Wicked Parte II – La Alquimia de la Amistad y la Reinvención de Oz

Wicked For Good
Molly Se-kyung

En el a veces saturado mundo del cine musical, pocas producciones cargan con una responsabilidad tan grande como esta adaptación de la obra de Gregory Maguire y Stephen Schwartz. Lo que empezó como una vuelta de tuerca literaria al villano más famoso de Estados Unidos se ha convertido, tras décadas de éxito, en algo más que entretenimiento: es una conversación sobre la moral, la fama y lo corrosivo que puede ser el poder. Si la primera entrega nos invitó a desafiar la gravedad, esta conclusión promete algo más terrenal y visceral: una exploración definitiva sobre lo que significa cambiar para siempre.

Bajo el título en español de Wicked Parte II (conocida en su versión original como Wicked: For Good), la cinta no es una simple secuela para atar cabos sueltos. Es la consumación de una promesa narrativa que ha tardado años en llegar al cine con la escala que merece. Al sumergirnos en esta producción, encontramos un ecosistema fascinante donde la amistad femenina, la integridad artística y las curiosidades legales del viejo Hollywood se cruzan para redefinir, una vez más, el camino de ladrillos amarillos.

La Semántica del Adiós: De «For Good» a «Parte II»

Durante la producción, el proyecto se conocía simplemente como la segunda parte. Sin embargo, el director Jon M. Chu y su equipo decidieron rebautizarla en inglés como Wicked: For Good. Aunque en los mercados de habla hispana mantendremos el título más directo de Wicked Parte II, vale la pena detenerse en la intención original de los creadores, porque es una declaración de principios.1

El título original no fue un capricho de marketing. For Good hace referencia directa a uno de los duetos más icónicos y lacrimógenos del teatro musical: la canción de despedida entre las protagonistas. Además, es un juego de palabras intraducible que enriquece el subtexto: en inglés, for good significa tanto «para siempre» (un cambio irreversible) como «para bien» (una intención bondadosa).1 Aunque nosotros la llamemos Parte II, la película busca ser una entidad con identidad propia, una experiencia que se sostiene por sí misma y que promete dejar una marca indeleble, independientemente de cómo la nombremos en la cartelera.

La Química Alquímica: Cynthia y Ariana

Si hay un corazón latiendo bajo los efectos visuales y el vestuario, es la conexión eléctrica entre Cynthia Erivo (Elphaba) y Ariana Grande (Glinda). La película depende de que su vínculo se sienta real. Afortunadamente, lo que ocurrió en el set superó a la ficción: forjaron una hermandad que se convirtió en el motor de todo el rodaje.

Vulnerabilidad y Voz en Directo

Cynthia Erivo ha descrito trabajar con Grande como un «camino de doble sentido» basado en la generosidad.3 No hubo ensayos forzados para crear química; el «clic» fue instantáneo. Erivo cuenta cómo Ariana visitaba su casa antes del rodaje simplemente para hablar de la vida, creando esa base de confianza necesaria para lo que venía.4

Y esa confianza era vital. A diferencia de casi todos los musicales modernos, donde se hace playback sobre pistas grabadas en estudio, el director insistió en una autenticidad radical: cantar en vivo en el set.5 Erivo explica que cantar es un acto extremadamente vulnerable, un salto al vacío sin la red de seguridad de la postproducción.3 Para lograrlo, hicieron un pacto: cuidarse mutuamente y proteger el espacio creativo de la otra.4

Esto transforma lo que vemos en pantalla. Cuando los personajes luchan por respirar o se quiebran emocionalmente, sus voces reflejan ese esfuerzo físico real. Ariana Grande, famosa por su precisión pop, se permitió la imperfección, dejando que su voz temblara o se rompiera si el momento lo pedía.

