El momento que definió una voz
La noche del 28 de abril de 2018, en el salón del Washington Hilton reinaba una tregua incómoda. La Cena anual de Corresponsales de la Casa Blanca, una larga tradición de camaradería artificial entre la prensa y la élite política, se celebraba bajo la sombra de un presidente que, por segundo año consecutivo, se negaba a asistir. El ambiente era una mezcla de autocomplacencia y tensión palpable, un microcosmos de un panorama político estadounidense profundamente fracturado. En este entorno cargado, subió al escenario Michelle Wolf, una cómica conocida en los círculos de la comedia por su energía arrolladora y su ingenio afilado, pero una relativa desconocida para las figuras poderosas sentadas ante ella.
Lo que siguió no fue el suave rapapolvo al que la institución se había acostumbrado, sino un ataque quirúrgico de 20 minutos. El monólogo de Wolf fue una clase magistral de sátira sin concesiones y sin pelos en la lengua. Sus objetivos no fueron solo el presidente ausente o las figuras más visibles de su administración, sino el propio establishment mediático que la había invitado. La reacción fue instantánea y visceral. Hubo jadeos, risas dispersas que morían en la garganta y un silencio sepulcral en la mesa principal. Algunos asistentes abandonaron la sala en señal de protesta. Antes incluso de que se retirara el rape, una tormenta mediática había estallado en internet, dividiendo a los observadores en dos bandos ferozmente opuestos. La actuación fue calificada tanto de deshonra como de triunfo, de exhibición vulgar y de valiente acto de denuncia.
Las explosivas consecuencias plantearon la pregunta: ¿quién era esta mujer que había incendiado de forma tan deliberada y exhaustiva una de las tradiciones más sagradas de Washington? La respuesta, sin embargo, es más compleja que la única noche que la catapultó a la notoriedad internacional. La Cena de Corresponsales de la Casa Blanca de 2018 no fue la creación de la provocadora personalidad cómica de Michelle Wolf, sino su espectacular presentación ante una audiencia global. El evento fue un catalizador que cristalizó un estilo que se había perfeccionado meticulosamente durante años en el implacable crisol de los clubes de comedia de Nueva York y en las salas de guionistas de alta presión de la televisión nocturna. La controversia no se debió tanto a que una cómica encontrara de repente su lado más afilado, sino a que los mundos político y mediático se enfrentaran, por primera vez, a una voz de la que hasta entonces habían estado aislados. La cena no cambió a Michelle Wolf; cambió la forma en que el mundo la veía.
Sección I: El insólito camino hacia el chiste
Orígenes en Hershey, Pensilvania
Mucho antes de deconstruir la hipocresía política, Michelle Wolf forjaba una base de disciplina y resiliencia en las pistas de atletismo de Hershey, Pensilvania. Nacida el 21 de junio de 1985, creció con dos hermanos mayores en la ciudad sinónimo de chocolate. Pero sus pasiones tempranas distaban mucho de ser dulces e indulgentes; fue una atleta dedicada y ferozmente competitiva, volcando su energía en el atletismo durante el instituto y la universidad. Destacó en pruebas exigentes como el salto de altura, los 400 y los 800 metros lisos, llevando sus límites físicos al extremo hasta que un grave esguince de tobillo truncó definitivamente su carrera deportiva.
Esta experiencia en el atletismo de élite le inculcó una inmensa capacidad de disciplina, repetición y rendimiento bajo presión, rasgos que más tarde resultarían indispensables en el agotador mundo del monólogo. La concentración necesaria para perfeccionar un salto de altura o marcar el ritmo en una carrera de 800 metros es un reflejo del implacable proceso de escribir, probar y pulir un chiste hasta que impacte con la máxima fuerza. Aunque sus sueños de competición atlética terminaron, su compromiso con la resistencia física no lo hizo. Sigue siendo una ávida corredora, habiendo completado una maratón en Las Vegas en 2005 y una asombrosa ultramaratón de 80 kilómetros por las salinas de Bonneville en Utah en 2018, un testimonio de la mentalidad persistente y disciplinada forjada en su juventud.
Una mente científica
El camino de Wolf se desvió aún más del típico origen de un cómico en las aulas universitarias. Asistió a la prestigiosa universidad College of William & Mary, no para estudiar teatro o escritura creativa, sino kinesiología, el estudio científico del movimiento humano. Fue una estudiante seria que trabajó en un laboratorio de fisiología molecular cardiovascular, con la plena intención de seguir una carrera en la ciencia o la medicina. Sus planes tras la graduación incluían o bien estudiar medicina o bien obtener un doctorado en ciencias del ejercicio.
