La transposición de las Escrituras en el cine contemporáneo: Rut y Booz en Netflix

Rut y Booz
Veronica Loop
Veronica Loop
Veronica Loop es la directora jefe de MCM. Apasionada por el arte, la cultura y el entretenimiento.

La nueva película de Netflix, Rut y Booz, se posiciona dentro de la larga y variada tradición de la exégesis bíblica cinematográfica, un proceso doble de interpretación que involucra tanto las decisiones de producción del cineasta como la recepción activa del público. Más que una recreación histórica, la obra es una transposición deliberada —una estrategia en la adaptación bíblica moderna que acorta la distancia imaginativa y emocional para el público contemporáneo al trasladar narrativas antiguas a un entorno cultural familiar—. La película establece una marcada dicotomía entre dos de estos ambientes: la escena del hip-hop de Atlanta, de alto riesgo y comercialmente impulsada, y la quietud pastoral de la Tennessee rural. Estos escenarios se convierten en los principales ámbitos de un drama moral moderno que explora temas de lealtad, duelo y redención. Los orígenes conceptuales del proyecto son notables, ya que no provienen de una propuesta de estudio convencional, sino directamente del compromiso teológico del productor DeVon Franklin con el material original. La película fue concebida mientras Franklin, quien también es predicador, desarrollaba una serie de sermones sobre el Libro de Rut. En este proceso, identificó una laguna significativa en el panorama cultural: la ausencia de una adaptación moderna de esta historia en particular centrada en personajes de color. Esta visión pastoral convergió con su búsqueda profesional de un proyecto inaugural para su asociación cinematográfica de temática religiosa con el productor Tyler Perry, dotando a Rut y Booz de una distintiva intencionalidad autoral arraigada en el ministerio y el mensaje cultural.

Una narrativa de redención moderna

El guion, escrito por Michael Elliot y Cory Tynan, reinventa meticulosamente los arquetipos bíblicos para una audiencia moderna. La protagonista, Ruth Moably, interpretada por Serayah McNeill, es reimaginada como una artista de hip-hop en ascenso a punto de firmar un importante contrato discográfico. Una tragedia personal —la muerte de su novio— sirve como catalizador para que abandone esta floreciente carrera y la vida glamurosa que representa. Cumpliendo con el modelo bíblico de lealtad inquebrantable, se traslada a un pequeño pueblo de Tennessee para cuidar de Naomi, la afligida madre de su difunto novio, interpretada por Phylicia Rashad. En este nuevo y desconocido entorno es donde se encuentra con la figura del pariente-redentor de la película, Booz, un propietario de viñedos interpretado por Tyler Lepley. El arco narrativo sigue el desarrollo de su romance mientras Rut se enfrenta al trauma no resuelto de su pasado y profundiza sus convicciones espirituales. La elección de situar el dominio de Booz en un viñedo, en lugar de los campos de cebada del texto original, es una sustitución simbólica potente y deliberada. En el léxico judeocristiano, el viñedo es un símbolo recurrente y poderoso de bendición divina, trabajo fructífero y el pueblo elegido de Dios. Este escenario se contrapone directamente a la escena musical de Atlanta que Rut deja atrás, un mundo representado como transaccional y, en última instancia, insatisfactorio. Su viaje físico del escenario al viñedo funciona así como una clara metáfora visual de su transición espiritual y emocional de una vida de ambición mundana a una de sanación, crecimiento y provisión divina. La selección de los guionistas subraya aún más la profundidad estratégica de la producción. Michael Elliot es el escritor detrás de películas culturalmente significativas como Brown Sugar (La reina del hip hop) y Carmen: A Hip Hopera, mientras que Cory Tynan escribió Play’d: A Hip Hop Story. Su filmografía conjunta demuestra una pericia específica y probada en narrativas que fusionan auténticamente el romance negro con las complejidades de la cultura musical, asegurando que la premisa fundamental de la película esté anclada en una construcción de mundo creíble.

