La escultora Aurora Cañero, a los 84, toma la costa de Huelva. Después de protagonizar la última exposición anual de Madrid Luxury Art (MLA) en Madrid, la artista viaja con sus esculturas al paseo marítimo de Lepe, Huelva.
Por iniciativa del Ayuntamiento de Lepe, Cuerpo Solo reúne siete de sus obras, de tamaño natural, en uno de los enclaves principales de la costa onubense: la playa de La Antilla. Todas las piezas han sido elaboradas durante los últimos diez años.
Aunque las esculturas de la muestra representan la figura humana, protagonista de toda su carrera, su inspiración no es el realismo. Es una investigación formal sobre el cuerpo, a la que añade dosis de humor y poesía.
Al instalar sus obras en pleno paseo marítimo, Aurora Cañero alcanza en Cuerpo Solo a una audiencia nueva que no suele entrar en las galerías. Del 6 de agosto al 15 de septiembre, Cañero presentará este recorrido compuesto por siete piezas de bronce a tamaño natural en el paseo marítimo de La Antilla en Lepe, Huelva. “Lo que más ilusión me hace es que la gente sea feliz contemplando mis piezas. Más allá de cualquier otra pretensión, creo que esa es la finalidad de mis esculturas. Son personajes del verano”, comenta la artista, quien agradece al Ayuntamiento de Lepe “que su oferta inmejorable de sol y playa sume un poco de arte contemporáneo”. Antes, estas mismas esculturas pudieron verse en plena calle Ortega y Gasset como parte de la exposición anual de Madrid Luxury Art (MLA).
“Como artista, me aterra quedarme parada”
Llegados a una cierta edad, muchos artistas abandonan el taller y se centran en exposiciones retrospectivas. A sus 84 años, Aurora Cañero sigue trabajando y creando nuevas obras. Todas las piezas que componen Cuerpo Solo han sido modeladas durante los últimos diez años en tamaño más pequeño. Con este proyecto, se han llevado a escala humana. “El arte para mí es como una especie de gimnasia”, reconoce. “Si paras, te agarrotas y pierdes la fluidez. Por eso sigo viniendo todos los días al estudio. Tengo artrosis en las manos pero, mientras no me duelan, las pienso seguir usando para modelar”.
Tras más de cinco décadas de trabajo ininterrumpido, Cañero es, por mérito propio, una de las mejores retratistas del cuerpo humano. La atención al detalle de todo aquello que se adivina bajo la piel –física y emocionalmente– es lo que distingue su producción. Confiesa que la representación del cuerpo humano se ha convertido en una obsesión: “Siento tanta admiración por cómo está hecho (músculos, huesos, tendones…) que nunca me ha interesado mirar en otras direcciones. Con esta exposición en concreto, quería presentar el cuerpo
en toda su humanidad, solamente el cuerpo; el cuerpo solo”.
Precisamente, Cuerpo Solo enfrenta al espectador con esculturas humanas de su misma escala. “El cuerpo es el eje central de la muestra, como ocurre en todo el trabajo de Cañero, pero la intención de la exposición va mucho más allá”, afirma María Luz Cárdenas, comisaria de la muestra. Gerente de los principales museos venezolanos y con casi 40 años de experiencia como curadora, Cárdenas explica que “lo que pretende es enfrentar de tú a tú al espectador con unos personajes que se mueven en el límite entre la realidad y la ficción, lo posible y lo probable”. Por ello, las esculturas de Cuerpo Solo no representan a gente del todo real. Se acercan al canon, pero tienen características profundamente humanas.
Cada cuerpo es distinto, imperfecto, al igual que lo es la realidad. “En la obra de Cañero lo importante no es si la mano es anatómicamente perfecta o no. Eso no es lo que busca la artista, sino que utiliza el cuerpo humano como medio para construir esos mundos que recuerdan al surrealismo, y que esconden mucho detrás. En este sentido, su trabajo recuerda al de René Magritte o Paul Delvaux”, añade Cárdenas.
