Como ya sabrán, la novela de Orwell 1984 se escribió en 1948, precisamente por eso de hacer la gracia y darle la vuelta al número y, predeciendo el futuro, planteaba una distopia sobre el comunismo y, al frente, ese “gran hermano” que todo lo veía y todo lo sabía.
Más allá de los sistemas estatales, que parece que se están quedando un poco obsoletos por mucho poder que aún tenga, parece que la gran amenaza viene de la IA y su capacidad para analizar todo el Big Data que reciben a través de sus múltiples sistemas de acumulación masiva de datos de usuarios, que comparten entre sus diversos sistemas y que, gracias a varias empresas que se aglutinan en conglorados tecnológicos que todos conocemos (pero que no me atrevo a nombrar por motivos obvios).
Así, estas empresas rastrean, acumulan información de los usuarios y, dicen, la emplean para fines publcitarios. O más allá (os lo puedo asegurar).
Algunos buscadores han cambiado sus políticas (dicen) para beneficiar a los usuarios y, así, hacerles la vida más sencilla. Mientras, acumulan los datos de los medios de comunicación, de revistas especializadas y los procesan a su gusto para terminar gestionando y controlando, gracias a sus políticas, la forma en la que los medios de comunicación y revistas ofrecen esta información. Dicho de otra manera: el poder de esas tecnológicas es tan fuerte que se han convertido en filtros entre el usuario y el medio y, si no son ellos los que ofrecen esa información, el usuario no es informado porque, hoy en día, muchos usuarios sólo acceden por el filtro que ofrecen esas tecnológicas.
Dicho de otra manera: o haces lo que ellos quieren, o no darán al usuario tu información, por lo que esa información se pierde en el universo de internet, sin lectores. Diréis: bah, si son cuatro medios pequeños. Para nada, os aseguro que hago estudios diarios sobre los cambios que grandes medios de comunicación hacen diariamente para cumplir con los parámetros de estos gigantes tecnológicos, porque sin ellas, la información simplemente no llega.
Tampoco voy a dar nombres (así que sé que no saldré en ningún sitio, soy consciente de ello), pero hablo de los periódicos más importantes del mundo, nivel internacional y de ésos que, cuando hablan, tienen influencia a nivel mundial. Sí, ellos también cumplen las normas marcadas por las tecnológicas.
Palabras como monopolio y abuso sobrevuelan las mentes de todos, demandas por doquier y una respuesta inapelable: no obligan a nadie a estar ahí ni imponen nada. Ponen sus criterios y, si no se cumplen, simplemente se quedan fuera.
Gracias a esta combinación de observación de tendencias en los usuarios y normas para medios de comunicación, estas tecnológicas se convierten en gigantes poderosos que seleccionan qué entra en la mente del usuario y qué no.
Dejo para la última parte la película de terror, la de verdad: a esto hay que sumar a la IA, que trabaja para seleccionar y ordenar esta información según criterios preseleccionados.
Directamente para el usuario, dicen ellos.
Mientras, a la vez, reciben comisiones por hacer de intermediarios.
Aydados por un enorme sistema de vigilancia que controla a qué información debemos tener acceso y a qué no.
La gran batalla de los medios de comunicación ha sido siempre la libertad, de pensamiento y difusión, de palabra y opinión. Si se filtra a través de la tecnología esa libertad, si esa libertad queda sesgada por este complicado filtro de intereses. La libertad de prensa y pensamiento queda seriamente comprometida.
Martin Cid, fundador de este pequeñísimo medio que intenta sobrevivir no sabe por cuánto tiempo.