Esta inmersión en el mundo de la ciencia la dotó de una forma de pensar muy analítica y sistemática. Una formación en fisiología requiere la comprensión de sistemas complejos, relaciones de causa y efecto y la aplicación rigurosa de la lógica. Este enfoque científico es evidente en la arquitectura de su comedia; sus rutinas no son colecciones sueltas de observaciones, sino argumentos meticulosamente construidos que diseccionan las normas sociales y los absurdos políticos con la precisión de un bisturí. Sin embargo, tras años de intenso estudio, se encontró agotada y necesitada de un descanso del rigor académico, una decisión que, sin darse cuenta, la situaría en una trayectoria completamente diferente.
Un desvío a Wall Street
Buscando un cambio de aires e influenciada por compañeras de universidad que entraban en el mundo de las finanzas, Wolf dio otro giro sorprendente. En 2007, con su título en ciencias, se mudó a Nueva York y aceptó un trabajo en el banco de inversión Bear Stearns. Más tarde, pasó a JPMorgan Chase, donde trabajó durante casi cuatro años en fondos de inversión y gestión de cuentas. Su paso por Bear Stearns coincidió con la catastrófica crisis financiera de 2008, situándola en el epicentro de un colapso económico mundial.
Esta experiencia le proporcionó un asiento en primera fila para presenciar el fracaso sistémico, la hipocresía institucional y la profunda desconexión entre el mundo aislado de las altas finanzas y el público al que supuestamente servía. Trabajar en ese entorno de alta presión y dominado por hombres durante un período de colapso sin precedentes fomentó un profundo escepticismo hacia la autoridad y una visión cínica del mundo que se convertiría en la piedra angular de su voz satírica. Su vida aparentemente dispar antes de la comedia —como atleta, científica y banquera— no fue una serie de desvíos, sino un campo de entrenamiento poco convencional. Cada fase aportó una habilidad o perspectiva única que influye directamente en la inteligencia, la estructura y la ferocidad de su comedia.
Sección II: Forjando a una cómica en el crisol de Nueva York
La chispa de Saturday Night Live
Mientras navegaba por el tumultuoso mundo de Wall Street, Wolf no tenía intención de dedicarse a la comedia. El catalizador de su cambio de carrera llegó en 2008, cuando asistió a una grabación de Saturday Night Live. Admiradora de toda la vida del programa, se dio cuenta de algo poderoso: la comedia no era solo una forma de arte para admirar desde la distancia, sino una carrera profesional viable. Inspirada por el hecho de que muchos de los artistas del programa tenían formación en teatro de improvisación, decidió dar el primer paso. Mientras aún trabajaba en JPMorgan Chase, un empleo que le proporcionaba estabilidad financiera y un horario manejable, se apuntó a su primera clase de improvisación.
La improvisación y el salto al monólogo
Wolf se sumergió inicialmente en la vibrante escena de la improvisación de Nueva York, tomando clases en instituciones de renombre como la Upright Citizens Brigade (UCB) y el Peoples Improv Theater (PIT). La improvisación es una forma de arte colaborativa, basada en la espontaneidad, la creación compartida y la renuncia al control individual. Aunque disfrutó de la experiencia, pronto se sintió frustrada por lo que describió como la «naturaleza imperfecta y efímera de la improvisación». Los elementos caóticos, impredecibles y colaborativos de esta disciplina parecían chocar con su naturaleza analítica y precisa.
Animada por sus compañeros, decidió asistir como oyente a una clase de monólogos. La transición fue una revelación. El monólogo, en marcado contraste con la improvisación, es una forma de arte autocrática. El cómico es el único guionista, director e intérprete, ejerciendo un control autoral completo sobre cada palabra, pausa y remate. Esta estructura apeló directamente a la parte de ella que había prosperado en los mundos metódicos de la ciencia y las finanzas. Era un medio que recompensaba la construcción meticulosa y la precisión lógica. Su decisión de centrarse en el monólogo no fue una mera preferencia estilística, sino un cambio fundamental hacia una forma de arte que se adaptaba perfectamente a su personalidad y a su conjunto de herramientas intelectuales.
