En muchas ocasiones, los jefes de cualquier organización no presentan las capacidades necesarias para cumplir este cargo y comprometerse con los trabajadores
Ser jefe de una organización no es una tarea fácil. Sin embargo, hay que cumplir una serie de requisitos que no todos los gerentes logran.
Por esta razón, los equipos no rinden, la productividad es baja y la imagen de la empresa no es positiva por parte de los empleados internos. ¿Se puede aprender de los malos jefes?
1. Aprender a escuchar
Un mal jefe tiene por hábito no escuchar. Si topamos con un ser que todo lo sabe y jamás acepta una sugerencia, aprenderemos a hacer justo lo contrario: atender las opiniones de los demás sin pensar que no son válidas.
2. Aprender de los errores
Todos nos equivocamos. Esa máxima es universal, excepto para los malos jefes. Sus errores son responsabilidad de los demás. Mientras que los aciertos del equipo son adoptados con rapidez como mérito propio. De los errores se aprende, sobre todo a desarrollar la humildad.
3.Visión negativa VS visión realista
No lo pueden evitar. De todo extraerán el lado negativo. De una idea. De un nuevo proyecto. De todo lo que implique cambio. De ello, podemos aprender a afrontar lo nuevo con curiosidad y con una disposición más positiva o realista. Sin dar por sentado que nos vaya a perjudicar.
4. Egocentrismo
Yo.Yo. Yo. Un mal jefe sólo sabe hablar de sus logros. Reales o ficticios. En el pasado y en el presente. A menudo no van acompañados de una lección o experiencia que sirva de aprendizaje para el resto.
Aprender a no centrarnos en nuestros éxitos y sí en lo aprendido en cada experiencia laboral o vital, servirá para mejorar en nuestro trabajo y en nuestra relación con los compañeros.
5. Alergia a la formación
Un mal jefe lo sabe todo. O eso cree él. Con el riesgo que eso conlleva. No necesita aprender ni mejorar. Lo que funciona no debe tocarse.
Por lo tanto son alérgicos a la innovación, aunque vaya de la mano de una posible mejora. La mejor lección que podemos aprender de este comportamiento es la de que en esta vida estamos aprendiendo hasta el final.
6. Paciencia
Un mal jefe puede convertirse en un suplicio para nosotros, o un incentivo para desarrollar la paciencia. Con los años, las experiencias, aprendemos que ante personas tóxicas o con un ego infinito, es mejor no alterarse. La paciencia, nos hará tomar decisiones de una manera menos impulsiva en el futuro.
7. Gritar no es sinónimo de liderazgo
Los malos jefes creen que discutir es sinónimo de ganarse el respeto. Gritar igual a ser un buen líder. Y ridiculizar, motivo de orgullo.
Mientras que la realidad nos dice que quien eleva la voz demuestra inseguridad. Perder los estribos frente a los trabajadores o frente a una situación, sólo nos mostrará como una persona débil de carácter.
Conclusión
La primera pregunta que surge es ¿puede un equipo motivarse con un líder que no está comprometido con la empresa y sus trabajadores?
¿Puede un equipo de baloncesto o fútbol rendir al máximo sin un buen entrenador?
Pero de todas las circunstancias se aprende. Incluso de las negativas. Un mal jefe puede ser el ejemplo de lo que no debemos hacer ni como trabajador ni como futuros jefes.
El contenido de este comunicado fue publicado primero en la web de Pymes y Autonomos