Dime con qué te cuidas y te diré de qué padeces

Cuando apreciamos una película o incluso fotos de hace 30, 40 o 50 años no podemos más que sorprendernos por la rapidez con la que evolucionamos y con la que cambian las cosas. Hace 10 años aún era muy frecuente el sedentarismo así como apostar por la comida artificial y precocinada. Hoy asistimos al paulatino cambio que supone dejar de confiar en las soluciones en su mayor parte químicas por las naturales

El sector del cuidado personal, mayoritariamente protagonizado por mujeres –aunque los hombres tienen cada vez mayor presencia-, está sufriendo también ese cambio. De las cremas hidratantes untuosas y muy perfumadas se ha pasado a apostar por las ligeras y sin aditivos innecesarios como colorantes o parabenos. Hoy en día podemos apreciar en las farmacias de todo el país una mayor presencia de productos que siguen esta filosofía.

A medida que la tecnología ha avanzado, también lo han hecho los estudios sobre el cuerpo humano y sus necesidades. Esto ha derivado en un mayor conocimiento del mismo y en la posibilidad de crear productos de cuidado personal que se adapten a sus demandas particulares.

Recientemente se han hecho públicas las aportaciones de distintintos especialistas en materia de salud de las que han informado medios como El País o 20minutos que afirmaban que, dependiendo de nuestros hábitos, basta con ducharse dos o tres veces por semana. Esto se debe a que las duchas diarias unidas al uso de jabones inapropiados – siendo este último el principal problema- vulneran nuestro manto lipídico, una capa protectora que debe mantenerse en un pH de 5.5 para impedir el paso a bacterias, virus, gérmenes y ácaros.

Los jabones que no respetan las necesidades particulares de la piel pueden vulnerar este manto y, además, generar otros problemas como excesiva sequedad en la piel, picores o alergias. Por esta razón los dermatólogos recomiendan el uso de geles de ducha suaves que respeten el pH de la piel y estén libres de parabenos, colorantes o perfumes, en general, de aditivos que no son necesarios para la labor de limpieza de la piel.

Esta misma filosofía se aplica a zonas específicas del cuerpo como la piel del rostro en la que se recomienda el uso de limpiadores suaves como el agua micelar o espumas limpiadoras ‘semi’ que retiran el exceso de sebo respetando la capa natural de grasa que debe tener la piel para estar protegida. De esta forma, se evita resecar en exceso la piel y se previene la aparición de arrugas y líneas de expresión. También existe una mayor demanda de desodorantes free o de champús suaves.

La apuesta por este tipo de productos respetuosos con la piel que son vendidos en farmacias no es un movimiento aislado, sino que forma parte de una tendencia general en la que todo lo artificial (comidas precocinadas con muchos aditivos, máquinas de musculación que no requieren de un ejercicio activo, autobronceadores o salas de bronceado, etc.) se está sustituyendo por lo natural -y también saludable- como hacer deporte con regularidad, apostar por alimentos naturales y ecológicos, tomar el sol con precaución o eliminar hábitos nocivos como el tabaco o el alcohol. Es una apuesta por la salud en la que la tecnología deja de ser un verdugo para la misma con el fin de convertirse en su aliada.

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