El característico aroma salino del Mediterráneo suele bastar para calmar el alma, pero en el universo de La paz de Marsella (Pax Massilia), la brisa marina arrastra el sabor metálico de la sangre y el humo acre de los neumáticos quemados.
Netflix invita de nuevo al público a la segunda ciudad más grande de Francia para la segunda temporada de su visceral thriller policial. Cuando se estrenó, La paz de Marsella fue un fenómeno inesperado que despertó el interés mundial: una joya cinética y sin pulir que rechazaba la estética esterilizada de los procedimentales modernos en favor de algo mucho más crudo. Ahora, la espera ha terminado.
Con el creador Olivier Marchal —el rey indiscutible del noir francés— de nuevo en la silla de director, esta segunda entrega promete ser más oscura, más rápida y significativamente más peligrosa. Mientras nos encontramos al borde del estreno, esto es todo lo que necesitas saber sobre el regreso a las mortíferas calles de Marsella.
Las consecuencias: Dónde nos quedamos
Para entender lo que está en juego en los nuevos episodios, hay que recordar el paisaje desolado del final anterior. La serie nos presentó al capitán Lyès Benamar (Tewfik Jallab), un policía que trataba el reglamento como una mera sugerencia. Liderando una unidad rebelde de oficiales ferozmente leales, Benamar operaba en las zonas grises para evitar que su ciudad fuera devorada por una guerra de bandas.
Pero las acciones tienen consecuencias. La primera temporada no terminó con una ceremonia de medallas, sino con el sonido de unas esposas. Benamar fue arrestado por Asuntos Internos, pagando finalmente el precio por sus métodos poco ortodoxos para derribar al narcotraficante Franck Murillo. Fue un final sombrío y cínico, típico de la visión del mundo de Marchal: en la guerra contra el crimen, no hay ganadores, solo supervivientes.
La nueva temporada retoma la historia en esta cruda realidad. La unidad policial está fracturada. Las calles son un caos. Y Lyès Benamar ya no es un cazador; es una presa, encerrado en una celda con los mismos lobos que ayudó a enjaular.
La premisa: Un pacto con el diablo
El motor narrativo de este regreso se alimenta de la desesperación. Mientras Benamar se pudre en prisión, una nueva y despiadada raza de criminales ha surgido en Marsella para llenar el vacío de poder. Estos no son los gánsteres de la vieja escuela con «honor entre ladrones»; son más jóvenes, más violentos y completamente impredecibles.
Ante una batalla perdida, la fiscalía realiza una apuesta calculada. Ofrecen a Benamar un trato: un indulto total a cambio de una misión suicida. Debe infiltrarse para penetrar en la organización de su amigo de la infancia y ocasional némesis, Ali Saïdi (Samir Boitard).
La distinción entre policía y criminal siempre ha sido delgada en la obra de Marchal, pero esta vez, esa línea se borra por completo. Lyès no solo tiene que actuar como un criminal; tiene que convertirse en uno para sobrevivir. Esta dinámica de infiltración cambia el género de la serie. Pasamos de un shooter táctico basado en escuadrones a una olla a presión psicológica. Benamar debe navegar las traicioneras aguas del inframundo sin el escudo de su placa ni el respaldo de su equipo. Cada conversación es un campo minado; cada mirada podría ser la última.
El «Realismo Marchal»: Por qué golpea más fuerte
¿Qué separa a La paz de Marsella de la saturación de dramas policiales en las plataformas de streaming? La respuesta reside en la biografía de su creador. Antes de ser cineasta, Olivier Marchal fue policía. Sirvió en la unidad antiterrorista y en la policía judicial durante los violentos años 80. Cuando Marchal filma una redada, un tiroteo o un interrogatorio, no está copiando otras películas; está recurriendo a su memoria.
En los próximos episodios, se espera que este «Realismo Marchal» se intensifique. Las secuencias de acción en La paz de Marsella son distintivamente sucias. Las armas se encasquillan. Los cargadores se vacían. Los personajes se quedan sin aliento. Los puñetazos resultan en nudillos rotos, no solo en efectos de sonido.
La crítica elogió la temporada debut por su energía cinética, a menudo lograda a través de un trabajo de cámara en mano que coloca al espectador justo en el fuego cruzado. Los primeros informes sugieren que la nueva temporada conserva este ritmo vertiginoso pero amplía el alcance. Nos movemos fuera de las claustrofóbicas salas de interrogatorio hacia la arquitectura extensa y bañada por el sol de la ciudad, utilizando la verticalidad de Marsella para montar escenarios complejos.
El corazón de la serie: Lyès y Ali
Aunque los tiroteos atraen a las masas, la relación entre Lyès Benamar y Ali Saïdi es lo que hace que se queden. Representan dos caras de la misma moneda: dos chicos del mismo barrio que eligieron caminos diferentes pero permanecen unidos por una historia compartida y un respeto a regañadientes.
