En el corazón de Río de Janeiro, un imperio criminal construido sobre el juego ilegal está al borde del colapso. La nueva serie de ficción de Netflix, Los dueños del juego, sumerge a la audiencia en los bajos fondos de la ciudad, un mundo gobernado por familias poderosas cuya hegemonía se ve repentinamente amenazada. El epicentro de su poder es el «jogo do bicho», una lotería clandestina profundamente arraigada en la cultura local, pero el ecosistema que la sostiene enfrenta una crisis existencial provocada por dos fuerzas disruptivas e implacables.
El primer catalizador del caos es una amenaza interna y legislativa: la inminente legalización del juego en Brasil. Esta medida gubernamental promete destruir el viejo orden, despojando a los sindicatos criminales de la ilegalidad que les otorga el monopolio y el poder. Simultáneamente, una amenaza externa se cierne sobre el mercado local: el interés de un sindicato del crimen organizado extranjero que busca apoderarse del próspero negocio clandestino de Río. Atrapados entre la legitimación de su industria y una invasión hostil, los jugadores de toda la vida se ven obligados a una lucha desesperada por mantener intactos sus imperios.
El título original de la serie, «Contravenção», ofrece una clave temática fundamental. La palabra se traduce como «infracción», «violación» o, más específicamente, un «delito menor». Esto sugiere que los personajes operan bajo un código donde su actividad ilegal es vista como una simple falta administrativa, mientras que las verdaderas transgresiones son las que se cometen contra la lealtad y la familia. Esta tensión se subraya en el avance de la serie, donde se declara un principio fundamental del submundo: «la traición es peor que el asesinato». La narrativa no se centra únicamente en la lucha contra la ley, sino en la violación de los códigos no escritos que sostienen su mundo, justo cuando la definición misma de legalidad está a punto de cambiar para siempre.
El Corazón del Conflicto: El ‘Jogo do Bicho’
Para entender la magnitud del conflicto en Los dueños del juego, es crucial comprender el fenómeno que está en su centro: el ‘jogo do bicho’. Lejos de ser un simple juego de azar, es una institución cultural profundamente arraigada en el tejido social de Brasil, especialmente en Río de Janeiro. Creado en 1892 por el Barón João Batista Viana Drummond como una estrategia para atraer visitantes al zoológico de la ciudad, el juego se popularizó rápidamente por su simplicidad: los jugadores apuestan a uno de los 25 animales, cada uno asociado a una serie de números.
A pesar de haber sido declarado ilegal y tipificado como delito menor en 1941, el ‘jogo do bicho’ no solo sobrevivió, sino que prosperó en la clandestinidad, convirtiéndose en un pilar de la economía informal. Se estima que genera miles de millones de reales al año y ha llegado a emplear a decenas de miles de personas, operando como una vasta red descentralizada controlada por los ‘bicheiros’ o ‘banqueros’. Estas figuras se convirtieron en líderes comunitarios influyentes, a menudo vistos como benefactores que financiaban desde eventos sociales hasta las famosas escuelas de samba del Carnaval de Río, consolidando su poder a través de la lealtad y el miedo.
Sin embargo, esta aura romántica de «crimen popular» esconde una realidad más oscura. El juego ha sido históricamente un vehículo para la corrupción, el blanqueo de capitales y la violencia, dando lugar a lo que algunos fiscales han descrito como una auténtica «mafia brasileña». Es en este complejo ecosistema —mitad institución cultural, mitad imperio criminal— donde se libra la batalla por el poder en Los dueños del juego, una lucha que no es solo por el control de un negocio, sino por el alma de una tradición carioca.
El Ascenso del Profeta: El Disruptor
En medio de este torbellino de cambio e incertidumbre, emerge una nueva figura destinada a sacudir los cimientos del poder: Profeta. Proveniente de la periferia de Río de Janeiro, concretamente de Campos dos Goytacazes, Profeta es un contendiente que amenaza con apoderarse de todo. Es el hijo de Nélio (Adriano Garib) y hermano de Nelinho (Pedro Lamin) y Esqueleto (Ruan Aguiar), pero su ambición es singular y arrolladora: demostrarle a su padre y al mundo que «nació para liderar».
