El Acorazado Potemkin (1925), de Eisenstein

El Acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin) es una película dirigida por el teórico del cine S.M. Eisenstein en 1925.

Hoy os vamos a hablar de la célebre escena de la película El Acorazado Potemkin, la que tiene lugar en aquella interminable escalera en el puerto de Odesa donde el pueblo se enfrenta con los soldados.

El Acorazado Potemkin: la escalera de Odessa

¿La mejor obra de Eisenstein? Estamos hablando de palabras mayores, sin duda alguna. Es en El Acorazado Potemkin donde Eisenstein aplica con mayor acierto todos los principios que formuló en sus libros teóricos y es en esta película en donde el sentido propagandístico tiene mayor grado de efectividad.

La cinta traslada a la ficción los hechos reales acaecidos en Odesa (Ucrania) el 26 de junio de 1905. Es la historia de una sublevación (la del Potemkin): los marineros, cansados de los abusos y demás, se revelan ante la injusticia. Llegan a Odesa y ahí las cosas no están mejor y contemplamos una matanza y luego el espíritu revolucionario insufla a otros barcos y todos son felices porque la nueva era ha llegado.

S.M. Eisenstein. El Montaje de Atracción
S.M. Eisenstein. El Montaje de Atracción

Así explicado, lo sé, parece un poco ridículo. El Acorazado Potemkin se hace mundialmente conocida gracias a la secuencia de la escalera de Odesa, en la que dos masas entran en conflicto brutal. Por un lado tenemos a las tropas zaristas y por otro a la gran masa de gente encabezados ideológicamente por una madre con el niño en brazos (que previamente se había dejado olvidado). Los soldados no dudan en su avance y disparan. Mueren por decenas y el niño también ha muerto. La madre está fuera de sí y avanza hacia las tropas zaristas. Por si no tenemos suficiente, a otra mujer (con velo negro, muy española) se le escapa el carrito y cae en la larga escalera. La secuencia termina con un soldado aplicando el sable en el rostro de otra mujer, que muere desangrada y con las gafas rotas.

Los críticos la han señalado como una de las secuencias esenciales y fundamentales en la historia del cine. ¿Por qué? Sencillamente: el dramatismo adquiere la quintaesencia. Desde un punto de vista ideológico, podemos recriminar a Eisenstein el uso del recurso expresivo de la madre representando la mezquindad. Hablaríamos de recurso forzado y quizá tuviésemos razón. Pero desde el punto de vista narrativo, cinematográfico y estético la realización es impecable. Tenemos dos masas en conflicto en busca de la victoria. Unos llevan rifles y otros huyen despavoridos. La secuencia está construida en torno a una hipotética diagonal que es la que sirve de eje del conflicto. Es la escalera la que sustenta el peligro porque supone la búsqueda del poder. Allí están los ejércitos y el pueblo (amable, sencillo… todo eso que suele ponerse) no tiene acceso a él. Tenemos también un plano sostenido sobre la diosa justicia. ¿Es justo lo que está pasando?

Toda la escena está diseñada para enfrentarnos con el horror y la crueldad. Narrada desde el punto de vista del pueblo, de las gentes incivilizadas en la madre que asciende la escalera con el niño en brazos.

Sí, decimos hoy en día: un recurso del todo forzado. Años más tarde, Boris Yeltin fue el único que se atrevió a ponerse delante del tanque. Resultado: presidencia de Rusia. (Desconocemos en qué estado se encontraba nuestro fallecido y famoso bebedor Boris Yeltsin). Hay otros casos, como el niño que se enfrenta con los tanques en la matanza de la plaza de Tianan Men. Sea como fuere, el recurso inventado por Eisenstein ha sido imitado en la realidad. ¿Hablamos entonces de «recurso forzado»?

El Acorazado Potemkin (1925)
El Acorazado Potemkin (1925)

Lo cierto es que Eisenstein no inventa nada en el terreno de la narrativa occidental, pero sí lo traduce genialmente al lenguaje cinematográfico: la inocencia enfrentada a la brutalidad, el papel del héroe encarnado en la madre que camina hacia su seguro final. El ritmo de planos es vertiginoso y la secuencia se convierte en intachable. El objetivo del cineasta al realizar la película fue crear un todo orgánico equilibrado entre sus partes, lo podemos leer de la mano del propio director: un todo que pueda ser contemplado individualizado y en conjunto, un todo de múltiples lecturas que conducen a un sólo fin, la concienciación de la necesidad de la revolución.

Esta orquestación de los elementos es otro de los elementos fundamentales que definen la propaganda moderna y precisamente el lema que encabeza este libro nos lleva a esta misma reflexión: “La fuerza de una buena programación radiofónica consiste en la correcta mezcla de entretenimiento, diversión, instrucción, educación y política” (el de siempre: Goebbels). Y es que precisamente la película es por sí misma y por el equilibrio entre los distintos elementos de la misma un hecho en sí mismo de propaganda, no necesitando de octavillas que apoyen el tema ni de recursos externos. Así, cumple todos los principios básicos de la propaganda y es entretenida, nos instruye y nos educa (al menos en lo que ellos quieren) y es, finalmente, divertida. ¿Divertido ver una masacre? No, para nada. Y es que la tercera acepción de la Real Academia de la Lengua Española para la palabra diversión se refiere al aspecto militar del término: “Acción de distraer o desviar la atención y fuerzas del enemigo”. Así el señor Eisenstein nos introduce de lleno en una guerra en la que debe buscarse una sola finalidad: la justicia. Sí, justicia contra las masas oprimidas, justicias para con los marineros del Potemkin, justicia para la madre que vio morir a su hijo y justicia, finalmente, para justicia para el pueblo.

Video: La Escalera de Odesa

Eisenstein en Wikipedia.

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