El Peso Emocional de la Despedida

El clímax de esta colaboración llegó al filmar el número musical «For Good». Según cuentan, no fue un día más de rodaje; fue una catarsis. Grande confesó que lloraban casi a diario por la intensidad de la historia, pero esa canción fue devastadora.7

Para cuando rodaron esa escena, ya no estaban actuando. Habían vivido la evolución de sus personajes y entendían profundamente qué estaban dejando atrás.8 No era solo técnica vocal; era el resultado de meses de crecimiento compartido. El equipo técnico, que suele ser bastante estoico, acabó con lágrimas en los ojos.9 Para sellar esto, las actrices se hicieron tatuajes a juego en las manos: una amapola y la frase «For Good».10 Un recordatorio permanente de que, como dice la canción, han cambiado para bien gracias a la otra.

Wicked For Good
Wicked For Good

Risas entre Lágrimas

Pero no todo fue drama. El set también tuvo mucha humanidad y momentos divertidos. Una anécdota genial involucra el famoso vestido de burbujas de Glinda y una botella de perfume que hizo un ruido chirriante en medio de una toma, provocando un ataque de risa en Ariana que contagió a todos.11 O Jonathan Bailey (el príncipe Fiyero), que en una escena de máxima tensión romántica tuvo un «percance con una flor» que arruinó la toma pero relajó el ambiente.11 Esa amistad viral se nota incluso en las entrevistas, donde un simple gesto de Ariana sosteniendo la mano de Cynthia se convierte en meme de apoyo emocional.13

Un Oz Más Oscuro y Realista

Visualmente, Wicked Parte II se aleja del brillo saturado de la fantasía clásica para entrar en un terreno más sombrío y maduro. Jon M. Chu ha sido claro: si la primera parte era la maravilla y el descubrimiento, esta es sobre las consecuencias y la resistencia.2

La Influencia de la Distopía

Chu cita influencias como El Show de Truman para explicar este cambio.2 Oz deja de ser un paraíso para revelarse como un estado policial donde la propaganda manda. La estética refleja ese despertar: a medida que los personajes ven la verdad tras el Mago, el brillo artificial desaparece. Los sets se diseñaron para estar «al borde de la locura», mezclando la belleza del Art Nouveau con una sensación de peso y realidad opresiva.14

Magia Tangible

En una época de pantallas verdes, aquí apostaron por lo tangible. Se plantaron miles de tulipanes reales y se construyeron sets físicos masivos.15 La idea es anclar la magia en la física; cuando Elphaba vuela, el entorno reacciona de verdad. Cynthia Erivo realizó muchas de sus acrobacias, incluyendo una secuencia de escape usando un sistema de poleas que requirió pura fuerza física.11 La magia aquí tiene un coste y un esfuerzo visible.

El Enigma de Dorothy y los Zapatos Plateados

Aquí entra un detalle fascinante para los cinéfilos: la película maneja la conexión con El Mago de Oz (1939) y la novela original con mucha inteligencia y respeto por los derechos de autor.

Vuelta al Origen Literario

Si esperas ver los famosos zapatos de rubí, te llevarás una sorpresa: son plateados. No es un error, es una corrección histórica y una necesidad legal. En la novela de 1900, los zapatos eran plateados. Fue la película de MGM de 1939 la que los cambió a rojo para lucir el Technicolor.16 Como los «zapatos de rubí» son propiedad de Warner Bros. (y esta es una peli de Universal), no podían usarlos.

Pero el equipo convirtió esta limitación en virtud. Al usar los zapatos plateados, se alinean con el libro y el musical de Broadway.16 Además, en la trama de Wicked Parte II, estos zapatos son una reliquia familiar de la madre de Elphaba y Nessarose, dándoles una carga emocional que va más allá del simple objeto mágico.16

La Niña Sin Rostro

Otra decisión audaz es cómo tratan a Dorothy. Aunque ella detona el final de la historia, la película la mantiene como una figura periférica, casi «sin rostro».18 No veremos sus primeros planos ni su viaje interno. La cámara es leal a Elphaba y Glinda. Al mostrar a Dorothy de espaldas o a lo lejos, la película protege la imagen icónica que tenemos de ella, pero subraya que esta historia no le pertenece.18 Es una decisión elegante: esta vez, el micrófono lo tiene la bruja, no la niña que la mató.

