En la cacofonía del debate estadounidense sobre la violencia armada —un paisaje a menudo dominado por gritos, estancamientos políticos y la repetición adormecedora de estadísticas— un nuevo documental en Netflix elige un camino diferente. Elige el silencio. Elige la quietud de una habitación dejada exactamente como estaba la mañana en que un niño salió para la escuela y nunca regresó.
Dirigido por el cineasta nominado al Oscar Joshua Seftel («Stranger at the Gate»), la película es la culminación de un proyecto de pasión de siete años del veterano corresponsal de CBS News Steve Hartman y el fotógrafo Lou Bopp. Juntos, han creado una meditación visual sobre la ausencia, la memoria y las ondas invisibles de una epidemia que cobra más vidas jóvenes en Estados Unidos que cualquier otra causa.
La arquitectura del duelo
La premisa de «Todas las habitaciones vacías» es devastadoramente simple. Hartman y Bopp viajaron por todo Estados Unidos para visitar a familias que han perdido hijos en tiroteos escolares. No fueron para discutir políticas o leyes. Fueron para ver las habitaciones.
Los dormitorios de estos niños —Alyssa Alhadeff, Charlotte Bacon, Dominic Blackwell, Jackie Cazares, Luke Hoyer, Gracie Muehlberger, Carmen Schentrup y Hallie Scruggs— se conservan como espacios sagrados. Son cápsulas del tiempo congeladas en el instante trágico de la pérdida. Un par de zapatillas tiradas junto a la puerta, una tarea a medio terminar, pósters de bandas que ya se han separado, ropa que nunca se volverá a usar.
«Estas habitaciones silenciosas revelan verdades más poderosas de lo que las estadísticas jamás podrían», afirma la sinopsis de la película. Y, de hecho, el poder del documental reside en su negativa a apartar la mirada del vacío. Al centrarse en los espacios que habitaron estos niños, la película obliga al espectador a confrontar la magnitud de la vida que se vivió allí y la enormidad de la vida que fue robada.
Un cambio de rumbo para Steve Hartman
Para el público familiarizado con Steve Hartman, «Todas las habitaciones vacías» representa un cambio significativo. Hartman es querido por sus segmentos «On the Road» para CBS News, historias conmovedoras que encuentran lo bueno en la humanidad y a menudo dejan a los espectadores con una sonrisa. Este proyecto, sin embargo, fue una búsqueda secreta, un «proyecto de pasión» emprendido sin el conocimiento de sus jefes en la cadena.
Alejándose del ritmo de las «buenas noticias», Hartman se sumerge en la más profunda de las heridas nacionales. Sin embargo, su empatía característica permanece intacta. Su presencia en la película no es la de un reportero duro persiguiendo una primicia, sino la de un testigo que sostiene un espacio para el duelo. Su colaboración con Lou Bopp, cuya fotografía captura la textura de la pérdida con una claridad inquietante, eleva la película de un reportaje de noticias a una obra de arte.
La lente de Bopp trata cada objeto con reverencia. Un animal de peluche, un trofeo, un escritorio desordenado; estos no son solo accesorios en una tragedia; son evidencia de existencia. La cinematografía de Matt Porwoll subraya aún más esta intimidad, permitiendo a la audiencia sentir el silencio de las habitaciones, un silencio que grita más fuerte que cualquier protesta.
Un impacto crítico y emocional
Desde su estreno mundial en el 52º Festival de Cine de Telluride en agosto de 2025 y su posterior proyección en el Festival Internacional de Cine de Toronto, «Todas las habitaciones vacías» ha cosechado elogios de la crítica. Ha sido descrita por el cineasta Adam McKay como «un golpe en el estómago y muy poderosa», y por el director Alexander Payne como «un retrato de Estados Unidos, de la humanidad».
Los críticos han elogiado la dirección de Seftel por su moderación. En un género que puede caer fácilmente en el sensacionalismo o el didactismo, Seftel confía en el tema. Confía en que la imagen de una cama vacía habla por sí misma. La película ya ha sido nominada para un premio Critics Choice y ganó el Premio Subject Matter en el Festival Internacional de Cine de los Hamptons.
Pero más allá de los premios, el verdadero impacto de la película se mide en la respuesta emocional de su audiencia. Los espectadores describen la experiencia de verla como transformadora: una confrontación difícil pero necesaria con la realidad. Desafía la «normalización» de los tiroteos escolares al volver a centrar la narrativa en el costo humano individual.
Los rostros de los perdidos
El documental está dedicado a las víctimas cuyas habitaciones se presentan, abarcando tragedias desde Sandy Hook hasta Parkland, Santa Clarita, Uvalde y Nashville.
- Charlotte Bacon (6), asesinada en Sandy Hook, cuya habitación aún conserva la inocencia del jardín de infancia.
- Alyssa Alhadeff (14), Luke Hoyer (15) y Carmen Schentrup (16), víctimas del tiroteo de Parkland, cuyos santuarios adolescentes están llenos de sueños de futuros que nunca llegaron.
- Dominic Blackwell (14) y Gracie Muehlberger (15), de la escuela secundaria Saugus, cuyas habitaciones capturan el caos vibrante de la adolescencia.
- Jackie Cazares (9), de Uvalde, y Hallie Scruggs (9), de Nashville, cuyos espacios nos recuerdan la insoportable vulnerabilidad de las víctimas más jóvenes.
Cada habitación cuenta una historia diferente, pero todas comparten el mismo final. La película teje estas narrativas individuales en un tapiz colectivo de pérdida que abarca toda la nación.
Un llamado a ser testigos
«Todas las habitaciones vacías» no es algo fácil de ver. No es «contenido» para consumir a la ligera. Es una exigencia de ser testigos. Al lanzar esta película en una plataforma global como Netflix, los cineastas se aseguran de que estos niños no se reduzcan a nombres en una lista o fechas en una línea de tiempo. Están invitando al mundo a sus hogares, a sus santuarios privados, para verlos como sus padres todavía los ven: presentes en su ausencia.
A medida que pasan los créditos y la pantalla se funde a negro, el espectador se queda con la imagen persistente de esos espacios vacíos. Es un recordatorio inquietante de que, mientras el ciclo de noticias avanza y los debates políticos continúan, para estas familias, la habitación permanece vacía. Y en ese vacío, hay una súplica por un mundo donde no se agreguen más habitaciones a esta trágica galería.
«Todas las habitaciones vacías» se transmite en Netflix a partir del 1 de diciembre de 2025.

