El polifacético escritor Ramón Fanés Gil deja a un lado la novela para presentar ‘Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos’, un libro que recoge treinta y un relatos en una mezcla hipnótica entre cotidianidad y fantasía.
Si hay algo que caracteriza a Ramón Fanés Gil es su versatilidad, su facilidad para moverse entre las distintas artes y los diferentes géneros en los que estas se dividen. Desde la pintura hasta la novela, pasando por la poesía, el teatro, los cuentos… El autor utiliza cualquier forma de expresión al antojo de su creatividad para dar rienda suelta a la imaginación y convertir la realidad en un océano de sueños. Tras la publicación de las novelas El duelo de Sabino y El hombre inquieto, así como de varios poemarios y textos teatrales, da el salto a los relatos con un libro titulado Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos.
Los cuentos son pequeñas narraciones condensadas que deben tener un ritmo ágil y descripciones precisas y concisas. De otra forma, resultaría fácil desengancharse o quedarse fuera de la historia. O, lo que es peor, acabar el relato teniendo la sensación de que no se ha contado ni vivido absolutamente nada. Este vacío es el que define si un cuento engancha o se convierte en una lectura totalmente prescindible. Escribir cualquier género, como toda labor en la vida, requiere de ciertas habilidades y tiene un nivel de dificultad. Pero los cuentos, por su naturaleza, exigen un extra. En pocas páginas, el lector debe sentir que se le ha contado la historia más maravillosa del mundo o que, al menos, ha sido capaz de visualizar las escenas al igual que cuando era un niño y se imaginaba que el lobo también podría morderle a él si quisiera, asomando sus enormes fauces fuera del papel.
Lo que Ramón Fanés propone es una miscelánea de temas, lugares y caracteres que se mueven entre la cotidianidad hasta rozar lo esperpéntico. Locos enamorados, avariciosos sin límites, amistades que se confunden en plena expedición… Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos se convierte así en el compañero perfecto para todo aquel que no lleve una idea preconcebida sobre lo que quiere leer y que busque una lectura amena que le saque una, más bien, muchas sonrisas. Aquí tienen cabida tantas clases de historias como el lector pueda imaginar, contadas en un tono desenfadado que resalta aún más las escenas caricaturescas que se describen.
El autor ha tocado varias artes a lo largo de su trayectoria y esa versatilidad la traslada a este libro de relatos, dejando, como en cualquier proceso artístico, que su mundo interior conecte con el exterior para representar la realidad según su libre interpretación y convertirla en un mundo diferente, obteniendo un nuevo cristal a través del que mirar.
Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos se encuentra disponible en Amazon, El Corte Inglés, Read On Time y ReadFy, entre otros. Aquí, una entrevista a Ramón Fanés Gil.
Buenos días, Ramón. Después de atreverte con novela y poesía, publicas Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos, tu primer libro de relatos. ¿Qué historias podremos encontrar y qué es lo has querido transmitir al lector con ellas?
Buenos días. Lo que el lector va a encontrar es concreción, variedad, brevedad y sorpresa. Este, mi primer trabajo sobre cuento corto, ha sido una continua búsqueda de ideas novedosas contadas de forma concentrada. Eso es lo que el lector va a encontrar en el libro. Pienso que los cuentos pertenecen a tres mundos: el mundo de la imaginación, el mundo de la realidad y la mezcla de los dos. En Una cacería de pavos…, están todos esos mundos en forma de treinta y un cuentos, algunos reales, otros imaginados y la mayoría correspondiendo a vivencias idealizadas o a sueños convertidos en realidad.
Como decíamos, te iniciaste en la literatura a través de otros géneros. ¿Por qué has decidido dar el salto a los relatos cortos? ¿Crees que estos constituyen un buen ejercicio para desarrollarse como escritor? ¿Los recomendarías como base indispensable?
Cuando terminé la novela El duelo de Sabino, ya había escrito cinco o seis cuentos. Todos sabemos que los caminos trazados conducen a alguna parte y, si no los seguimos, no descubriremos nunca el final. Un cuento es un relato apretado y corto en el que el desarrollo es rápido y conciso. Por eso, su lectura es fácil y amena, y representa empezar algo y acabarlo en muy pocas páginas.
En el cuento, tiene que estar todo: una exposición medida, el relato en sí y una conclusión rápida y contundente a modo de inesperado final. En definitiva, es un ejercicio maravilloso para la rápida comprensión de tu interlocutor que creo recomendable como ejercicio para todos aquellos que queremos abrirnos paso en el mundo de la escritura. Y un cuento lleva al siguiente cuento.