Su ascenso no se basa en la fuerza bruta, sino en sus habilidades innatas como «un estratega nato con un don para la persuasión». Este perfil lo posiciona como un disruptor intelectual, alguien que comprende las oportunidades que surgen del caos mientras las familias establecidas se aferran a un pasado que se desvanece. Su nombre, Profeta, no es una coincidencia; implica una capacidad para ver el futuro, para anticipar el nuevo orden del crimen en Río y posicionarse para definirlo. Mientras los demás luchan por preservar el viejo juego, él parece decidido a crear las reglas del nuevo. Su estilo estratégico y carismático lo convierte en una amenaza impredecible para las dinastías establecidas.
El papel es interpretado por André Lamoglia, un actor conocido por su participación en el drama adolescente de Netflix Élite. Esta elección de casting sugiere un esfuerzo por atraer a una audiencia más joven a un género tradicionalmente adulto, presentando a Profeta como un antihéroe complejo y carismático. Su condición de forastero, un hombre de las afueras que necesita demostrar su valía, establece un conflicto clásico de ascenso social y criminal, enfrentando al hombre hecho a sí mismo contra un sistema dinástico y arraigado que lo ve como un simple advenedizo.
Dinastías en Guerra: Las Familias del Poder
El control del submundo de Río de Janeiro está en manos de cuatro familias rivales, cada una con sus propias tradiciones, ambiciones y conflictos internos. La serie explora la compleja red de alianzas y traiciones que las une y las separa, destacando la división ideológica entre la tradición y la modernidad.
La Vieja Guardia: El Clan Fernandez
Esta familia representa «la vieja guardia del hampa, con todas sus tradiciones y logros». Su principal objetivo es preservar el statu quo y mantener el poder a toda costa. Al frente se encuentra el patriarca Galego Fernandez (Chico Diaz), un jefe acostumbrado a «dar órdenes y tomar las decisiones». Su estilo de poder es autoritario y tradicional, centrado en mantener las viejas costumbres que les han garantizado el dominio durante años. Junto a él está su esposa, Leila (Juliana Paes), quien, aunque permanece en la sombra de su marido, «mueve los hilos como una reina», insinuando una compleja dinámica de poder interna y ambiciones ocultas. El clan se completa con su hijo Santiago (Henrique Barreira) y su hermano Xavier (Otávio Muller), lo que abre la puerta a posibles luchas por la sucesión.
La Nueva Sangre: El Imperio Guerra
En el lado opuesto del espectro se encuentra la familia Guerra, una «nueva generación que busca modernizar el jogo do bicho». Este clan se define por su ambición audaz y una intensa rivalidad interna. Su enfoque agresivo y despiadado contrasta directamente con el de la vieja guardia, buscando la modernización del negocio sin importar el coste. El poder lo ostenta Búfalo (Xamã), un exluchador de MMA que se casó con una de las herederas y asumió el control del negocio familiar. Su esposa, Suzana Guerra (Giullia Buscaccio), es descrita como «ambiciosa y astuta», dispuesta a destruir a su propia familia si es necesario. Su rival es su propia hermana, Mirna Guerra (Mel Maia), quien es «articulada y con mentalidad empresarial» como su padre, el visionario pero enfermo Jorge Guerra (Roberto Pirillo).
Otros Jugadores en el Tablero
Para ilustrar la fragilidad del poder en este mundo, la serie presenta a la familia Saad. Su heredero, Renzo (Bruno Mazzeo), fue «emboscado y arrestado» antes de poder asumir el control, y ahora espera su oportunidad para regresar mientras su tío Marcinho (Tuca Andrada) actúa como intermediario temporal entre los capos. Este clan debilitado juega un papel pasivo e intermediario, manteniendo su lugar en el tablero mientras esperan una oportunidad para recuperar su antigua influencia.