El desarrollo de una voz propia
Sus primeras incursiones en el monólogo estuvieron marcadas por un período de intenso desarrollo y descubrimiento. Empezó con lo que más tarde describió como «cosas tontas», incluyendo un número de diez minutos sobre gatos con pantalones, mientras trabajaba para encontrar su identidad cómica. Con el tiempo, evolucionó desde premisas caprichosas a un material más sustancial que era a la vez personal y cercano a un público más amplio. Esta evolución fue impulsada por una ética de trabajo implacable. Actuaba constantemente, perfeccionando su arte en las exigentes noches de micro abierto de Nueva York.
El empujón final llegó en 2013. Utilizando la indemnización por despido de un trabajo posterior como reclutadora en un laboratorio de investigación bioquímica, junto con sus ahorros personales, tomó la valiente decisión de dedicarse por completo a la comedia durante un año entero. Este período de inmersión total le permitió afinar su voz, construir una hora sólida de material y establecerse como uno de los talentos de más rápido ascenso en la competitiva escena cómica de la ciudad. Su apuesta dio sus frutos, posicionándola para el gran salto profesional que estaba a la vuelta de la esquina.
Sección III: El campo de pruebas de los late nights
Late Night with Seth Meyers
En enero de 2014, el trabajo constante de Michelle Wolf culminó en su primer gran papel profesional cuando fue contratada como guionista para el recién estrenado Late Night with Seth Meyers. Este puesto fue más que un trabajo; fue un entrenamiento intensivo en el arte de la comedia televisiva. El ritmo implacable de un programa nocturno diario la obligó a procesar el ciclo de noticias y a generar chistes agudos y de actualidad con plazos de entrega muy ajustados. Rápidamente demostró su valía no solo como guionista, sino también como intérprete, llegando a ser supervisora de guion.
Se hizo conocida por varios números recurrentes, especialmente por su popular personaje «Annie Adulta», una versión cínica y hastiada del mundo del clásico personaje de musical. En julio de 2014, alcanzó un hito significativo con su primer monólogo televisado, realizando una rutina pulida y concisa en el escenario de Late Night. Su tiempo en el programa fue un período crucial de desarrollo de habilidades, donde aprendió a escribir con la voz de otro presentador mientras desarrollaba simultáneamente su propia personalidad en pantalla. Esta experiencia fue fundamental para fusionar el estilo personal y observacional que había perfeccionado en los clubes de comedia con las exigencias de respuesta rápida de la sátira política diaria.
The Daily Show with Trevor Noah
Tras dos años de éxito en Late Night, Wolf buscó más oportunidades en pantalla. En abril de 2016, hizo un movimiento estratégico a The Daily Show with Trevor Noah de Comedy Central, uniéndose al programa como guionista y colaboradora en antena. Este papel la situó más directamente en el ámbito de la sátira política y de noticias, consolidando aún más su reputación como una comentarista aguda y sin miedo. Desarrolló una fuerte conexión con el presentador Trevor Noah y se hizo conocida por sus incisivos reportajes de campo y segmentos en el estudio, donde abordaba temas complejos con su mezcla característica de inteligencia e irreverencia.
Trabajar tanto con Seth Meyers como con Trevor Noah le proporcionó una educación inestimable en los matices de la comedia nocturna. Aprendió a adaptar su voz a diferentes formatos y audiencias, todo ello sin dejar de ser fiel a su perspectiva cómica cada vez más definida. Estos programas nocturnos sirvieron como el puente crítico que conectó sus habilidades de monologuista, perfeccionadas en los clubes, con el mundo del comentario político nacional, creando la voz híbrida única que pronto captaría la atención de todo el país.
Ampliando su alcance
Durante este período de rápido ascenso, la producción creativa de Wolf no se limitó a sus deberes en la televisión nocturna. Su creciente influencia y versatilidad se hicieron evidentes en una variedad de otros proyectos. Formó parte del prestigioso equipo de guionistas de la 88ª edición de los Premios de la Academia, presentada por la leyenda de la comedia Chris Rock, un testimonio de su prestigio entre sus colegas. También creó y protagonizó sus propias series digitales para Comedy Central, como Now Hiring y Used People, que mostraban su talento para la comedia de sketches y el trabajo de personajes. Para 2017, era una fuerza reconocida en el mundo de la comedia, celebrada por su ética de trabajo, su escritura afilada y su dinámica presencia en el escenario, preparando el terreno para su primer especial de una hora y la explosiva actuación que la convertiría en un nombre conocido por todos.