Poesía visual cargada de misterio
Los protagonistas de las composiciones de Cañero son la encarnación de sus propias ideas y anhelos. Todos comparten rasgos faciales: “He intentado esculpir caras nuevas, pero siempre vuelvo a la misma. Parece que todos mis personajes sean hermanos”, bromea. Suelen estar acompañados de objetos –desde tablas de surf a estrellas, pasando por flotadores o incluso un escudo– que funcionan como metáforas de sus inquietudes y crean un lenguaje onírico muy próximo al realismo mágico de algunos de sus contemporáneos, como Antonio López. En palabras de la comisaria, “lo interesante de la obra de Cañero es que se encuentra en la frontera entre lo real y lo imaginado. Ver a un surfista con tabla y bañador en pleno centro de Madrid no es habitual, pero sí imaginable. Eso rompe nuestros esquemas. Ahí es donde surge la magia”.
Las obras que componen Cuerpo Solo funcionan, por tanto, como poemas visuales llenos de mística y, a la vez, de cotidianidad. Indagan en la esencia del ser humano y su dimensión más espiritual sin olvidar su aspecto mundano. Para ello, la artista se inspira en sus propias emociones, pero también en los deseos, las preguntas o los temores que son comunes a todo ser humano.
Cada una de las obras de Cañero constituye un universo en sí mismo. En ellas hay cierto misterio, una sensación de que algo se nos oculta. Esconden anécdotas y referencias privadas. Pequeños guiños velados al sentido del humor de la autora. También grandes preguntas, cuestiones universales: la pasión por lo que hacemos, la mirada hacia el pasado, la búsqueda de lo inalcanzable…
Pese a la profundidad de su obra, Cañero se opone a ofrecer interpretaciones. El significado debe surgir del encuentro cara a cara con sus obras: quizá sus esculturas más cotidianas, como Fotógrafo o Patinador, transporten al espectador a sus propios recuerdos y vivencias, mientras que otras como Pensador celeste le lleven a reflexionar sobre las grandes cuestiones del universo. Solo quien se adentre en las obras de Cañero de forma abierta y reflexiva podrá descubrirlo.
Sobre la artista
Aurora Cañero es una de las escultoras vivas con más trayectoria de España. Ha expuesto en galerías de Miami, Mykonos, Bogotá, Toronto, Panamá o Boston. En España, ha estado representada por la galería Kreisler. Ha participado en numerosas ferias en Singapur, París, Seúl, Chicago o Frankfurt. Su obra forma parte de importantes colecciones privadas entre las que destacan el Boca Raton Museum of Art en Estados Unidos; Cassino Museo Arte Contemporanea (CaMusAC), en Italia o el Copelouzos Art Museum, en Grecia.
Mostró inclinación por las artes desde muy temprana edad. Antes de cumplir 18 años, una casa de modas la contrató para realizar los figurines que posteriormente utilizaban en sus catálogos. Fue en aquella época cuando realizó un viaje a Italia en el que descubrió a los grandes maestros –desde las obras clásicas de Mirón y compañía, al Barroco de Bernini– y decidió cambiar la moda por la escultura. Se formó en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde aprendió
vaciado, modelado y dibujo. Finalmente, acabó decantándose por la escultura.
En la década de los setenta comenzó a desarrollar su estilo personal, realizando esculturas sobre todo en bronce, con una estética que seguía la estela de la Escuela Realista Madrileña liderada por Julio López Hernández. De este modo, Cañero se liberó de la corriente predominante, que exploraba la abstracción, y se comprometió con la figuración para el resto de su vida. Durante cuatro décadas compaginó su labor artística con la docencia como profesora en la Escuela de Cerámica de la Moncloa, aunque no empezó a exponer sus obras
en galerías y otras instituciones hasta los 40 años. En parte, esto se debió a la dificultad de compaginar la vida personal, familiar y laboral (tenía un taller de cerámica a su cargo) con la faceta más creativa.