Carlos Ribera presenta su ópera prima: ‘Júpiter’, un libro de relatos esbozados durante sus años de juventud. Este compendio de historias gira en torno a los amores imposibles de alcanzar y ya se encuentra disponible en las librerías y las plataformas digitales
Amante de las artes en todas sus formas, Carlos Ribera presenta Júpiter, su primer libro publicado. Con el buen hacer del que controla las letras, el autor escribió estos poéticos relatos durante su juventud, época en la que sufrió el desengaño amoroso que da forma y sentido a la obra. Así, Júpiter se ha convertido para el autor en una forma de superar sus miedos a través de la literatura, elaborando mediante esta una medicina eficaz para curar las heridas del alma, esas que no dejan cicatrices visibles, pero sí un vacío, un pequeño agujero que solo puede cerrarse con el valor de volver a amar. El libro ya puede adquirirse a través de librerías y plataformas digitales como Amazon, Casa del Libro, y Read on Time.
En Júpiter, el realismo mágico y lo onírico se entrelazan con un hilo conductor común: la idealización del amor. Personajes que se ven atrapados en ese estado alterado, una atracción irremediable contra la que existen varias opciones: luchar y tratar de resistirse a ella por miedo a ser destruidos, o entregarse a la misma con todas las consecuencias. Como si de una metáfora de Ulises y las sirenas se tratara, ahonda en la experiencia de enfrentarse a algo demasiado bello, a riesgo de perder la cordura, bien sea atándose al palo mayor del barco para poder escuchar el canto o tratando de taparse los oídos con el fin evitar la atracción y no ser devorado por ella. Historias que tratan de trascender lo mundano hacia niveles en el plano de lo eterno y lo abstracto, de aquellos misterios cuya respuesta tal vez se encuentre más allá de la propia vida, como en otro planeta inmenso y remoto.
Carlos Ribera nació en Madrid en 1981. Actualmente afincado en Reino Unido, es Licenciado en Comunicación Audiovisual. Compagina su trabajo en el entorno audiovisual con la escritura, la música moderna y otras disciplinas artísticas, con diversas apariciones y entrevistas en televisión y radio, y ejerciendo brevemente de ayudante del director de la Orquesta Nacional de Jazz Española, entre otros proyectos. Fue finalista en el Concurso de Poesía Caminos Inciertos del Centro de Estudios Poéticos y en otros certámenes de música, cortometraje y cómic. En la actualidad, prepara un libro de poemas.
Buenos días, Carlos. Júpiter es tu primer libro de relatos y también el primero que publicas. Cuéntanos, ¿qué tipo de historias vamos a descubrir? ¿Con qué frase definirías tu ópera prima?
Buenos días. No sé si uno mismo es muy objetivo a la hora de definir lo que hace, pero diría que es un viaje por el lado oscuro del amor a través de la imaginación.
Cada relato tiene una forma y un estilo diferentes, pero en todos ellos hay un halo mágico de amor y nostalgia. De hecho, el libro comienza con esa cicatriz que deja un amor no correspondido. ¿Qué fue lo que te impulsó a escribir? ¿Cuándo pensaste “es el momento”?
En realidad, el libro es una compilación de relatos escritos a lo largo de varios años. Escribir, para mí, es una forma de exorcizar tanto ángeles como demonios; en cierto modo, las palabras son la sangre que en algún momento ha manado de lo que ahora quizá son ya cicatrices o buenos recuerdos. La decisión de recopilarlos y publicarlos viene de descubrir que existía un hilo común entre la mayor parte de ellos: siempre me he preguntado qué sentido tiene enamorarse unilateralmente de una persona, algo que me ha sucedido en varias ocasiones con resultados, por lo general, bastante desastrosos. Es decir, cómo a veces el corazón puede llegar a equivocarse tanto, cuando la sensación es una intuición extremadamente fuerte que parece tan real y verdadera. Tu cabeza entonces empieza a darle vueltas casi hasta la tortura buscando una respuesta y, cuando por fin la alcanza, de la comprensión de ese hecho nace una necesidad de comunicar las conclusiones a las que has llegado (o has creído llegar, siempre intento dejar alguna puerta abierta a otras interpretaciones).
De entre todos los relatos, llama especialmente la atención Cementerio, pues su estructura, su extensión y su tratamiento lo convierten en una pieza independiente, con vida propia más allá de Júpiter. ¿Cómo surgió la idea de este relato?
Pues nació a partir de una expresión popular, al menos, en la zona donde yo residía: ‘irse para el sobre’ o ‘meterse en el sobre’, entendido como ‘irse a la cama’. Si no recuerdo mal, utilicé esa frase en un mensaje electrónico para despedirme por la noche y la otra persona respondió: ‘y a dónde te vas a mandar?’. A partir de ahí, la imaginación hizo el resto. Suelo ser bastante sintético en mi forma de expresarme, por tanto, es inusual para mí también la extensión del cuento (aun siendo igualmente breve). De alguna manera, la inspiración seguía fluyendo y me obligaba a seguir escribiendo. Soy de la opinión de que la creación tiene un componente externo bastante importante: aquello que creas viene de otra parte, aunque no se sepa muy bien de dónde exactamente; pero no nace de ti directamente. Puede ser tu propio subconsciente, otra ‘dimensión’… No lo sé, pero no parece muy de este mundo. En cierto modo, el proceso creativo para mí se parece a pescar ideas o estéticas venidas ‘de otro planeta’ y tratar de traducirlas al mundo real. Ese es, quizá, el único mérito del llamado creador: traducir, darles cuerpo, encarnar (que, no en vano, es el significado etimológico de crear).