Sección IV: Anatomía de un rapapolvo: la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca
Anatomía de un monólogo
El monólogo de 20 minutos de Michelle Wolf en la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca no fue una colección aleatoria de chistes, sino un desmantelamiento sistemático de toda la estructura de poder de Washington D.C. Su objetivo principal, aunque ausente, fue la administración Trump. Abrió con agudas pullas sobre las finanzas del presidente y su decisión de saltarse el evento, y lanzó una serie de frases mordaces sobre el firme conservadurismo social del vicepresidente Mike Pence («Cree que el aborto es un asesinato, lo cual, para empezar, no lo critiques hasta que lo pruebes») y la puerta giratoria de miembros del gabinete despedidos de la administración.
La parte más incendiaria de la noche fue dirigida a la entonces secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, que estaba sentada a pocos metros en el estrado. Los chistes de Wolf sobre Sanders se convirtieron en el punto central de la controversia posterior. La frase más famosa —»Quema hechos y luego usa esas cenizas para crear un ahumado de ojos perfecto»— fue una metáfora magistralmente elaborada sobre la relación de la administración con la verdad. Wolf defendió más tarde estos chistes, argumentando enérgicamente que eran una crítica al «comportamiento despreciable» de Sanders y a su papel en la difusión de desinformación, no un ataque a su apariencia física.
Crucialmente, el fuego de Wolf no se reservó solo para la administración. Dirigió su mirada a los medios de comunicación presentes en la sala, lanzando críticas mordaces a CNN, MSNBC y Fox News. Acusó a los medios de tener una relación codependiente y lucrativa con el presidente al que decían exigir responsabilidades. Esta parte del monólogo fue quizás la más incómoda para la audiencia, ya que los implicaba directamente en el circo político que cubrían.
La reacción: una fractura cultural
La respuesta al monólogo fue inmediata y profundamente dividida, dejando al descubierto una profunda fractura cultural. Las críticas fueron rápidas y duras. Figuras políticas de alto nivel y comentaristas conservadores calificaron la actuación de deshonra. Sorprendentemente, varios periodistas destacados se unieron al coro de condenas. Andrea Mitchell de NBC pidió una disculpa, mientras que los reporteros del New York Times Maggie Haberman y Peter Baker expresaron su desaprobación. La propia Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca emitió un comunicado distanciándose de la actuación, afirmando que su monólogo «no estaba en el espíritu» del evento y carecía de un «mensaje unificador».
Simultáneamente, estalló una apasionada defensa de Wolf. Compañeros cómicos como Rosie O’Donnell y Kathy Griffin, junto con defensores de la libertad de expresión, se unieron en su apoyo, argumentando que su actuación se enmarcaba perfectamente en la tradición de un roast, un evento diseñado para consolar a los afligidos y afligir a los poderosos. Señalaron que fue contratada para ser una cómica, no una diplomática, y que exigir responsabilidades a las figuras de poder a través de la sátira era una función vital en una democracia sana. La reacción polarizada demostró un desacuerdo fundamental sobre el papel de la comedia en la esfera política y los límites del discurso aceptable al decir la verdad al poder.
Las consecuencias y la perspectiva de Wolf
En los días posteriores a la cena, la controversia se intensificó. Wolf se convirtió en el objetivo de una viciosa campaña en línea que incluyó la difusión de noticias falsas y ataques personales. Sin embargo, a pesar de todo, se mantuvo desafiante. Se negó a disculparse, afirmando que no cambiaría ni una sola palabra de su monólogo. De hecho, más tarde comentó que si hubiera sabido el alcance de la reacción, «ojalá hubiera sido más dura».
Su perspectiva revela una comprensión más profunda de la dinámica del evento. Consideró la «falsa indignación», especialmente por parte de los medios, como una distracción deliberada. Creía que la verdadera fuente de su incomodidad no eran sus chistes sobre Sarah Huckabee Sanders, sino su crítica a su propia complicidad. La controversia no se refería simplemente al contenido de sus chistes, sino a su violación de un código no escrito dentro del establishment de Washington. La cena se había convertido en una actuación de crítica que, en última instancia, reforzaba la cómoda relación entre la prensa y los poderosos. Al negarse a participar en esta farsa y tratar el evento como un auténtico rapapolvo al poder en todas sus formas —tanto político como mediático—, Wolf expuso la hipocresía del sistema y su sorprendente fragilidad. No se limitó a contar chistes; destrozó la ilusión del propio evento.