Choque de Titanes: Rivalidades que Definen la Guerra
La lucha por el poder en Río no es abstracta; se materializa en enfrentamientos personales y de alto riesgo que definen el curso de la guerra. Los materiales promocionales de la serie destacan tres rivalidades clave que sirven como motores dramáticos de la trama.
La Corona en Disputa: Profeta vs. Búfalo
Este es el conflicto central por el trono. Enfrenta a Profeta, el estratega de la periferia, contra Búfalo, el exluchador de MMA que obtuvo su poder a través del matrimonio. Es una clásica dinámica de cerebro contra músculo, pero también una batalla por la legitimidad. Profeta busca demostrar que nació para liderar, mientras que Búfalo lucha por ganarse el respeto de la vieja guardia y consolidar un poder que no heredó por sangre. Solo hay una corona, y ambos están dispuestos a todo para reclamarla.
La Herencia Sangrienta: Mirna Guerra vs. Suzana Guerra
Tan brutal como las guerras externas es el conflicto que se libra dentro del Imperio Guerra. La rivalidad entre las hermanas Mirna y Suzana por el control del negocio familiar explora temas de ambición y poder femenino en un mundo patriarcal. Mirna, articulada y con visión para los negocios como su padre, representa una vía más estratégica. Suzana, en cambio, es astuta y despiadada, dispuesta a «destruir a su propia carne y sangre si es necesario». Su enfrentamiento determinará no solo quién liderará a la familia, sino también qué tipo de poder prevalecerá en la nueva era.
El Poder en la Sombra: Galego Fernandez vs. Leila Fernandez
Dentro de la aparentemente monolítica vieja guardia, se gesta una rivalidad más sutil pero igualmente potente. La dinámica entre el jefe visible, Galego, y su esposa Leila, que «mueve los hilos como una reina», sugiere que el verdadero poder del clan tradicionalista podría no estar donde parece. Este conflicto interno insinúa la posibilidad de una traición en el corazón de la familia más establecida, reforzando la idea de que en su mundo, la traición puede ser peor que el asesinato.
Detrás de las Cámaras: La Creación de un Mundo Mafioso
Los dueños del juego es una producción de Paranoïd, con un equipo creativo liderado por Heitor Dhalia, Bernardo Barcellos y Bruno Passeri. Barcellos también firma el guion, mientras que la dirección corre a cargo de Dhalia, Rafael Miranda Fejes y Matias Mariani.
La serie ocupa un lugar estratégico en los planes de la plataforma, ya que se presenta como la producción que introduce la «línea de producciones de mafia» de Netflix Brasil. Esto la posiciona como una serie insignia destinada a construir un subgénero específico con un sello de autenticidad local. La producción busca llevar a la pantalla un «sabor auténtico de Río de Janeiro» combinado con «toques de melodrama» para atraer a una audiencia global. La participación de Heitor Dhalia, creador de la también serie de Netflix Criminal Code, es significativa. Sugiere una estrategia de Netflix para invertir en un creador de probada eficacia para desarrollar un universo cohesivo de historias criminales brasileñas, creando una marca de contenido reconocible para los espectadores.
Fecha de Estreno
Para dar vida a esta compleja red de ambición, traición y lazos familiares, la producción ha reunido a un reparto de primer nivel. El elenco principal está encabezado por André Lamoglia, Chico Diaz, Giullia Buscaccio, Juliana Paes, Mel Maia y Xamã. A ellos se une un destacado grupo de actores de reparto que incluye a Adriano Garib, Bruno Mazzeo, Dandara Mariana, Igor Fernandez, Pedro Lamin, Ruan Aguiar, Stepan Nercessian y Tuca Andrada, completando un elenco estelar para esta épica batalla por el poder.
La serie, de género crimen y drama, se estrena en Netflix el 29 de octubre.