Nuevos Sonidos para un Viejo Mundo

Stephen Schwartz, el compositor original, ha vuelto para expandir el universo sonoro, asegurando que el salto al cine justifique su existencia con material nuevo.

«The Girl in the Bubble» y «No Place Like Home»

Se han añadido dos canciones nuevas que no están en el teatro.2

  • «The Girl in the Bubble» (La chica en la burbuja), interpretada por Ariana Grande, explora la soledad de la fama. Mientras Oz la adora, la canción muestra el aislamiento de vivir en una burbuja de perfección, incapaz de conectar realmente.21
  • «No Place Like Home» (No hay lugar como el hogar), cantada por Cynthia Erivo.20 El título es una ironía brillante de la famosa frase de Dorothy. En boca de Elphaba, habla del dolor del exilio y de no encontrar pertenencia en tu propia tierra.9

No son relleno; el cine permite acercarse a los silencios y la introspección de una forma que el teatro a veces no permite, y estas canciones llenan esos espacios emocionales.2

Un Reparto de Lujo

Más allá de las protagonistas, el elenco secundario aporta matices cruciales. Michelle Yeoh (Madame Morrible) se vuelve más siniestra, usando la meteorología como arma política.18 Jeff Goldblum (el Mago) nos da una mezcla de carisma y patetismo, mostrando a un hombre mediocre aterrorizado de perder su poder.22

Jonathan Bailey (Fiyero) completa el triángulo emocional con una transformación trágica que conecta dolorosamente con la mitología del Espantapájaros.23 Y Ethan Slater (Boq) tiene un arco que planta las semillas de su futuro como el Hombre de Hojalata, con detalles sutiles como su facilidad para llorar, presagiando su destino oxidado.23

La Trama: De la Fama al Exilio

Wicked Parte II retoma la acción justo donde quedó la anterior, pero todo ha cambiado. Elphaba vive en el exilio, demonizada como la «Bruja Malvada», luchando desde las sombras.22 Glinda, en cambio, es el símbolo glamuroso del régimen en la Ciudad Esmeralda, preparándose para su boda con Fiyero, pero atrapada en una jaula de oro diseñada por Morrible para distraer a las masas.22

El conflicto estalla cuando Glinda intenta negociar una paz imposible entre su amiga y el Mago. Es una narrativa que explora el coste personal del activismo frente al precio moral de la complicidad.

Una celebrada e imaginativa regeneración del Mundo de Oz

Lo que hace que Wicked Parte II sea tan intrigante no es solo cómo termina —un final que casi todos conocemos por cultura general—, sino cómo resignifica el principio. Al llegar a los créditos, la promesa es que nunca volveremos a ver El Mago de Oz igual. La bruja malvada ya no es un monstruo plano, sino una activista trágica; la bruja buena no es una salvadora inmaculada, sino una superviviente política que sacrificó su verdad para mantener la paz.

La producción ha sido meticulosa para no traicionar el espíritu de la obra, pero valiente para expandirla. Desde dividir la historia en dos para no sacrificar desarrollo, hasta exigir canto en vivo para capturar la emoción cruda.2 Es un proyecto que honra a Broadway pero usa el cine para ir más allá.

El viaje ha sido largo, superando huelgas y años de desarrollo.2 Pero la espera termina. Wicked Parte II llega a los cines de Estados Unidos el 21 de noviembre, con un estreno escalonado a nivel internacional. Es hora de volar, no en escobas, sino en una historia que nos recuerda que, a veces, para hacer el bien, hay que estar dispuesto a que te llamen malvado.

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