¿Quién acabó con los Expos de Montreal?: El Veredicto de Netflix Sobre la Caída de un Equipo Legendario

¿Quién acabó con los Expos de Montreal?
Jack T. Taylor

Un nuevo documental se adentra en uno de los casos sin resolver más dolorosos del deporte canadiense, planteando una pregunta que aún resuena en Montreal dos décadas después de los hechos: ¿Quién mató a los Expos? se propone examinar las decisiones controvertidas, los contratiempos financieros y los errores estratégicos que sellaron el destino del primer equipo de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB) de Canadá.

La narrativa se construye a través de los testimonios de un elenco estelar de testigos y protagonistas. Figuras del Salón de la Fama como Pedro Martínez, Larry Walker y Vladimir Guerrero ofrecen la perspectiva desde el campo de juego. El venerado mánager Felipe Alou recuerda los altibajos desde el banquillo. Sin embargo, el núcleo del misterio se explora a través de las figuras directivas que estuvieron en el centro de la tormenta: el expresidente Claude Brochu, quien supervisó los años más tumultuosos, y el polémico ejecutivo David Samson, hijastro del último propietario privado del equipo, Jeffrey Loria.

El documental se presenta como una «elegía cultural», un intento de ofrecer catarsis a una base de aficionados que todavía siente un «dolor» y un «duelo no resuelto» por la pérdida de su equipo. Al enmarcar la historia como una investigación para encontrar al culpable, la película valida los sentimientos de traición de los aficionados y proporciona un vehículo narrativo para procesar una pérdida compleja y multifactorial. Más allá de las cifras de asistencia y los contratos de los jugadores, el director sugiere que la saga de los Expos fue «más que una historia sobre béisbol», fue un «choque de culturas» entre el agresivo estilo de hacer negocios estadounidense, personificado por la actitud «arrogante» y «confiada» de Samson, y las prioridades sociopolíticas de Quebec.

El Ascenso de «Nos Amours»: Crónica de un Idilio Quebequense

Para comprender la magnitud de la pérdida, es crucial entender la profundidad del vínculo entre los Expos y Montreal. Conocidos cariñosamente como «Nos Amours» (Nuestros Amores), el equipo era más que una franquicia deportiva; era una institución cultural. Su fundación en 1969 fue un hito histórico, convirtiéndose en el primer equipo de la MLB ubicado fuera de los Estados Unidos. El nombre en sí era un homenaje a la aclamada Feria Mundial Expo 67, un evento que simbolizó el optimismo y la llegada de Montreal a la escena mundial.

El idilio de la ciudad con el béisbol no surgió de la nada. Montreal poseía una rica herencia en este deporte, anclada en los Montreal Royals, el principal equipo de ligas menores de los Brooklyn Dodgers. Fue con los Royals que Jackie Robinson rompió la barrera del color en el béisbol profesional, creando una base de conocimiento y pasión mucho antes de la llegada de las Grandes Ligas. Los Expos reavivaron esa llama, desarrollando sus propias leyendas como Gary Carter, Andre Dawson y Tim Raines, cuyas placas en el Salón de la Fama los representan con la gorra de los Expos. Su único título de la División Este de la Liga Nacional en 1981 consolidó su lugar en la historia y los convirtió en un símbolo de orgullo para todo Canadá.

Irónicamente, la misma ambición cívica que dio vida a los Expos también plantó las semillas de su destrucción. El alcalde Jean Drapeau, la fuerza impulsora detrás de la Expo 67 y la obtención de la franquicia de béisbol, fue también el artífice de los Juegos Olímpicos de Verano de 1976. El legado de esos juegos fue el Estadio Olímpico, un coloso de concreto que, a pesar de su grandiosidad, se convertiría en un «desastre arquitectónico» y un «elefante blanco». La ambición que creó a «Nos Amours» también dio a luz al monstruo que ayudaría a devorarlos.

La Temporada Interrumpida: El Principio del Fin

Si la historia de los Expos es un misterio de asesinato, la huelga de jugadores de la MLB es el momento en que se infligió la herida mortal. Antes de que el conflicto laboral detuviera el juego, el equipo de Montreal estaba en la cima del mundo del béisbol. Con un récord de 74-40, tenían la mejor marca de toda la liga y parecían destinados a competir en la Serie Mundial. Dirigidos por Felipe Alou, el equipo contaba con un núcleo de futuras estrellas del Salón de la Fama y jugaba un béisbol emocionante y dominante.

La huelga, que comenzó en agosto y finalmente provocó la cancelación del resto de la temporada y de la Serie Mundial por primera vez en la historia, aniquiló esas aspiraciones. Para los aficionados, no fue simplemente una disputa laboral entre millonarios; fue una doble traición. Primero, la liga y los jugadores les robaron su mejor oportunidad de alcanzar la gloria. Inmediatamente después, la propia dirección del equipo les asestaría el segundo golpe al desmantelar el equipo de sus sueños.

El paro no creó los problemas financieros de los Expos, pero sí los expuso y los hizo insostenibles. La franquicia ya operaba con un «presupuesto reducido», con socios propietarios que consideraban sus participaciones como «donaciones caritativas» sin intención de inyectar más capital. La pérdida de millones en ingresos por la huelga eliminó el escaso margen financiero que poseían, transformando problemas crónicos, como un tipo de cambio desfavorable, en una emergencia aguda e irreversible que forzó decisiones drásticas.