Al leer la historia del viejo marinero, nos trasladamos hasta ese pueblo y nos convertimos en un personaje más gracias a su verosimilitud y ternura. ¿Te has inspirado en algún hecho o en alguna persona real?
Paradójicamente, no. La inspiración no provino del mundo real, sino de un sueño. El sueño que tiene el marinero (una especie de premonición muy fuerte que le decía que se iba a casar con una mujer nacida en un puerto de mar) lo tuve yo mismo. Al día siguiente, tuve que tomar una decisión: o me lo creía (con muchas probabilidades de acabar volviéndome completamente loco) o lo sacaba de mí de alguna manera. Así que decidí crear un personaje donde volcarlo y entonces fluyó la inspiración una vez más. Desde entonces, tengo una especie de máxima: ‘si no puedes hacerlo realidad, hazlo ficción’.
¿Cuál es la principal barrera con la que has tropezado al escribir Júpiter?
Quizá el peor enemigo es uno mismo, puedo ser bastante crítico con mi propio trabajo. Incluso ahora, pienso que el resultado final es muy mejorable por mi parte; pero, para ser mi primer libro, estoy satisfecho con el resultado.
Los relatos en sí fluyeron sin demasiado problema; por lo general, todos ellos están escritos de una tacada. Reconozco que no escribo muy a menudo, pero, cuando lo hago, es de forma compulsiva. Lo que para mí resulta más complicado es pulirlos: el proceso de selección de los relatos (hubo más descartes de los que me habría gustado) y retocar el estilo para hacerlo un poco más accesible quizá han sido los mayores retos. Suelo encadenar subordinadas sin fin visible y de expresar conceptos tal vez demasiado crípticos o complejos. He intentado describir ideas o fenómenos abstractos, pero de manera sencilla, lo cual es un equilibrio bastante delicado.
Encontrar historias tan variadas y fascinantes no resulta nada sencillo. ¿De qué manera afrontas los momentos en blanco? ¿Cómo fue el proceso creativo de este primer libro?
Bastante natural, como he indicado anteriormente. Soy incapaz de forzarme a escribir desde cero; si en algún momento tengo un bloqueo (lo cual ocurre la mayor parte del tiempo), simplemente lo dejo hasta que, de repente, un día todo lo que se había acumulado en la mente se desborda.
¿Qué es lo mejor y lo peor de escribir relatos?
Para mí, resulta muy gratificante, es una especie de estado alterado que te abstrae del mundo por un corto periodo de tiempo, dejándote un buen sabor de boca. Diría que es terapéutico, una necesidad más que otra cosa. Lo peor (por decir algo) es que la forma poco disciplinada e impulsiva que tengo de escribir te impide hacer cualquier otra cosa en ese momento, con lo cual tienes que aplazar otras tareas o, si fueran inaplazables, aparcar el proceso, lo cual suele desembocar en la pérdida de la idea o de un grado importante de frescura.
Tu estilo y tu cuidada narrativa denotan un gran bagaje literario. ¿Qué autores te han influido?
Italo Calvino, Michael Ende y Lewis Carroll, sin duda, son una gran influencia en lo que escribo. Siempre he admirado su imaginación y la forma lírica de expresar ideas fantásticas a la vez que oscuras o filosóficas. También algo del realismo mágico y el Cortázar de Historias de Cronopios y de Famas.
Umbral es otro de mis autores favoritos, salvando las distancias (que son de años luz en este caso) con respecto a la influencia. Era un auténtico maestro, una exageración: sacaba belleza de donde no la había, de lo cotidiano; de cualquier cosa, literalmente (nunca mejor dicho).
Como decíamos al inicio, Júpiter es tu primer libro publicado. ¿Sientes cierto vértigo ahora que tus relatos están expuestos a público y crítica?
Bueno, Sara Oliveira (una escritora compañera de generación poco conocida, pero muy buena, en mi opinión) dice que escribir es desnudarse. Si no estás dispuesto a exponerte con tus virtudes y tus miserias, no escribas.
El vértigo siempre existe, pero también es imposible gustarle a todo el mundo. De hecho, obtienes una medida más exacta de lo que haces, hasta dónde llega, si gusta o no, y a quién. El tiempo dirá si tiene mayor o menor valor, pero yo personalmente tenía que sacarlo. Sentía esa necesidad y era más fuerte que el miedo a la respuesta que pueda obtener.
Ahora que Júpiter ha sido publicado, estás inmerso en un libro de poemas. ¿Nos puedes dar un adelanto? ¿Volverás a la narrativa en un futuro próximo?
Está prácticamente terminado, aunque sigo escribiendo algunos nuevos poemas que quizá pasen a formar parte del libro. Queda, una vez más, pulir detalles y darle una forma un poco más definitiva. Van en la línea de los relatos de Júpiter, pero de una manera más concentrada, por decirlo de alguna manera. También son breves, para ser poemas. Son más bien aforismos y versos sueltos en su mayor parte. El tono también es tal vez un punto más oscuro y libre, más anárquico y abstracto, más radical, menos edulcorado o empalagoso.
Con respecto a la narrativa, he escrito varios borradores después de publicar Júpiter. Cuando tenga algunos más, no descarto otro libro de relatos; quizá una especie de secuela, ya que la línea es, de momento, parecida. Pero probablemente sea para más adelante, dependiendo de la respuesta que tenga este. Antes me gustaría publicar una serie de relatos de carácter esperpéntico y surrealista que coescribí hace unos años con un buen amigo mío y que creo que merecen salir a la luz. Nunca me ha gustado mucho la idea de repetirse o encasillarse, no creo que sea muy sano tanto para el autor como para el lector.