La narrativa coloca ahora esta relación bajo el microscopio. Ali está cansado. La vida de un jefe del crimen pesa, y está buscando una salida. La misión encubierta de Lyès explota esta vulnerabilidad. La tragedia de la temporada reside en la inevitable traición: para que Lyès gane su libertad, tal vez tenga que destruir a la única persona que realmente lo entiende.
Tewfik Jallab (Lyès) aporta una intensidad melancólica al papel, canalizando el cansancio de un hombre que ha visto demasiado. Samir Boitard (Ali) contrarresta con una amenaza tranquila y una sorprendente profundidad emocional. Sus escenas juntos son el ancla de la serie, recordando a la dinámica de Pacino y De Niro en Heat, pero trasladada al puerto de Marsella.
El escuadrón: Roto pero no vencido
Aunque Lyès es el foco, La paz de Marsella sigue siendo una obra coral. El resto del equipo debe navegar en una fuerza policial que intenta activamente purgar la «influencia de Benamar». La Capitana Alice Vidal (Jeanne Goursaud), presentada anteriormente como el comodín transferido desde la Interpol, es ahora un miembro central del equipo. Probablemente se verá asumiendo un vacío de liderazgo, luchando por mantener unido al escuadrón mientras ayuda en secreto a Lyès. Por otro lado, Tatoo (Idir Azougli) y Arno (Olivier Barthélémy), el corazón y el músculo del grupo, verán su lealtad puesta a prueba. ¿Seguirán las órdenes o se rebelarán para salvar a Lyès cuando la operación encubierta inevitablemente salga mal?
Marsella: Ciudad de luces y sombras
Es imposible hablar de La paz de Marsella sin hablar de su escenario. Marsella no es simplemente un telón de fondo; es la antagonista, la amante y el campo de batalla. La serie hace un trabajo excepcional al mostrar la doble identidad de la ciudad. Por un lado, está la impresionante belleza de la Costa Azul: las aguas azules, los yates de lujo, el histórico barrio de Le Panier. Por otro, están las infames cités (bloques de viviendas) de los distritos del norte, laberintos de hormigón que operan bajo sus propias leyes.
La nueva temporada explora la gentrificación y la corrupción que carcomen la ciudad. Los nuevos villanos no solo venden drogas; blanquean dinero a través de bienes raíces, corrompen a funcionarios de la ciudad y compran silencio. La serie plantea que la verdadera podredumbre no siempre está en la esquina de la calle; a veces, está en el Ayuntamiento.
El veredicto: Por qué tienes que verla
En una era de «televisión de prestigio» que a menudo se siente lenta y demasiado cerebral, La paz de Marsella es una inyección de adrenalina. Es una narración sin pretensiones y de alto riesgo que respeta el deseo de tensión y liberación de la audiencia. Si disfrutaste del ritmo implacable de The Raid, la complejidad moral de The Shield o la crudeza europea de Gomorra, este es tu próximo maratón.
Guía rápida del género «Polar» para no iniciados
Para quienes llegan de nuevas, aquí hay una guía rápida del género que da forma a La paz de Marsella. ¿Qué es? «Flic» es la jerga francesa para policía. El «Polar» (thriller policial) es un elemento básico del cine francés. A diferencia de las series policiales estadounidenses que a menudo se centran en que prevalezca la justicia, los polares franceses suelen centrarse en el coste de la justicia. Los héroes a menudo están divorciados, son alcohólicos o corruptos. El final rara vez es feliz. Las influencias clave incluyen Braquo (también creada por Olivier Marchal), El odio (por su representación de la tensión social en los suburbios) y The French Connection (por el contexto del tráfico de drogas transatlántico).
Quién es quién en esta temporada
Para no perderse en la trama, es vital conocer el estatus actual de los jugadores clave. Lyès Benamar pasa de Capitán a recluso infiltrado, buscando redención. Ali Saïdi, el jefe del crimen, se convierte en el objetivo mientras busca legitimidad. Alice Vidal se mantiene en servicio activo buscando justicia. Miranda, de Asuntos Internos, sigue siendo la antagonista dentro de la ley, mientras que Kamala, el nuevo líder de la banda, busca el control total de Marsella.
Reflexiones finales y fecha de estreno
La cuenta atrás ha comenzado. Las celdas se abrirán, los micrófonos se activarán y la guerra por el alma de Marsella comenzará de nuevo. Si Lyès Benamar sobrevivirá a la temporada es una pregunta abierta, pero una cosa es segura: será un viaje infernal.
La segunda temporada de La paz de Marsella se estrena mundialmente en Netflix el 9 de diciembre de 2025.