Anatomía de un Colapso: Propietarios, Política y un Estadio en Ruinas

El documental presenta una sala de tribunal figurada, examinando a los principales sospechosos y la evidencia acumulada que condujo al colapso de la franquicia.

La Gran Venta (The Fire Sale)

Tras la huelga, el presidente del equipo, Claude Brochu, ordenó al gerente general que recortara drásticamente la nómina. En cuestión de días, el núcleo del mejor equipo de béisbol fue desmantelado. El jardinero Larry Walker se marchó como agente libre, mientras que el cerrador John Wetteland, el lanzador abridor Ken Hill y el jardinero central Marquis Grissom fueron traspasados por una fracción de su valor. Brochu se defendió argumentando que no tenía otra opción debido a un «peligroso agotamiento del capital» y la negativa de sus socios a invertir más dinero para retener a las estrellas.

El Dólar y la Pantalla en Negro

Los Expos enfrentaron un desafío económico estructural insuperable: generaban ingresos en dólares canadienses mientras pagaban los salarios de los jugadores en dólares estadounidenses, una brecha que se amplió con un tipo de cambio persistentemente desfavorable. A este problema se sumó una decisión catastrófica durante la era del propietario Jeffrey Loria: la incapacidad de asegurar contratos de televisión y radio en inglés. Esta medida no solo cortó una fuente de ingresos crucial, sino que también alienó a una parte significativa de la base de aficionados, sumiendo al equipo en un apagón mediático.

El Elefante Blanco de Concreto

El Estadio Olímpico era un hogar fundamentalmente inadecuado para el béisbol. Descrito como una «caverna de concreto», sufría de mala iluminación, una acústica terrible y un césped artificial que era perjudicial para las rodillas de los jugadores. Su historia estuvo plagada de sobrecostos astronómicos que le valieron el apodo de «The Big Owe» (La Gran Deuda), un techo retráctil que nunca funcionó correctamente y problemas estructurales que incluían la caída de una viga de concreto de 55 toneladas. El golpe de gracia fue la incapacidad de obtener financiación pública para un nuevo estadio en el centro de la ciudad. La negativa del entonces primer ministro de Quebec, Lucien Bouchard, a destinar fondos públicos a un estadio mientras se veía obligado a cerrar hospitales, marcó un punto de no retorno.

El Acto Final de Loria y Samson

La saga concluyó con una serie de maniobras financieras complejas y controvertidas. Jeffrey Loria, quien se había convertido en socio gerente, vendió los Expos a la propia Major League Baseball (una entidad controlada por los otros 29 dueños de equipos) por 120 millones de dólares. Este acuerdo le permitió a Loria utilizar esos fondos para comprar los Florida Marlins. Los exsocios minoritarios de los Expos, sintiéndose engañados, presentaron una demanda bajo la ley RICO contra Loria y la MLB, acusándolos de conspirar para sabotear la viabilidad del equipo en Montreal y facilitar la transacción. La participación de David Samson en el documental es reveladora; admitió haberse sentado para una entrevista de nueve horas sin darse cuenta de que el título de la película lo posicionaba como uno de los principales sospechosos.

El Último Out: Un Funeral en el Estadio Olímpico

El clímax emocional de la historia de los Expos llegó en su último partido en casa, un evento descrito no como un encuentro deportivo, sino como un «funeral». Más de 31,000 aficionados acudieron al Estadio Olímpico para despedir a su equipo, un marcado contraste con los apenas 3,000 que habían asistido la noche anterior. Esta masiva afluencia no fue una muestra de apoyo a la organización, sino un velorio colectivo para el equipo que sentían que les habían arrebatado. La presencia de tantos aficionados provocó una pregunta dolorosa y tácita, expresada por un miembro del equipo: «¿Dónde estaban todos ustedes cuando los necesitábamos?».

La atmósfera estaba cargada de emoción. Los aficionados lloraban en las gradas, sostenían pancartas que expresaban gratitud y enojo, y ovacionaban a los jugadores veteranos en cada oportunidad. El partido en sí, una derrota por 9-1 ante los Florida Marlins de Jeffrey Loria, fue en gran medida olvidable. El verdadero drama se desarrolló en las gradas. Al final del encuentro, los jugadores permanecieron en el campo, lanzando pelotas firmadas y otros recuerdos a la multitud en un último gesto de agradecimiento. Poco después, se hizo oficial la reubicación de la franquicia a Washington, D.C., donde renacería como los Nacionales.

El Caso Sigue Abierto

«¿Quién acabó con los Expos de Montreal?» no ofrece una respuesta simple ni señala a un único culpable. En cambio, presenta un «mosaico de influencias» y un «choque de culturas» que conspiraron para acabar con el equipo. Aunque figuras como Jeffrey Loria son retratadas como el «Darth Vader de todo esto», el documental deja claro que la huelga, la falta de inversión local, la política gubernamental y un estadio fallido fueron cómplices indispensables en el crimen. El legado de los Expos perdura en la nostalgia, en las icónicas gorras tricolores que aún se ven en los estadios y en el anhelo persistente de que el béisbol de Grandes Ligas regrese algún día a Montreal. La película presenta la evidencia y deja que el espectador emita el veredicto final.

El documental, «¿Quién acabó con los Expos de Montreal?», se estrena en Netflix el 21 de octubre.

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