El nuevo documental de Netflix «Angi: Crimen y mentira» explora un caso de asesinato y suplantación de identidad

Angi: Crimen y mentira - Netflix
Martin Cid
Martin Cid
Escritor, fumador de pipa y fundador de MCM

Una nueva miniserie documental de dos episodios estrenada en Netflix, Angi: Crimen y mentira, investiga el complejo caso criminal de María Ángeles Molina, conocida como «Angi». La serie examina dos sucesos interconectados que definen su historia: el asesinato en 2008 de su amiga, Ana Páez, y la sospechosa muerte de su marido, Juan Antonio Álvarez Litben, doce años antes, en 1996. El documental presenta una narrativa de profunda dualidad, contraponiendo las meticulosas personalidades públicas de su protagonista con los calculados actos criminales que cometió. Esta exploración ahonda en lo que los medios españoles denominaron «el crimen casi perfecto», un caso de suplantación de identidad, fraude financiero y asesinato.

Una historia contada a través de una sala de espejos

La estructura narrativa del documental está diseñada para reflejar la naturaleza desconcertante del propio caso. El director, Carlos Agulló, describió el proceso de investigación como navegar por una «sala de espejos», una metáfora de las múltiples identidades fraudulentas que Angi creó. La serie narra meticulosamente estas invenciones, detallando cómo se presentaba como una exitosa empresaria, psicóloga, abogada e incluso paciente de cáncer para manipular a amigos, familiares e instituciones financieras. Era «una actriz a tiempo completo en su propia red de mentiras», fingiendo embarazos y utilizando las redes sociales para reforzar sus elaborados engaños. Estas vidas inventadas fueron clave para ganarse la confianza de sus víctimas, especialmente de Ana Páez, una diseñadora de moda que conocía a Angi desde hacía una década y la consideraba su mentora. Los cineastas emplean una deliberada estructura en dos partes para guiar al espectador a través de este laberinto. El primer episodio se centra en el asesinato de Páez en 2008, un crimen por el que Angi fue condenada, estableciendo una base fáctica clara. El segundo episodio cambia el foco hacia las circunstancias ambiguas y no resueltas que rodean la muerte de su marido, obligando a reexaminar la historia de Angi desde una perspectiva más inquietante. Esta elección narrativa refleja la experiencia de los investigadores originales, que pasaron de un caso resuelto a una historia de manipulación más profunda y perturbadora.

La deconstrucción del «crimen casi perfecto»

El documental ofrece una deconstrucción clínica del crimen que condujo a la condena de Angi. La víctima principal fue Ana Páez, una diseñadora de moda de 35 años de Barcelona que, tras una amistad de diez años, confiaba ciegamente en Angi, a quien veía como una mentora exitosa y generosa. Páez no era consciente del plan orquestado por su amiga. El móvil era un complejo fraude financiero. Angi utilizó sistemáticamente documentos falsificados para suplantar la identidad de Páez, solicitando préstamos y pólizas de seguro de vida que ascendían a más de un millón de euros. La trama también implicaba la identidad de otra mujer, Susana B., cuyos documentos personales habrían sido sustraídos de una copistería y utilizados para abrir cuentas bancarias fraudulentas.

El 19 de febrero de 2008, Páez fue encontrada muerta en un apartamento de alquiler, tras haber sido drogada con una sustancia no identificada y posteriormente asfixiada con una bolsa de plástico sellada con cinta adhesiva. Angi intentó simular una agresión sexual, colocando en la escena del crimen semen que había obtenido de hombres en un prostíbulo para crear una pista falsa para los investigadores. Sin embargo, los investigadores desmontaron la tapadera. Las pruebas eran abrumadoras, incluyendo imágenes de cámaras de seguridad de Angi con una peluca retirando dinero de la cuenta bancaria de Páez poco antes del asesinato, y el hallazgo de los documentos de Páez escondidos detrás de la cisterna del baño de Angi, junto a un frasco de cloroformo sellado. Durante el interrogatorio, las coartadas cuidadosamente construidas de Angi se desmoronaron. Afirmó que en el momento del crimen estaba conduciendo un Porsche a Zaragoza para recoger las cenizas de su padre, o alternativamente, comprando un reloj o un yogur. Ofreció versiones contradictorias y, en un momento dado, hizo una inquietante declaración ante el tribunal: «Sin yogures ni leche condensada, no soy nada». En 2012, fue declarada culpable y condenada a un total de 22 años de prisión: 18 por homicidio y cuatro por falsedad documental.

Revisando un pasado sospechoso

La investigación del asesinato de Ana Páez llevó a las autoridades a reabrir el caso archivado del marido de Angi, Juan Antonio Álvarez Litben, quien murió repentinamente en 1996 en circunstancias inexplicables. El documental dedica su segunda parte a este misterio sin resolver, explorando las sospechas que durante mucho tiempo han rodeado su muerte, especialmente porque Angi heredó sus bienes. La serie presenta material inédito, incluyendo documentos judiciales y testimonios de familiares, policías retirados y detectives privados que seguían convencidos de que hubo un crimen. Sin embargo, sin pruebas materiales, el caso sigue oficialmente sin resolverse. Al yuxtaponer un crimen resuelto con uno sin resolver, el documental pasa de ser un simple procedural criminal a un estudio de personaje más complejo. La ambigüedad que rodea la muerte del marido impide una conclusión sencilla, planteando en su lugar profundas preguntas sobre la posibilidad de un patrón de comportamiento malicioso que podría haber comenzado años antes del crimen por el que fue condenada.

La extensa investigación y el complejo lanzamiento

Producido por Brutal Media y dirigido por Carlos Agulló, el documental es el resultado de una investigación de dos años. El equipo de producción revisó más de 2.000 páginas de documentos legales, informes policiales y archivos familiares, y realizó más de 60 entrevistas con figuras clave relacionadas con ambos casos. El camino del documental hasta su estreno fue en sí mismo un acontecimiento notable. Previsto inicialmente para un estreno mundial el 1 de mayo de 2025, la serie fue suspendida abruptamente por una orden judicial española justo antes de su debut. Desde la cárcel, María Ángeles Molina inició la acción legal, presentando una denuncia que alegaba el uso no autorizado de sus imágenes personales sin su consentimiento. En cumplimiento de la orden, Netflix retiró los episodios y el material promocional de sus plataformas.

Tras un retraso de casi tres meses, la docuserie se estrenó sin previo aviso el 25 de julio de 2025. La versión final que llegó al público había sido modificada, eliminándose del montaje definitivo ciertas imágenes personales que fueron objeto de la impugnación legal. Esta batalla judicial constituye una fascinante extensión del tema central del documental. El intento de Angi en el mundo real de controlar la narrativa de su vida que se presenta a una audiencia global refleja la misma vida de manipulación y control de la imagen que la propia serie documenta.

Angi: Crimen y mentira ofrece un examen metódico y exhaustivo de un caso definido por la manipulación psicológica y la violencia. Funciona tanto como un detallado procedural criminal como un perturbador estudio de personaje, con su propia y compleja historia de producción y lanzamiento añadiendo una capa más a su relato de engaño y control.

La miniserie documental de dos episodios Angi: Crimen y mentira se estrenó en Netflix el 25 de julio de 2025.

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