Un estudio publicado por The Medical Journal of Australia muestra estos datos que afirman que los más pequeños de la clase pueden sufrir problemas de aprendizaje y de comportamiento
Un nuevo estudio ha querido analizar cómo el hecho de ser siempre de los más pequeños en clase puede afectar al aprendizaje y al comportamiento, y se ha visto que estos niños tienen el doble de riesgo de ser medicados para el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
No es el primer estudio que halla esta relación
Como decimos, hace muchos años ya que se está viendo que los niños de diciembre van, año tras año, en desventaja con respecto a sus compañeros, y que eso les hace tener peores resultados (sobre todo al principio cuando son más pequeños). Como consecuencia, son niños que pueden estar más «despistados» en clase (si les cuesta entender o seguir el hilo, lo normal es que desconecten), que puedan buscar otras maneras de estimular su curiosidad o sus ganas de divertirse y dejen de hacer caso y que, como consecuencia, aparezcan problemas de comportamiento. Todo ello les lleva, según se confirma con otros estudios similares, a que sean más propensos a ser diagnosticados con TDAH.
Según leemos en IFLScience, el estudio ha sido publicado en The Medical Journal of Australia, y para llevarlo a cabo han analizado los resultados de niños con diagnóstico de TDAH, poniendo énfasis en los que cumplen años antes del 30 de junio. Y es que allí funciona diferente: el curso escolar empieza en enero y la fecha de corte está establecida en el 30 de junio. Así, los nacidos el 1 de julio son siempre los más mayores de la clase.
Esto, a la práctica, es indiferente, pues tanto aquí (donde el corte se hace el 31 de diciembre) como allí, la diferencia entre los más mayores y los más pequeños es la misma, de hasta un año (del 1 de enero al 31 de diciembre).
Para hacer el estudio, el Dr. Martin Whitely, de la Universidad de Curtin, analizó las fechas de nacimiento de los niños diagnosticados de TDAH que estaban tomando medicación para dicho trastorno. Los resultados que obtuvo fueron inicialmente poco concluyentes, porque hay zonas de Australia donde a pesar de que por edad los niños pueden ir al colegio, sus padres optan por esperar un año más. Sin embargo, observando aquellos lugares en que los niños entraban en su mayoría al colegio cuando por edad podían hacerlo -en el oeste de Australia el 98% de los niños van al colegio cuando les toca entrar por edad-, concluyó que los nacidos en junio tenían el doble de riesgo de ser medicados para el TDAH que los nacidos en julio.
Es decir, que si un niño naciera el 30 de junio tendría más riesgo de ser medicado en caso de tener TDAH que otro niño nacido el 1 de julio, al día siguiente, por el mero hecho de que el del día 30 será el pequeño de su curso, y el del día 1 será el más mayor del curso siguiente.
Esta diferencia, al parecer, se hacía menos evidente cuanto mayores fueran los niños, probablemente porque a mayor edad, a mayor maduración, menores son las diferencias del desarrollo y de capacidad de aprendizaje que los niños tienen por su edad.
¿Está sobrediagnosticado el TDAH en estos pequeños?
¿O quizás está infradiagnosticado el TDAH en los más mayores? El Dr. Whitely sugiere al respecto que lo más probable es que esté sucediendo lo primero: que los niños más pequeños, por adaptarse peor desde el principio al colegio y llevar un ritmo de aprendizaje diferente al de los más mayores, tienden a ser sobrediagnosticados de TDAH.
A raíz de estos resultados, los investigadores han decidido investigar cómo podría ayudar a estos niños la posibilidad de retrasar un poco su entrada al colegio. Es cierto que siempre habrá unos que serán los más pequeños, pero si por ejemplo los niños entran a los tres años, no es lo mismo tener a un niño de 2 años y medio como el más pequeño, que uno de tres años (si se optara por retrasar el corte seis meses).
Asimismo, consideran oportuno analizar cuáles son las posibles repercusiones de medicar durante años a los niños con TDAH; pues es algo que se hace desde hace tiempo y cuyos efectos a largo plazo no están todavía claros.
Mientras tanto, la comunidad educativa tiene deberes también a este respecto: velar por esos niños que por edad pueden tener más dificultades para que puedan sacar todo su potencial, y para evitar que los padres (y ellos mismos en la edad adulta) piensen que les habría ido mejor si hubieran nacido un poco más tarde.
El contenido de este comunicado fue publicado primero en la web de Bebés y más