Los caballeros de la Tabla Redonda: Lealtad, traición y un fin común

El Armamento y la Partida de los Caballeros, uno de los tapices del siglo XIX sobre el tema del Santo Grial, obra de Edward Burne-Jones, William Morris y John Henry Dearle.
Pilar Lachén Pilar Lachén

Los caballeros de la Tabla Redonda formaban una orden de caballería legendaria y mítica. El poeta normando Wace en su obra Roman de Brut (1155) nombra por primera vez la Tabla Redonda en dicha obra y así, pasa a ser uno de los elementos centrales de la novela artúrica. La Tabla Redonda puso de manifiesto el carácter equitativo del rey Arturo, quien decidió que no habría privilegios entre todos los caballeros que quisieran seguirlo y que todas las opiniones se escucharían por igual, incluidas las del propio rey. No se sabe si fue creada por el rey Arturo, por su padre o fue un regalo de bodas para Arturo y Ginebra, lo que sí estaba claro era su fin: que en torno a ella se sentaran los mejores caballeros.

En un principio la mesa estaba construida para doce personas, inspirado en Carlomagno y en sus doce pares y, a su vez, en la Última Cena. Con la continua incorporación de caballeros a la corte del rey Arturo, la Tabla Redonda fue ampliándose hasta llegar a trescientos sesenta y seis asientos. Los pintores medievales imaginaron la mesa en forma de anillo, cubierta con ricas telas y con exquisitas vajillas. Desde el principio todas las sillas de la Tabla Redonda estaban ocupadas excepto una, el llamado Asiento Peligroso, reservado para aquel caballero predestinado a encontrar el Santo Grial. Aquel que osara sentarse y no fuera el elegido, moriría en el acto.

De una versión a otra de la historia artúrica varían los nombres de los caballeros que formaban parte de la corte del rey Arturo. Lo que sí está claro es que ha llegado a nosotros como una hermandad con código de honor y valor cortés cuya influencia dataría del siglo XII, a partir de las órdenes de caballeros que se formaron en Europa.

Principales caballeros

Como ya hemos dicho, en un principio la Tabla Redonda estaba compuesta por doce caballeros y el rey Arturo. De entre todos ellos, el más conocido ha sido Lanzarote o Lancelot, ya sea por haber sido el preferido del rey Arturo o por su romance con la reina Ginebra. Pero hasta la llegada de Lancelot a Camelot, sir Gawain era considerado como el caballero perfecto, no solo por ser el sobrino de Arturo y posible heredero del trono al no tener aquel descendencia, sino también por las numerosas ocasiones en que aparece mencionado en la literatura por ser el protagonista de numerosas aventuras artúricas, como Sir Gawain y el caballero verde, romance inglés del siglo XIV, y por acompañar a otros caballeros en sus historias como a Lancelot en El Caballero de la Carreta, a Yvaín en El Caballero del León y a Perceval en El Cuento del Grial. Cada caballero tenía una peculiaridad que le hacía diferente a los demás; en este caso, sir Gawain veía su fuerza aumentada cuando salía el sol y disminuida cuando éste se ocultaba.

Sir Yvaín, hijo de Morgana, hermana del rey Arturo, participó en casi todas las aventuras que los caballeros de la Tabla Redonda llevaron a cabo en conjunto. Yvaín tuvo que decidir entre continuar casado con su esposa o dedicarse en cuerpo y alma a sus deberes como caballero de Camelot. Optando por esto último, sufrió tanto de amor que casi terminó perdiendo la razón por el dolor que le ocasionaba la pérdida de su amada.

Sir Perceval es otro de los famosos caballeros de la Tabla Redonda. Es notable su participación en la búsqueda del Santo Grial. Nunca conoció a otros caballeros, ni su origen era noble, pero un día paseando por el bosque, vio a un grupo de caballeros e, impresionado por su apariencia, viajó hasta Camelot, donde fue investido caballero e invitado a unirse a la Tabla Redonda. En el libro de Chrétien de Troyes, El Cuento del Grial, Perceval es el caballero destinado a hacerse con el Grial.

Hijo de los reyes Ban de Benwich y Elaine, sir Lancelot huyó con sus padres cuando estos fueron derrotados por el enemigo. Viendo que debía de cuidar a su marido y no podía hacerse cargo del niño, su madre se lo entregó a la Dama del Lago para que se encargara de él (de ahí el sobrenombre de Del Lago). Tras educarlo para ser un caballero, fue enviado a Camelot donde, enseguida, entró a formar parte de la Tabla Redonda. Quizá la figura de Lancelot ha quedado en nuestra mente como la de aquel caballero que traicionó a un rey, que había depositado toda su confianza en él, manteniendo una relación amorosa con la reina Ginebra. Pero sus actos como caballero y sus continuos combates contra los enemigos de Arturo, le hacen ser uno de los caballeros más fieles y leales a la Tabla Redonda, obviamente no al rey Arturo.

Ya hemos mencionado que los caballeros de la Tabla Redonda pasaron de ser doce a más de trescientos. Es imposible nombrar a todos y cada uno de ellos, aunque en algunos estudios han quedado reflejados sus nombres. En el capítulo dedicado a la familia del Rey Arturo, hablaremos de Mordred, su hijo ilegítimo y también caballero de Camelot; para los demás, dejaremos volar nuestra imaginación y pensar si realmente fueron caballeros o, en algunos casos se dejaron llevar por intereses propios y, en lugar de seguir su fin que era la búsqueda del Grial, se dedicaron a otros menesteres menos sacros y moralizantes.

Como en todo grupo de “amigos” surgieron discrepancias y rivalidades, pero centrándonos en que todos ellos giran en torno a la figura de Arturo y su cometido, obviaremos este tema para que la figura de dichos caballeros quede salvaguardada de cualquier aspecto negativo y sean un ejemplo a seguir en virtud, lealtad y generosidad (No todo es como parece)

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