Sección V: La tesis cómica: una trilogía de especiales
2017 – Nice Lady (HBO)
Un año antes de la tormenta mediática de la cena de corresponsales, Michelle Wolf expuso su tesis cómica en su especial de debut en HBO, Michelle Wolf: Nice Lady. El especial de una hora, que le valió una nominación al Primetime Emmy por Mejor Guion, fue una declaración segura y enérgica de una estrella en ascenso. El tema central era una deconstrucción de la inmensa presión social sobre las mujeres para que sean «agradables», educadas y complacientes. Wolf argumentaba que esta expectativa era una herramienta de supresión, y utilizaba su propia voz aguda, a veces «estridente», no como una desventaja, sino como un arma cómica: un símbolo de una mujer que consigue hacer las cosas precisamente porque no le preocupa ser agradable.
El especial mostró su estilo único: una entrega de alta energía combinada con estructuras de chistes sorprendentemente complejas y enrevesadas. Abordó temas de peso como la desigualdad de género y las elecciones de 2016 con una efervescencia que era a la vez desarmante e hilarante. El material se perfeccionó gracias a los consejos de su entonces jefe, Trevor Noah, quien la animó a poner «más de sí misma» en el espectáculo, lo que dio como resultado un producto final más personal y exponencialmente mejor. Nice Lady fue el texto fundacional de su filosofía cómica, estableciendo los temas feministas centrales y la voz sin complejos que pronto se escucharía en todo el mundo.
2019 – Joke Show (Netflix)
Lanzado tras la controversia de la cena de corresponsales, Michelle Wolf: Joke Show sirvió como su respuesta artística definitiva y un poderoso acto de reivindicación. Mientras muchos esperaban un especial lleno de humor político de actualidad, Wolf dio un giro deliberado. Entendió que ahora era definida internacionalmente por sus comentarios políticos, y utilizó este especial para reclamar su identidad como una comentarista social de amplio espectro, no solo como una experta política. Su objetivo era convertir a los fans de su actuación en la cena de corresponsales en fans de su comedia en general.
Los objetivos principales del especial no fueron los políticos, sino los fenómenos culturales. Abrió con una brillante disección de la cultura de la indignación moderna, argumentando que el acceso constante a la información ha llevado a la sociedad a un estado de ira perpetua. Exploró las hipocresías del feminismo blanco con un matiz y una ferocidad que se convirtieron en la seña de identidad del espectáculo. Uno de los momentos más aplaudidos del especial fue una larga y seria introducción sobre el feminismo que silenció la sala, solo para ser brillantemente subvertida por un potente remate, un truco de magia que demostró una evolución significativa en su oficio y su confianza para controlar el estado emocional del público. Joke Show fue una clase magistral de metacomentario, abordando la misma cultura de la indignación que la había engullido mientras demostraba que su talento cómico era mucho más amplio que un solo rapapolvo político.
2023 – It’s Great to Be Here (Netflix)
Su especial más reciente, It’s Great to Be Here, marcó otra evolución significativa, tanto en contenido como en forma. Lanzado como una serie de tres episodios distintos, la innovadora estructura reflejaba una nueva etapa en su vida y carrera. Habiéndose mudado al extranjero y dividiendo su tiempo entre Estados Unidos y Barcelona, el material adquirió una perspectiva más global y personal. El especial fue la obra de una artista consolidada y segura de sí misma que utilizaba su plataforma para explorar temas maduros con el mismo ingenio incisivo.
Influenciada por su nueva vida como expatriada y madre, los episodios profundizaron en sus observaciones sobre la cultura europea, una crítica continua a la mujer blanca y la cultura «Karen», las complejidades del movimiento Me Too y la tiranía de los estándares de belleza modernos. El especial recibió críticas muy positivas por su escritura afilada y su audacia para poner a prueba los límites, aunque algunos críticos consideraron que sus argumentos sobre temas como el Me Too se basaban en una «lógica defectuosa». Esta trilogía de especiales, en conjunto, forma un claro arco narrativo. Nice Lady fue la declaración de tesis segura. Joke Show fue la refutación posterior a la controversia. Y It’s Great to Be Here es la obra de una artista madura, que utiliza su voz consolidada para navegar por un mundo más personal, global y complejo. Cada especial es una respuesta estratégica a su percepción pública, demostrando una sofisticada conciencia de su lugar en la conversación cultural y un rechazo a lo largo de su carrera a ser encasillada.
