Tras sorprender al público con ‘El vendedor de humo’, su ópera prima, Andrés SanDemetrio vuelve a la carga con una novela titulada ‘Cuando los cerezos florezcan’. La historia, contada por varias voces, gira en torno a si el fin justifica los medios, con el espionaje y el terrorismo como telón de fondo
El escritor valenciano Andrés SanDemetrio debutó en 2015 con El vendedor de humo, un thriller oscuro y novedoso por la presentación de sus temas en un contorno nada habitual para el género. Dos años después, publica Cuando los cerezos florezcan, una novela que enfrenta a los servicios de inteligencia con organizaciones terroristas en un relato apasionante de inesperado desenlace donde el análisis y la crítica social se convierten en el personaje central.
«Con esta novela, aprendí a escribir del modo en que lo hago ahora, aunque quizás, pensándolo bien, fue ella la que me enseñó a hacerlo. La cuestión es que, en su día, la dejé aparcada y empecé a escribir El vendedor de humo. Después del sabor que me dejó este libro, concluí por fin Cuando los cerezos florezcan.»
Cuando los cerezos florezcan es una historia de espionaje en la que, como no podía ser de otra manera, nada es lo que parece. Sin embargo, suspense aparte, el mayor foco de atención de esta segunda novela de Andrés SanDemetrio es su trasfondo actual, empapado de un análisis sociopolítico sobre los acontecimientos que han tenido lugar durante las últimas décadas: el terrorismo, la lucha de poderes y las relaciones entre los dos bandos. La libertad y la justicia parecen utopías, dando paso a otras batallas: por el dinero y por el poder. Mientras tanto, gente inocente sufre y se ve avocada hacia un trágico final, bien el de un radical o bien un ciudadano de a pie.
«Yo diría que Cuando los cerezos florezcan es una voz prestada a cada uno de los contendientes del conflicto armado que se traza en su interior, tanto a los que luchan por que creen que no existe otro modo de conseguir aquello que desean, a los que dudan, a los que reniegan de la violencia, a los que los persiguen como a los que de un modo accidental se ven envueltos en la vorágine que este genera.»
La novela mantiene al lector en una constante reflexión, como a Benjamín, uno de los protagonistas; gira en torno a la cuestión de si el fin justifica los medios. Asimismo, critica el uso inadecuado de los medios en detrimento y perjuicio de la verdad y de la objetividad, mientras proliferan el salseo, los falsos juicios y los pensamientos de los que están arriba. Tal uso dejaría a los demás participantes como títeres cuya función es esparcir las ideas de sus superiores, carentes de reflexión y de propuestas reales y útiles. De esa forma, solo queda la búsqueda del titular más rompedor, sin importar si detrás esconde una gran mentira. Dejar la opinión pública en las manos equivocadas, al final, resulta igual de peligroso que un arma, ya que es un instrumento capaz de desvirtuar la realidad y de conducir al odio en un abrir y cerrar de ojos.
‘En esta obra, se recoge el discurrir de dos trenes que van por la misma vía y en sentido contrario, dos ferrocarriles a los que el autor coloca en el mismo raíl: el de su imaginación’, comenta Covadonga sobre Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Y esto mismo representa Cuando los cerezos florezcan, la historia de dos almas o dos partes de la misma ecuación con maneras diferentes de entender el mundo que se encuentran en un infierno: el de la realidad que les ha tocado vivir.
«Si no ocurre nada extraño, la siguiente novela será Cuando vivíamos como gigantes. En este relato, me alejaré un poco de la novela de intriga y misterio, y será algo más intimista. Me apetece profundizar en la vejez, en lo que se siente cuando uno vivía como un gigante y ya no lo es; de ahí, el título de la novela.»
«También tengo previsto, cuando termine de escribir Cuando vivíamos como gigantes, retomar El vendedor de humo, ya que quiero que sea una trilogía.»