¿Qué es lo que te llama la atención de escribir cuentos? ¿Cuál es la fase de creación que has disfrutado más?
Lo que más me llama la atención de los cuentos es su brevedad, tener que explicar mucho en muy poco tiempo, desechar la novela que cada cuento lleva implícita, reducir el relato a muy pocos párrafos perfectamente estudiados… No se trata de narrar, sino de contar deprisa. En los cuentos, se puede incluso recurrir a la poesía literaria, al arte de confundir las cosas para relatar con más contundencia y mejor, en menos espacio. Siempre con la idea de favorecer y estimular los sueños del receptor dándole pocas pistas, intentando que siga el camino por sí mismo apoyándose en unos pocos adjetivos. Esto sí lo disfruta el escritor, sobre todo cuando se deja llevar por la sensación de la lectura de lo que él mismo ha escrito.
¿Fue difícil seleccionar unos relatos y dejar otros fuera? ¿Te arrepientes de haber incluido/excluido alguno?
Esto no ocurrió así. Los cuentos, como te decía, nacieron con el final de la novela. Luego hube de continuarlos, siempre en la idea de confeccionar un libro de cuentos. Salieron uno detrás de otro en un periodo de cuatro meses y están en el orden en el que fueron concebidos. En mi próximo libro de cuentos, además de las dedicatorias, todos tendrán fecha. Generalmente, al acabar uno, ya ha nacido la idea para escribir otro. Una cosa te lleva a la otra, por lo menos, en mi caso. El libro original debía albergar treinta y seis cuentos, cinco de los cuales (los últimos precisamente) constituyen mi reserva espiritual para el próximo libro de cuentos: treinta y un cuentos más. La idea que llevo en la cabeza es la de escribir cien cuentos. Cien es un número tranquilizador.
Publicaste El duelo de Sabino, tu primera novela, con Círculo Rojo y ahora has elegido a Falsaria para materializar Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos. ¿Cómo es la experiencia de publicar con una editorial y qué consejo darías a los escritores noveles?
Por mi profesión, no tengo tiempo para dedicarme a más cosas. Escribo libros, pinto cuadros y me dedico a los negocios. Además, tengo familia y muchas obligaciones por delante. ¡Solo me faltaría ahora tener que ocuparme de la promoción de todo lo que hago!
Un narrador, un artista es como la misma tierra: necesita dar fruto, desarrollarse, mostrar lo que lleva dentro. Esa es la primera parte del mensaje. La segunda viene dada por quienes hacen posible que exista la repercusión mediática, los editores y divulgadores. Lo digo con sinceridad: yo no he tenido tiempo para promocionarme y son los editores quienes me están ayudando con la publicación.
Como pintor, tardo un año completo en pintar veinte cuadros. En escribir una novela, lo mismo, amén de las entre cuarenta y cinco y sesenta lecturas anteriores a la publicación, y las correcciones necesarias para pulirla y terminarla (casi un año y medio más). Todo esto no es posible sin ayuda y los nuevos editores han llegado en el momento oportuno para satisfacer la necesidad de expresar de una numerosa cantera de escritores hartos de llamar a puertas que no se abren y acomodados con los escritores de siempre. Tanto Círculo Rojo como Falsaria, han representado para mí un vehículo hábil y efectivo para darme a conocer y, en definitiva, es el camino para todo aquél que desea ver su obra publicada.
Con Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortosen el mercado, ¿en qué estás trabajando actualmente?
En teatro. Es una vieja aspiración que intento vea la luz.
En 1993, me planté en Madrid en un puente de la Constitución con muchas obras de teatro bajo el brazo. Fui a ver a los mejores dramaturgos del momento, actores y directores teatrales, y también a empresarios teatrales. Nadie leyó mis obras. Al final, cuando el dinero escaseaba, logré mantener una entrevista con un empresario de un céntrico teatro madrileño. Me dijo que la obra le gustaba y que, si quería representarla, debería proveer el dinero suficiente para pagar los ensayos. Volví a Barcelona jurando no escribir nunca más y, al cabo de un mes, estaba tan enfermo que me puse a pintar para canalizar mi expresión. Creo que mis obras de teatro deben ver la luz. Es algo que no me quito de la cabeza y en lo que sueño constantemente. Necesito una compañía, un teatro y mucha publicidad. Como siempre, ya adelanto que las obras no van a defraudar.
Como segunda opción, la presentación en público de otra novela acabada. Se titula El hombre incompleto y se trata de mi primera novela repasada, revisada y a punto. Y empezar con el tomo II de relatos cortos o cuentos, seguramente, este mismo verano, compaginándolo con alguna exposición de pintura.