Interpretación y caracterología

El peso temático de la película recae en su elenco principal. Serayah McNeill, cuyo trabajo en Empire la familiarizó con narrativas de la industria musical, retrata el viaje de Rut a través del duelo, el desplazamiento y el eventual redescubrimiento de su propósito. Tyler Lepley, conocido por sus papeles en P-Valley y Harlem, encarna a Booz no como un salvador mitológico, sino como un hombre centrado y generoso cuyo amor se presenta como incondicional y no transaccional. Su química en pantalla es central para el núcleo romántico de la película, una dinámica que se vuelve más compleja por sus inusuales orígenes fuera de la pantalla. Los dos actores fueron elegidos mientras coprotagonizaban como hermano y hermana en una película de terror titulada Goons. Esta relación profesional preexistente, forjada en un contexto genérico marcadamente diferente, tuvo que ser transmutada en una conexión romántica y de temática religiosa, añadiendo una capa intertextual única a su actuación. La veterana actriz Phylicia Rashad, como la matriarca Naomi, sirve como el ancla emocional de la historia, aportando una notable solemnidad dramática a los acontecimientos. Para realzar aún más la verosimilitud de la película, se cuenta con la participación de varias luminarias de la industria musical en papeles secundarios, incluyendo a Kenneth “Babyface” Edmonds, Jermaine Dupri, el rapero cristiano Lecrae y Yung Joc. Su presencia confiere una autenticidad inmediata a las escenas ambientadas en el mundo musical de Atlanta, anclando el conflicto inicial de la narrativa en una realidad reconocible.

El paisaje cinematográfico y sonoro

La estética de la película está moldeada por un equipo creativo cuyo trabajo previo denota un compromiso con la sustancia dramática. La dirección corre a cargo de Alanna Brown, cuyo debut cinematográfico, Árboles de paz, fue un drama de supervivencia claustrofóbico y desgarrador sobre cuatro mujeres que se esconden durante el genocidio de Ruanda. Su demostrada habilidad para la narración intensa y centrada en los personajes y la creación de lazos humanos bajo extrema presión informa el núcleo emocional de Rut y Booz, elevándola por encima de las convenciones de un romance ligero. Al contratar a una directora cuya fortaleza probada reside en representar la resiliencia en el crisol del sufrimiento, los productores subrayan la intención de excavar los profundos fundamentos psicológicos y emocionales de la narrativa bíblica. El estilo de dirección de Brown a menudo se enfoca en escenarios íntimos para explorar situaciones masivas y aterradoras, impulsando una comprensión más profunda de la humanidad y manejando temas maduros con delicadeza en lugar de efectismo. Esta visión directorial se plasma a través del lenguaje visual creado por el director de fotografía Michael Negrin. Su trabajo establece un claro contraste temático entre los dos escenarios principales de la película, empleando esquemas de iluminación, paletas de colores y estrategias de composición distintas para diferenciar la energía frenética de Atlanta de la atmósfera tranquila y reparadora de la Tennessee rural. La identidad sonora de la película es igualmente crucial. La banda sonora está compuesta por Kurt Farquhar, un compositor veterano con una profunda e influyente trayectoria en la musicalización de series de televisión negras, habiendo trabajado en programas desde Moesha hasta Black Lightning. Su enfoque es notablemente versátil; en lugar de adherirse a un único estilo, permite que la historia y los personajes guíen su mano musical, viéndose a sí mismo como un instrumento para los directores y productores. Esta adaptabilidad, combinada con una historia personal que él atribuye a fomentar una profunda empatía, hace que sus composiciones sean particularmente efectivas en contextos dramáticos. La música diegética es también un dispositivo narrativo clave. Una canción original titulada “Faithful”, compuesta por Kenneth “Babyface” Edmonds e interpretada por Serayah, funciona como una expresión directa del estado interno de la protagonista, articulando el arco de su personaje y la progresión temática central de la película, desde la desesperación hasta la esperanza.

Una intervención cultural

Como producto cultural, Rut y Booz representa una iniciativa significativa y estratégica. Es el proyecto inaugural de la destacada asociación entre Tyler Perry y DeVon Franklin, una colaboración explícitamente diseñada para producir una serie de películas de temática religiosa para la plataforma global de Netflix. La misión declarada de la película es “difundir algo de bien” y “elevar el espíritu humano”, posicionándola como una contranarrativa intencional a lo que los productores describen como un mundo cada vez más frío y polarizador. Esta empresa es una convergencia estratégica de tres entidades poderosas: el formidable imperio de producción y la audiencia consolidada de Tyler Perry, la marca de medios inspiradores de DeVon Franklin y el acceso al mercado global sin parangón y basado en datos de Netflix.

La película se estrenó en Netflix el 26 de septiembre.

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