El New Yorker, esa revista tan famosa sí, se mantiene a flote y publica un artículo que nos habla de la neo-derecha americana (Alt-Right) que, de una manera u otra, ha convertido en presidente al señor Donald Trump.
No, ya no llevan capuchas blancas en la cabeza pero son del centro de Estados Unidos y llevan el móvil por bandera y su medio son las redes sociales (que parece que manejan bastante mejor que yo). Creen en las superioridad de la raza blanca, están contra la inmigración y son un poco machistas (lo de poco es por decirlo suavemente). Vamos a tomar las palabras de la revista, que resumen de manera más vehemente lo que es esta neo-derecha:
Una laxa coalición de nacionalistas blancos, neomonárquicos, masculinistas, conspiranoides, nihilistas beligerantes, y ‘trolls’ de redes sociales.
Se organizan online y no tienen problemas en publicar que Hilary Clinton tiene problemas neuronales y es alcohólica y se quedan tan a gusto (se tuvo que defender de estas acusaciones públicamente, sí). Por cierto, un ‘troll’ es alguien que se dedica a meter m. en los foros y demás para que se anime la discusión (y lo suele conseguir, yo tuve varios y son un peligro, y van muy en serio).
Por cierto, la información la publicaron en Breitbart News, un sitio que tiene porrón, porrón de visitas. Y como ya vimos, Trump no ganó en las ciudades ni en las costas, sino en la zona centro del país.
La neo-derecha, por muy extraño que nos pudiera parecer, tiene una enorme capacidad de difusión y se ha adaptado fenomenal a los nuevos tiempos y a la tecnología (mientras Hilary Clinton siguió peleada, por ejemplo, con Facebook, hasta el final de la campaña, mientras que Trump manejó este asunto mucho mejor, también en Twitter).
No son religiosos y no son como los locos de la iglesia que vemos en las películas siguiendo al buen pastor. Muchos son ateos recalcitrantes y abogan más por la raza que por la religión.
Machistas, dicen que el feminismo es un cáncer y demás lindezas… ya os digo, echadle un ojo al Breitbart News que están que saltan de alegría por allí.
Pues ya conocemos un poco más a la neo-derecha americana. ¡Qué chupi!