Tras un estallido millonario en 2021, el criptoarte afronta ahora su particular etapa de incertidumbre

Susan Hill Susan Hill

La puja en Christie’s superó los sesenta millones de euros y el mundo del arte certificó en ese momento la llegada de un nuevo fenómeno. En marzo de 2021 la obra denominada ‘Everyday: The First 5.000 Days’, del artista estadounidense Mike Winkelmann (Beeple), logró el tercer precio más alto alcanzado en una subasta por un artista vivo, sólo por detrás de Jeff Koons y David Hockney. La pieza en cuestión era un NFT, un archivo digital compuesto por un collage de 5.000 imágenes individuales que se elaboró a lo largo de más de 13 años. El criptoarte acababa de nacer.

Desde entonces, las opiniones dentro del circuito artístico han sido especialmente desiguales. Hay quien trata de adherirse a un negocio que todavía no ha tocado techo; otros piensan que la especulación en torno a este asunto está frenando la movilidad de contenido en el espacio cibernético. Mientras se dirime si hay burbuja o no, los datos asoman dos años después del éxito de Beeple: el criptoarte pasó de acaparar todo el interés de los inversores internacionales a registrar una pérdida media de 19.000 transacciones diarias en el año 2022. No en vano, la situación ya se intuyó en las apuestas con bitcoin, donde las predicciones alertaron pronto de una posible burbuja.

Ya son muchos los estudios que avisan de que el gran desplome que está sufriendo este mercado está unido al colapso de las criptomonedas, iniciado a finales del pasado curso. Los expertos en economía lo comparan con la burbuja inmobiliaria de la crisis del 2008 e indican que se trata de un fenómeno similar. Un ejemplo evidente de la explosión de esta burbuja es la venta del primer tuit de la historia que fue vendido como NFT: su precio fue de 2.9 millones de dólares. Sin embargo, un año después, la oferta máxima para su reventa en la subasta no pudo alcanzar los 14.000 dólares.

Según el informe de Artprice, el hundimiento de los NFT dentro del arte digital ya es evidente, con una caída del 94% en las transacciones. De mover casi 3.000 millones de euros en el año 2021 se ha pasado a los poco más de 600 que se obtuvieron en el último ejercicio: cuatro veces menos, de acuerdo con NFTs CryptoSlam.

En palabras de esta compañía, el primer trimestre de 2023 sigue el curso del año previo, por lo que las inversiones a largo plazo en el sector se están desinflando. La última empresa en abandonar la financiación del mercado de los tokens no fungibles ha sido Meta (propietaria de Facebook e Instagram, entre otras), tan solo diez meses después de anunciar la futura aparición en sus aplicaciones de coleccionables digitales.

Por el contrario, otros expertos apuntan a que en este momento el mercado del criptoarte comienza a estabilizarse. Explican que, durante su etapa inicial, las grandes empresas tecnológicas se aventuraron a pronosticar que todos podrían poseer su propio avatar NFT en el metaverso o una colección de arte con los que ganar grandes sumas de dinero. Este hecho hizo que creciera la burbuja especulativa, con la que se disparó el precio de los tokens, aunque su valor real fuese mucho más bajo. Ahora que tanto la oferta como la demanda de estos activos se ha reducido significativamente, los indicios apuntan a una moderación del sector.

Aunque el destino de los tokens no fungibles es fluctuante y su futuro a medio plazo todavía está por determinar, el prestigioso medio financiero y digital Blockworks avanza que el gigante Amazon va a desplegar su propia plataforma de compra y venta de NFT de carácter artístico. Según informan, la iniciativa tomará forma en mayo de este año y será la propia multinacional la que avise a los usuarios de Amazon Prime de la posibilidad de adquirir obras de arte digital relacionadas con los productos físicos que hayan comprado previamente. Por ahora, se desconoce la tecnología que la empresa de Jeff Bezos utilizará para construir la plataforma, pero sí hay constancia de que el plan que se implantará será inicialmente entre compradores estadounidenses.

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