Sergei Mikhailovich Eisenstein nació en Riga (antes Letonia, ahora ni idea, mañana sólo Dios lo sabe) el 23 de enero de 1898 y murió en Moscú cuando apenas contaba con cincuenta años y unos pocos días. Comenzó en el teatro como otro de los grandes creadores del lenguaje del cine: David Wark Griffith[1], y fijó su atención en el teatro Kabuki de máscaras. Consciente de la creciente importancia del cine como medio propagandístico, fue el abanderado del nuevo cine soviético (que obviamente, tenía más bien poco de objetivo).
En 1925 dirige su primera película: La Huelga. Todo un clásico en el que ya se ven las primeras formas de montaje paralelo. ¿Recuerdan la afamada Apocalypse Now de Coppola? La última escena, en la que el protagonista asesina a Kurtz (Marlon Brando) está casi copiada plano a plano de un montaje paralelo de esta obra “primeriza”. Aquí ya vemos las características que posteriormente irá desarrollando: actores no profesionales para dotar de mayor dramatismo, actuaciones muy teatrales y, sobre todo, el montaje de atracción como eje sinfónico.
Su siguiente película será El Acorazado Potemkin (casi nada). Año: 1925. ¿Quién no recuerda la escena de la escalera de Odesa con los grupos de masas enfrentados hacia un final shakesperiano? Pues quien no la recuerde, probablemente no la ha visto. El Acorazado Potemkin junto a su siguiente película (Octubre, 1927) marcan la máxima expresión del montaje de atracción y de la línea del cine soviético del que Eisenstein fue abanderado y exponente hasta su marcha a EE.UU. (dicen las malas lenguas que a Stalin no le sentó demasiado bien; las buenas lenguas lo corroboran).
Hasta su muerte rodaría algunas obras más, siendo la más destacada la trilogía sobre Iván el Terrible que dejó finalmente inacabada (es que murió). Es curiosa su evolución, ya que poco o nada tienen que ver estas cintas con las primeras, tratándose de un montaje mucho más clásico a los ojos actuales, amén de la psicología del personaje, en mayor consonancia con la del zar ruso.
*Este Artículo forma parte del libro Propaganda, Mentiras, Doctrina, Estados. En Descarga Gratuita.
Influencias Posteriores
Esta brevísima reseña biográfica esconde sin embargo a uno de los creadores más grandes e influyentes de la historia del cine. Ha sido homenajeado en cientos de ocasiones (desde la citada Apocalypse Now hasta cierta obra de Brian de Palma llamada Los Intocables de Elliot Ness, en la que se pseudo-parodia la escena de la escalera de Odesa con el carrito del niño). Sin embargo, y por razones que muy pronto comentaremos (no sean impacientes), el cine, y más en concreto el cine americano, ha desestimado esta línea de montaje a favor de la suya propia (no olvidemos que Griffith era americano y… ¿partidario del Ku-Kux-Klan?[1]). Tampoco la Nouvelle Vague francesa optó por estos métodos ya que, según dicen, este montaje era una especie de trampa para el espectador. ¿El Neorrealismo? Si bien alguien como Vitorio de Sica pretendía un retrato sobre los desfavorecidos (y tampoco usaba actores profesionales) emplea el tipo de “montaje invisible” y, sobre todo, la fotografía para crear documentos lo más veraces posibles, aunque a veces esta búsqueda de verdad se realice con los métodos más mentirosos.
El cine actual bebe más de Griffith que de Eisenstein, no hay por qué negarlo. Y bebe en tanto en cuanto el cine se convierte en un sistema que cuenta historias más que en una forma elevada de arte escénico. Directores de cine tan magníficos como Welles fueron expulsados de un sistema que no podía mirar más allá de que la estrella de turno no fuese retratada como un maleante. Tuvieron que emigrar a Europa y, a su vez, los EE.UU. toman directamente de Europa a sus nuevos talentos (Wilder, Mankiewicz, Chaplin, Zinneman… la lista es interminable). Mucho tiene que ver con una “guerra fría” de lenguajes que demasiado bebe de la dualidad capitalismo-comunismo imperante. Cuando Kubrick realiza 2001, Una Odisea del Espacio, Rusia no se amedrenta y encarga a Andréi Tarkovsky filmar Solaris[2]. El cine de Eisenstein es un cine de ideas más que un lenguaje narrativo directo (sin obviar el tema de que es un montaje del tipo “muy agresivo”[3]). Una película de Eisenstein debe ser revisada una y otra vez y, reconozcámoslo, los norteamericanos han impuesto un sistema de consumo que ha influido en gran medida en los productos artísticos, sea cual sea su medio. Citando al maestro ruso: “Una idea que surge de la colisión dialéctica entre otras dos, independientes la una de la otra”. Esta idea interpela al espectador hasta hacerle elegir entre una multitud de significantes y ejes que se comportan sinfónicamente, buscando una relación directa entre el espectador y el celuloide. ¿Algo que ver con la actual forma de espectáculo del cine americano? Poco, muy poco. Y es que esta forma de hacer cine no es de consumo directo y puede ser que requiera que la veamos una y otra vez para que el mensaje logre el impacto deseado.
[1] Me refiero a la película Intolerancia (1916), de David Wark Griffith, tachada por algunos como “apología del racismo”.
[2] A mí esto siempre me ha recordado a la carrera espacial pero de broma.
[3] Lo de “muy agresivo” no lo he leído en ningún W.C. de ninguna cárcel, prometido. Son palabras del propio Eisenstein.
[1] Griffith fue el creador del actual sistema de planos, fijando montajes según el grado de incidencia psicológica (primer plano, medio, general). Según él mismo cuenta, desarrolló el lenguaje del cine leyendo a Dickens (Oliver Twist).
Video sobre Eisenstein: el Montaje Intelectual
Eisenstein en Wikipedia.