El escritor relata en esta novela negra con tintes humorísticos la carrera paralela entre el asesino en serie, el inspector que va tras sus pasos y un siniestro adolescente que se inmiscuirá en el camino de ambos
¿Qué se hace cuando alguien resulta molesto para la sociedad? Lo matas. Con esta premisa, Alberto Villanueva presenta El cazador de tontos (Editorial Círculo Rojo), una novela negra con tintes paródicos con la que debuta en el mundo literario.
En este primer acercamiento a la literatura como escritor, el autor traslada a los lectores a la Barcelona de los años de la desaceleración económica en la que un asesino en serie, conocido como El Asesino de la Enciclopedia por dejar un tomo en la escena del crimen, torna su obsesión en una misión perversa y maquiavélica en la que es necesario librarse de aquellas personas que entorpecen la armonía y el ritmo de la sociedad, como los que se cuelan en la compra o los que aparcan mal.
«Pues resulta que soy una persona que anda deprisa por la calle. Entonces siempre tengo que ir esquivando gente, sobre todo a aquellos que van a su bola, por el medio y a los que les importa tres pimientos que haya más gente intentando caminar por esa misma acera. Lo mismo me ocurre en las escaleras mecánicas del metro. Gente que se queda clavada en medio del escalón y no se mueve ni un milímetro. Detrás, una fila de gente esperando. Las escaleras mecánicas realmente son una ayuda para subir y no para que te suban. Pero bueno, qué os voy a contar. Ya sabéis cómo es la gente. Seguramente esperando a que uno de estos me dejase pasar, se me empezó a ocurrir esta historia».
El autor se pone en la piel de tres protagonistas poco convencionales: Sergio, el asesino, un cartero solitario e impredecible que no dejará que nada ni nadie desbarate sus planes; Jordi, el inspector de policía, un hombre sensible y alejado del prototipo clásico que se acostumbra a ver en este tipo de obras, y Nico, el adolescente extraño e incomprendido que se involucrará directamente en el cometido de ambos personajes.
«Realmente quería hacer una parodia de una novela negra. El asesino, en vez de ser frío y metódico, es impredecible y pasional. El detective es gay en vez del prototipo de antiguo machote. Y Nico, bueno, él apareció para poder conectar las historias del bueno y del malo. También porque no me gusta la gente que sigue modas absurdas. Son tres personajes muy diferentes que interactúan en esta extraña historia».
La obra juega constantemente con el lector, que, además de pasar un buen rato por algunas situaciones de lo más disparatadas, se mostrará en todo momento expectante por saber cómo terminará una contrarreloj en la que no se sabe bien quién es el cazador y quién es la presa; quién conseguirá cazar antes a quién.
Alberto Villanueva reúne en esta novela todo lo que los amantes del género necesitan: un estilo fluido y diferente, una interesante técnica narrativa, un ritmo veloz, una trama repleta de venganza y juegos peligrosos, unos personajes muy particulares y un final que los sorprenderá.
«En otras novelas no te pones en el lugar del asesino, cosa que siempre quise entender (aunque aún no lo entiendo). Quería escribir la historia de un asesino idiota y cutre. Que el policía no fuese Sherlock Holmes, pero sí fuera competente, aunque el asesino escapara por pura suerte. Diría también que el ritmo casi no baja y no hay apenas relleno. Así la gente quiere seguir leyendo más».
Ciertamente, una novedosa propuesta que llega con fuerza al panorama literario y que promete ser todo un descubrimiento en el género.
El cazador de tontos ya está disponible en las librerías para aquellos lectores que busquen una historia que los impresione desde la primera página.