Google, en colaboración con investigadores de la universidad de Oxford, están desarrollando DeepMind, un proyecto de inteligencia artificial que puede ahora leer los labios y acierta casi un 50% de las veces frente al 12% que aciertan los humanos. DeepMind ya ha aprendido a jugar mejor que los humanos a algunos juegos con éxito y a otros asuntos más. Una aplicación que aprende por sí misma a aprender y desarrolla sus propias normas para ello.
Sin embargo, lo interesante no me parece el porcentaje de acierto sino el sistema que se ha seguido para desarrollar DeepMind: se ha sometido al software (insisto, basado en IA) a 5.000 horas de vídeo para que así aprenda a leer los labios. Y aprendió. Hace un par de años ya se anunciaba una IA a bombo y platillo que estaba aprendiendo a jugar a video-juegos y ahora parece que la IA alcanza un carácter más práctico y cercano, con aplicaciones evidentes.
DeepMind podría muy bien acercarnos a este asunto del que tanto se habla ahora de la traducción simultánea: yo hablo en japonés, tú en inglés, nos entendemos cada uno en su idioma y todo a través de una video-conferencia.
Google estrenó la IA en una aplicación en su nuevo teléfono Pixel del que ya hablamos en esta sección:
https://www.martincid.com/2016/10/19/pixel-nuevo-telefono-google-caja-cerrada-nuevo/
Sí, lo de la caja cerrada fue, otra vez, una decepción (aunque parece que está de moda) y lo de la IA no está para echar cohetes. Sólo está disponible en inglés y sirve poco más que para encontrar un restaurante cercano y que te diga qué día va a hacer mañana –a elegir entre falda o pantalón ya no te ayuda-. Pero en poco menos de dos años hemos asistido a una evolución muy cuantitativa en este sentido y parece que el método de aprendizaje está funcionando y es algo de lo que nos alegramos.
Buenas noticias y esperaremos a ver la aplicación de DeepMind en nuestras vidas. Un vídeo muy interesante el que proponemos, donde habla de la aplicación de DeepMind en el plano de la salud.
Desde el ciberespacio de mi casa en La Tierra, María Wolff.