Sección VI: Más allá del escenario: The Break y The Box
The Break with Michelle Wolf (Netflix)
En mayo de 2018, apenas un mes después de la cena de corresponsales, Michelle Wolf lanzó su propia serie semanal de sketches y variedades en Netflix, The Break with Michelle Wolf. El programa llegó con una inmensa expectación y altas expectativas, posicionando a Wolf como una nueva voz importante en el panorama de los late nights. La serie fue aclamada por la crítica por su inteligente mezcla de sketches absurdos y tontos con una sátira aguda y provocadora. Pretendía ser un «descanso» de la implacable seriedad del ciclo de noticias, burlándose de todo y de todos sin una agenda política específica, a menos que fuera divertido.
A pesar de la recepción positiva y la atención mediática, Netflix tomó la sorprendente decisión de cancelar el programa después de solo 10 episodios. La cancelación prematura no fue necesariamente una condena a la calidad del programa, sino un síntoma de las dificultades más amplias del gigante del streaming con el formato de programa de entrevistas de actualidad. El modelo de lanzamiento semanal, esencial para un programa que comenta los acontecimientos actuales, va en contra de la filosofía de maratón de series de Netflix, y la plataforma ha fracasado históricamente en cultivar una audiencia leal semana a semana para tales programas. La cancelación fue un ejemplo clásico de la visión de una artista siendo limitada por un guardián corporativo cuyo modelo de negocio no era adecuado para el género.
Thought Box (Podcast)
La experiencia con The Break parece haber reforzado la preferencia innata de Wolf por el control creativo. Su principal producción actual, el podcast semanal Thought Box, representa la máxima expresión de este deseo. El podcast funciona como su sala de guionistas personal y pública. Cada semana, desarrolla e interpreta aproximadamente 30 minutos de material de actualidad completamente nuevo, a menudo grabado frente a una audiencia en vivo en Cataluña, donde ahora pasa gran parte de su tiempo.
Este formato proporciona un canal directo y sin filtros con su audiencia, permitiéndole probar ideas, pulir chistes y comentar el ciclo de noticias sin ninguna supervisión de la cadena ni restricciones corporativas. Ha descrito el podcast como su versión de un monólogo de late night «sin patrocinadores ni cadena a la que rendir cuentas», donde puede presentar su «punto de vista sin filtros». Este paso de un programa controlado por una cadena a un podcast de producción propia es el punto final lógico de toda su trayectoria profesional: desde el caos colaborativo de la improvisación hasta la precisión autocrática del monólogo, y finalmente a una plataforma que le otorga una independencia artística completa y total.
La loba en 2025 y más allá
Hoy, Michelle Wolf es una artista internacional consolidada, una cómica global que encabeza teatros y clubes de comedia en todo el mundo. Dividir su tiempo entre Europa y Estados Unidos le ha proporcionado una nueva lente a través de la cual ver la cultura estadounidense, añadiendo otra capa de profundidad a su ya incisivo comentario. Sus recientes cambios de vida —convertirse en esposa y madre de su primer hijo a finales de 2023, con un segundo en camino en 2025— también han influido profundamente en su trabajo.
Lejos de suavizar su estilo, la maternidad parece haber amplificado su «ira latente» ante la hipocresía social y la desigualdad de género. Su material reciente entrelaza lo profundamente personal y lo político, abordando las realidades del embarazo y la maternidad con la misma honestidad implacable que una vez reservó para la élite de Washington. Encuentra lo universal en lo específico, transformando experiencias personales en agudas críticas a una sociedad que todavía se siente incómoda con las realidades de la vida de las mujeres.
Su legado está ahora asegurado, extendiéndose mucho más allá de la única actuación que la hizo famosa. La Cena de Corresponsales de la Casa Blanca de 2018 no fue la suma de su carrera, sino el momento en que el mundo se vio obligado a enfrentarse a una voz que se había estado afilando durante una década. Sigue siendo una de las cómicas más vitales, influyentes e intransigentes de su generación, definida por su meticulosa elaboración de chistes, su enfoque intrépido de los tabúes y su insistencia a lo largo de su carrera en definirse a sí misma en sus propios términos. A través de sus giras con entradas agotadas, sus innovadores especiales y su podcast semanal sin filtros, Michelle Wolf continúa demostrando que es, como declaró una vez The Village Voice, «la voz que la comedia necesita ahora mismo».
