de los asesinatos en sí. A pesar de la sospecha de culpabilidad que el FBI mantuvo durante mucho tiempo, las pruebas directas siguieron siendo esquivas. «Los asesinatos del Tylenol» destaca perspectivas surgidas posteriormente que parecieron reforzar el caso circunstancial en su contra. Estas incluyen un análisis del matasellos de la carta de extorsión, que sugiere que Lewis pudo haber comenzado a escribirla antes de que las muertes por Tylenol se hicieran públicas, y un posible motivo de «venganza». Los investigadores descubrieron que la hija pequeña de Lewis había muerto en 1974 tras una operación en la que se utilizaron suturas comercializadas por una filial de Johnson & Johnson, un hecho que el propio Lewis mencionó en un sitio web personal crítico con la empresa. La muerte de Lewis en julio de 2023 añade un capítulo final e irresuelto a su implicación, un punto con el que el documental deberá lidiar.
- Roger Arnold: Residente del área de Chicago y trabajador portuario de Jewel Foods, Arnold también fue objeto de escrutinio. Según se informa, poseía cianuro e hizo declaraciones inquietantes sobre envenenar a personas. Los vínculos circunstanciales incluían su empleo en Jewel (donde se encontraron frascos contaminados) y un supuesto conocimiento del padre de una de las víctimas, Mary Reiner. Arnold fue posteriormente condenado y encarcelado por un asesinato no relacionado en 1983. Murió en 2008. En 2010, su cuerpo fue exhumado para pruebas de ADN, que según se informa no coincidieron con ninguna muestra encontrada en los frascos de Tylenol, lo que efectivamente lo exculpó a ojos de algunos investigadores. El documental podría utilizar esto para ilustrar los esfuerzos exhaustivos, aunque finalmente frustrantes, de las fases posteriores de la investigación.
Un obstáculo significativo en la investigación siempre ha sido la prueba forense, o la falta de ella. Las pruebas de ADN realizadas en los frascos de Tylenol recuperados en la década de 2000 no arrojaron ninguna coincidencia con Lewis ni con Arnold. Cómo «Los asesinatos del Tylenol» aborde este callejón sin salida científico será crucial. ¿Sugiere fallos en la recogida original de pruebas de 1982, una época anterior a que la tecnología de ADN fuera una herramienta de investigación estándar? ¿O explora otras vías de investigación menos directas?
Los espectadores pueden escuchar una variedad de voces: familiares supervivientes (los padres de Mary Kellerman, por ejemplo, rara vez han hablado públicamente), investigadores originales que han llevado el peso de este caso sin resolver durante décadas, expertos forenses modernos que ofrecen análisis contemporáneos, y quizás periodistas como Christy Gutowski y Stacy St. Clair, cuyo podcast «Unsealed: The Tylenol Murders» sometió el caso a un nuevo escrutinio en 2022.
El Fenómeno del Crimen Real en Netflix
Netflix se ha convertido en una fuerza dominante en el género del crimen real (true crime), demostrando una potente capacidad para impulsar casos sin resolver y complejas narrativas legales al centro de atención mundial. Series como Making a Murderer y When They See Us no solo han cautivado a millones, sino que también han generado impactos tangibles en el mundo real, incluyendo peticiones de revisión legal, un renovado discurso público sobre cuestiones de justicia sistémica e incluso acciones directas por parte de organismos legales. La plataforma ha demostrado que puede cambiar la percepción pública, como se ha visto con documentales que ofrecieron nuevas perspectivas sobre casos resueltos hace mucho tiempo, animando al público a reconsiderar los juicios iniciales.
El género se enfrenta frecuentemente a críticas por sensacionalismo, la potencial retraumatización de las familias de las víctimas y la simplificación excesiva de la narrativa con fines dramáticos. Algunos espectadores de documentales anteriores sobre temas similares han señalado problemas con el ritmo, los adornos dramáticos o una percepción de falta de nueva información sustancial.
Por Qué los Asesinatos del Tylenol Siguen Atrapando a la Nación
La fascinación perdurable por este caso sin resolver en particular surge de una confluencia de factores inquietantes: la escalofriante aleatoriedad de las víctimas, la aterradora invisibilidad del asesino y la insidiosa violación de la confianza asociada con algo tan común y fiable como un medicamento. La falta de resolución, la ausencia de una respuesta definitiva al «quién» y al «por qué», deja una herida abierta en la psique colectiva, un misterio que continúa horrorizando y atrayendo.
La decisión de Netflix de revisitar esta saga en 2025, particularmente con el principal sospechoso James Lewis ya fallecido, invita a la reflexión sobre la contribución final del documental. Quizás sirva como un registro histórico definitivo para una nueva generación que no está familiarizada con el pánico absoluto de 1982.
Los asesinatos del Tylenol
Dónde ver “Caso no resuelto: Los asesinatos del Tylenol”

