Sanctuary es una película dirigida por Zachary Wigon, escrita por Micah Bloomberg e interpretada (únicamente) por Margaret Qualley y Christopher Abbott.
Una película que descasa sobre las actuaciones de sus dos únicos actores, sobre la tensión del guion y sobre la habilidad del director en mantener la tensión.
Todo funciona.
Argumento
El heredero de un imperio hotelero (Christopher Abbott) y la dominatrix que lo ha preparado para el éxito (Margaret Qualley) se enfrentan en una habitación de hotel mientras él intenta terminar su relación.
Sobre la película
¿Recuerdan “Sleuth”? Estaba interpretada por Lawrence Olivier y Michael Caine. Fue la única película de la Historia del Cine en la que todo su reparto estuvo nominado al Oscar. No sucede con esta película, sobre todo porque toda la fuerza del guion recae sobre la bella Margaret Qualley, que sabe dar el papel en todo momento, mientras que Christopher Abbott tiene menor brillo interpretativo que su dominante compañera…
Hasta que todo cambia (ya os lo advierto). Como en “Sleuth”, es un thriller que juega al equívoco y en el que el espectador estará encantado de caer en este juego de engaños, mentiras y muchos, muchísimos trucos de guion. No es precisamente “cinémá verité” ni quiere serlo, es cine del que te engaña desde el principio, lo confiesa y se declara mentiroso, falso, retorcido y jactanciosamente confiado en su mentira.
Sabe jugar muy bien con la cámara Zachary Wigon, que nos regala algunos planos a lo David Fincher en “Panic Room”. Pero lo que mejor hace el bueno del director es mantener el equilibrio entre la consciente (y hasta brillante) falsedad cinematográfica y el dejar que los actores se expresen y se luzcan en sus papeles.
Sí, un poco como lo hizo Mankiewicz, con algunas décadas de diferencia, pero con cierto parecido en la finalidad, que no es otra de que nos sintamos un poco más juguetones, malvados y coquetos con esta película que, malvada, entretenida y coqueta, nos da un atractivo y retorcido entretenimiento.
Nuestra Opinión
Malvada, retorcida y seductora. Sabe jugar con el espector en una cinta que, totalmente consciente de su falsedad, se jacta en ella gracias a dos fantásticos actores.