Europa ha entrado oficialmente en la era de la computación exaescala con el lanzamiento de JUPITER, el primer superordenador del continente capaz de superar un trillón (10¹⁸) de operaciones por segundo. El sistema ya está operativo y se presentó en una ceremonia con líderes europeos y alemanes, un hito para la ciencia, la industria y la soberanía digital de la región.
Qué significa “exaescala”, explicado en sencillo
La potencia de un ordenador se mide por cuántas operaciones aritméticas puede realizar cada segundo. Exaescala significa, al menos, un trillón (10¹⁸) de operaciones por segundo. Si la cifra resulta abstracta, imagina lo siguiente: un sistema exaescala puede hacer en un segundo lo que un portátil potente tardaría muchos años en completar. Estados Unidos cruzó primero este umbral en 2022 con el superordenador Frontier; JUPITER trae esa capacidad a Europa por primera vez y sitúa a sus investigadores y empresas en la primera línea mundial.
La máquina: cómo JUPITER alcanza la exaescala
JUPITER combina varias tecnologías de vanguardia para lograr rendimiento exaescala manteniendo, a la vez, una eficiencia energética inusual para su categoría:
- Plataforma de procesadores. El sistema utiliza Superchips NVIDIA Grace Hopper (GH200), que integran CPU y GPU en un mismo módulo para acelerar tanto simulaciones científicas tradicionales como cargas de trabajo de inteligencia artificial.
- Arquitectura del sistema. Construido sobre armarios BullSequana XH3000 de Eviden con refrigeración líquida directa, JUPITER está diseñado para densidad de cómputo extrema y evacuación eficiente del calor mediante agua templada.
- Escala e interconexión. Aproximadamente 24.000 Superchips GH200 se conectan mediante NVIDIA Quantum-2 InfiniBand con unas 51.000 líneas de alta velocidad, lo que permite mover datos a ritmos extraordinarios y mantener ocupados todos esos procesadores.
- Almacenamiento y centro de datos. El sistema integra casi un exabyte de almacenamiento y se aloja en un complejo modular de unas 50 unidades prefabricadas, un diseño que aceleró el despliegue y facilitará futuras ampliaciones.
En aritmética científica de precisión doble (FP64), JUPITER ejecuta en torno a un trillón de operaciones por segundo. Para cargas de IA que emplean precisiones numéricas más bajas, se espera que alcance hasta unos 90 “exaflops de IA” de rendimiento pico, convirtiéndolo también en uno de los superordenadores de inteligencia artificial más capaces del mundo.
Quién lo ha construido y por qué importa en términos políticos
JUPITER es un proyecto de EuroHPC, financiado y ejecutado por una coalición que incluye a la Empresa Común Europea de Computación de Alto Rendimiento (EuroHPC JU), el Gobierno federal alemán, el estado de Renania del Norte-Westfalia y un consorcio industrial liderado por Eviden (Atos) y ParTec, con NVIDIA como plataforma de computación acelerada. El resultado es el primer sistema exaescala de Europa y, desde su lanzamiento, el más rápido del continente y entre los más veloces del mundo. Más allá del prestigio, refuerza la soberanía tecnológica europea al ofrecer a investigadores y empresas capacidad de cómputo de primer nivel dentro del territorio, sin depender de infraestructuras externas.
Políticamente, eso es relevante. La computación de alto rendimiento (HPC) sustenta avances en inteligencia artificial, seguridad, política climática, automoción, farmacéutica y muchos otros ámbitos. Los países con capacidad exaescala pueden iterar más rápido, mantener los datos sensibles bajo jurisdicción propia y construir ecosistemas de talento e industria alrededor de sus instalaciones. La puesta en marcha de JUPITER envía una señal clara: Europa pretende ser productora —y no solo consumidora— de cómputo puntero.
Para qué se utilizará JUPITER
El superordenador ya tiene asignado un amplio abanico de proyectos científicos e industriales:
- Clima y meteorología. Equipos como el del Instituto Max Planck de Meteorología ejecutan simulaciones climáticas a escala de kilómetro, capaces de representar con mayor fidelidad tormentas severas, lluvias intensas y otros fenómenos extremos. Ese salto de resolución, antes impracticable, puede traducirse en predicciones más fiables e insumos más precisos para políticas públicas.
- Energía y materiales. Las simulaciones exaescala ayudan a diseñar baterías de nueva generación, catalizadores, semiconductores y sistemas de energías renovables, permitiendo ensayar virtualmente ideas antes de fabricar un prototipo. Así se acortan los ciclos de I+D y se abarata el descubrimiento.
- Inteligencia artificial. JUPITER es también el superordenador de IA más avanzado de Europa, concebido para entrenar grandes modelos de lenguaje (LLM) en múltiples lenguas europeas y habilitar modelos fundacionales para imagen, vídeo y otras modalidades de datos. Al mantener el entrenamiento en infraestructuras europeas, los proyectos pueden cumplir con mayor facilidad los marcos de protección de datos y soberanía digital.
- Medicina y neurociencia. Se utilizarán simuladores neuronales de alta fidelidad para modelizar la actividad cerebral hasta el nivel subcelular, con relevancia para enfermedades como el Alzheimer o la epilepsia. Las campañas de dinámica molecular abordarán ensambles biomoleculares gigantes, avanzando hacia gemelos digitales de órganos para ensayar fármacos y tratamientos in silico.
- I+D en computación cuántica. Gracias a su enorme memoria y ancho de banda, JUPITER está llamado a batir récords en la simulación de circuitos cuánticos, superando los límites previos de qubits simulables. Eso permite poner a prueba algoritmos y diseños de hardware cuántico antes de que los dispositivos físicos alcancen esa escala.
