El cuadro de Caravaggio La Conversión de San Pablo es un ejemplo clásico del estilo barroco. Representa el momento en que Saulo fue golpeado en el suelo por una luz celestial mientras se dirigía a Damasco para perseguir a los cristianos, y se convirtió milagrosamente al cristianismo.
El cuadro muestra no sólo a Saulo en el suelo, sino también a su caballo encabritado por el miedo. El centurión y los dos soldados que le acompañan contemplan atónitos este suceso sobrenatural. Caravaggio capta cuidadosamente sus emociones de sorpresa y confusión en sus expresiones faciales.
La luz de lo alto es una fuerza poderosa que simboliza el poder y la gracia de Dios, que permite que se haga Su voluntad. La luz blanca y brillante ilumina los rasgos de Saulo, que se ven ensombrecidos por la oscuridad de su vestimenta. Esto sirve para enfatizar su transformación de perseguidor a creyente.
Caravaggio capta este intenso momento con maestría y detalle. Su uso del claroscuro crea una atmósfera casi tangible llena de contrastes dramáticos entre la luz y la oscuridad, creando una sensación de presencia divina en medio del caos terrenal, así como resaltando la transformación de Saulo de la oscuridad a la luz.
El cuadro ha sido elogiado por su perspicacia psicológica a lo largo de la historia del arte; se ha dicho que su intensidad emocional revela la profunda comprensión de Caravaggio de la naturaleza humana y su capacidad para el cambio espiritual a pesar de las dudas o temores que uno pueda tener de antemano. De hecho, La Conversión de San Pablo está considerada una de las mejores obras de Caravaggio y sigue siendo hoy un ejemplo intemporal de la expresión artística barroca.