Eficiencia energética: gran potencia, menor huella
Los superordenadores pueden consumir decenas de megavatios, de modo que la eficiencia no es un detalle: es central. JUPITER prioriza el rendimiento por vatio desde su concepción.
- La refrigeración directa por agua templada extrae el calor de CPUs y GPUs con mucha más eficacia que el aire. Como el agua sale de los racks a una temperatura aprovechable, esa energía se puede reutilizar.
- El plan del campus contempla reaprovechar el calor residual para calentar edificios cercanos, convirtiendo un subproducto en un recurso y reduciendo las emisiones globales de la instalación.
- La eficiencia del silicio también cuenta. La arquitectura Grace Hopper está optimizada para ofrecer una alta relación rendimiento-por-vatio en simulación e IA, lo que ayuda al sistema a producir más resultados por unidad de energía.
- Antes del despliegue completo, un rack piloto con la misma tecnología encabezó la lista Green500 de eficiencia energética; y el sistema final se considera el más eficiente entre los cinco superordenadores más veloces del planeta. Combinar velocidad de élite con eficiencia líder es raro y crucial en un contexto de creciente consumo eléctrico de los centros de datos.
En conjunto, el diseño responde de frente a la crítica medioambiental: sí, la exaescala es potentísima, pero no tiene por qué ser derrochadora.
Por qué es relevante para la economía europea
Responsables públicos y sector privado ven JUPITER tanto como plataforma científica y económica. Con la IA y la simulación avanzada ya esenciales para sectores que van desde la biotecnología y la automoción hasta las finanzas y la energía, disponer de capacidad exaescala en la propia región es una palanca competitiva:
- Reduce barreras para que startups y pymes europeas entrenen y desplieguen modelos de IA de última generación y ejecuten simulaciones masivas sin exportar datos ni depender de proveedores extracomunitarios.
- El concepto de JUPITER AI Factory aspira a ofrecer acceso en formato casi “de nube”, clave para empresas que necesitan picos de cómputo enormes sin poseer superordenadores propios.
- Al alinear misiones científicas públicas con acceso industrial, Europa puede acelerar la transferencia de avances en HPC hacia productos: materiales más seguros, vehículos más ligeros, sistemas energéticos más limpios y progresos médicos tangibles.
Hay, además, una dimensión de talento. Infraestructuras como JUPITER atraen y retienen a ingenieros, matemáticos, químicos e informáticos; crean canales de formación con universidades, financian doctorados orientados a problemas reales y anclan clusters regionales de innovación. Con el tiempo, se alimenta un círculo virtuoso: mejores herramientas atraen a mejores profesionales; mejores profesionales construyen herramientas aún mejores.
Cómo se materializó tan rápido
El despliegue de JUPITER se aceleró mediante un enfoque modular de centro de datos: unidades prefabricadas de alta tecnología que se ensamblan como un lego para conformar la instalación completa. Esto acortó la obra, redujo las interferencias en el sitio y facilita ampliaciones a medida que evolucionan las generaciones de chips. El emplazamiento integra distribución eléctrica, redes e infraestructura de refrigeración líquida con una disposición pensada para la mantenibilidad y la alta disponibilidad. Es un modelo que Europa puede reutilizar en la próxima ola de máquinas, ganando consistencia y reduciendo riesgos.
Acceso público, gobernanza y gestión de datos
Un superordenador de esta escala plantea preguntas sobre quién puede usarlo y en qué condiciones. La hoja de ruta de JUPITER contempla una mezcla de cargas académicas, de interés público e industriales, asignadas mediante convocatorias evaluadas por pares, iniciativas estratégicas y canales comerciales. La gobernanza debe ser clara: políticas de asignación transparentes; privacidad y seguridad robustas para datos sensibles; y cumplimiento de las normas europeas sobre protección de datos, seguridad y responsabilidad en IA. Con esos guardarraíles, JUPITER puede ampliar el acceso sin comprometer la confianza.
Desafíos a vigilar
Incluso con un estreno exitoso, conviene tener presentes varios retos:
- Preparación del software. Alcanzar el máximo rendimiento requiere código optimizado para GPU, memoria de alto ancho de banda e interconexiones complejas. Muchos programas científicos aún necesitan una modernización profunda.
- Planificación justa. Equilibrar proyectos “estrella” (por ejemplo, simulaciones climáticas continentales) con propuestas más pequeñas pero prometedoras de equipos jóvenes o startups exige políticas cuidadosas y buena comunicación.
- Ciclo de vida y actualizaciones. El hardware exaescala evoluciona rápido. Planificar actualizaciones incrementales, logística de repuestos y compatibilidad con futuros procesadores mantendrá competitivo al sistema.
- Mercados energéticos. Aunque muy eficiente, JUPITER consume una potencia notable. Contratos a largo plazo de electricidad verde e inversiones continuas en infraestructura de recuperación de calor ayudarán a contener costes y emisiones.
Un nuevo amanecer para la supercomputación europea
JUPITER no es solo un ordenador más grande; es una plataforma de descubrimiento y competitividad. Para la comunidad científica, desbloquea simulaciones con mayor resolución y horizontes temporales más largos que nunca —desde modelos climáticos capaces de resolver tormentas a sistemas moleculares que rozan la complejidad de la vida—. Para la industria, habilita ciclos de producto más rápidos, diseños más seguros y IA más capaz, entrenada con lenguas y datos europeos. Para los responsables públicos, demuestra que la cooperación paneuropea puede entregar infraestructuras en la frontera de lo técnicamente posible, con eficiencia y a tiempo.
La carrera exaescala no ha terminado; las máquinas seguirán siendo más rápidas, especializadas y eficientes. Pero con JUPITER encendido y ya trabajando, Europa ha dado un paso definitorio: pasar de consumidora a protagonista en la computación más avanzada del mundo.
