Zulu Club: De vuelta a las calles: El nuevo documental de Netflix narra un siglo de resiliencia del Zulu Club de Nueva Orleans

19 junio 2025 3:53 AM EDT
Zulu Club: De vuelta a las calles - Netflix
Zulu Club: De vuelta a las calles - Netflix

Un nuevo documental ofrece un retrato íntimo y actual de la hermandad y la comunidad negra a través de un acceso sin precedentes a una de las instituciones culturales más veneradas de Nueva Orleans. La película, titulada «Zulu Club: De vuelta a las calles», sigue a los miembros del Zulu Social Aid & Pleasure Club, la primera y más histórica «krewe» (comparsa) negra del Mardi Gras de la ciudad, mientras luchan contra enormes adversidades. Con una duración de unos 90 minutos, el documental centra su narrativa en el decidido esfuerzo del club por devolver su icónico desfile a las calles para el día de Mardi Gras de 2022. Aunque la historia está profundamente arraigada en el terreno cultural de Nueva Orleans, su exploración de cómo una comunidad preserva la tradición, la identidad y la alegría frente a obstáculos abrumadores cuenta una historia universal de resistencia humana. La película utiliza el objetivo concreto de un único desfile como vehículo para explorar temas mucho más amplios, convirtiendo una historia hiperlocal en un drama humano de alcance universal.

Una comunidad puesta a prueba por crisis acumuladas

El documental detalla meticulosamente la serie de crisis que amenazaron no solo el desfile de Zulu de 2022, sino el tejido mismo del club. La narración se enmarca en el contexto de una pandemia mundial que afectó de forma desproporcionada a la comunidad negra de Nueva Orleans, poniendo de manifiesto las desigualdades sistémicas del sistema sanitario. El Zulu Club, una hermandad de más de 800 hombres, sufrió una pérdida inmensa: dieciséis de sus miembros fallecieron después de que más de setenta contrajeran el virus de la COVID-19. A esta crisis de salud pública se sumaron la devastación del huracán Ida y la persistente tragedia de la violencia armada, que también se cobró la vida de miembros del club. La película conecta estos retos actuales con las pruebas pasadas del club, como la inundación de su sede durante el huracán Katrina, presentando la lucha por desfilar en 2022 como el último capítulo de una saga centenaria de perseverancia. A través del poderoso testimonio de miembros como Terrence Rice, la película va más allá de la celebración cultural para plantear agudas preguntas sobre el sueño americano. Su emotivo comentario sobre la lucha por hacer todo bien solo para que «te pisoteen cada día de tu vida» eleva la cuestión central de la película, que pasa de ser si el desfile tendrá lugar a por qué esta comunidad debe luchar constantemente con tanta fuerza simplemente para existir y sentir alegría. El documental, que incluye advertencias de contenido sobre racismo, clasismo y muerte, retrata en última instancia a una comunidad que, incluso en sus momentos más oscuros, se aferra a la filosofía de «dejar que los buenos tiempos fluyan».

Los orígenes de un club social y de recreo

Para comprender la capacidad de resistencia del club, la película profundiza en sus orígenes, que se remontan a 1909. Comenzó como un grupo de marcha de trabajadores conocido como «The Tramps» (Los Vagabundos), que desfilaba con una irreverencia desenfadada. El primer rey, William Story, llevaba una corona hecha con una lata de manteca y un tallo de plátano como cetro. Un momento crucial se produjo cuando los miembros vieron un número de vodevil titulado «Nunca hubo ni habrá un rey como yo». Inspirado en el tema africano de la actuación, el grupo adoptó el nombre de «Zulu». En 1916, la organización se constituyó formalmente como Zulu Social Aid & Pleasure Club. Este nombre era una declaración de intenciones. El club se inspiró en las asociaciones benéficas afroamericanas, esenciales para la supervivencia en los siglos XIX y principios del XX, que proporcionaban a sus miembros servicios cruciales como los gastos funerarios y la ayuda económica cuando las instituciones oficiales les negaban dicho apoyo. Los primeros desfiles fueron patrocinados por empresas de propiedad negra, entre las que destacan las funerarias Gertrude Geddes Willis. Este propósito fundacional —primero como sociedad de ayuda mutua y después como comparsa de desfile— se presenta como la clave de la longevidad del club y de su arraigada autoridad en la comunidad de Nueva Orleans.

Un legado forjado en la tradición y la controversia

El documental desgrana cuidadosamente las tradiciones más icónicas y complejas del club, revelándolas como producto de la necesidad económica y de la política racial. La película aborda el controvertido uso del maquillaje «blackface», explicando su origen en los espectáculos de vodevil, donde era una práctica habitual tanto para artistas blancos como negros. También fue una solución práctica para los primeros miembros que no podían permitirse las elaboradas máscaras que llevaban otras comparsas. El documental presenta la interpretación moderna de esta práctica como un acto de empoderamiento, una forma de reapropiarse y burlarse del racismo que en su día simbolizó. Del mismo modo, la tradición de lanzar cocos decorados comenzó porque la comparsa no podía permitirse las costosas cuentas de cristal de las comparsas blancas más ricas. Los miembros, muchos de los cuales trabajaban en los mercados del Barrio Francés, podían conseguir cocos —e, inicialmente, nueces aún más baratas— a bajo coste. Estas tradiciones, nacidas de las limitaciones, se convirtieron en símbolos indelebles de la identidad del club. La película también detalla la evolución de los personajes del desfile —incluidos el Rey, el Médico Brujo y Mr. Big Stuff— y sus roles de género. De 1923 a 1933, los miembros masculinos se disfrazaban de reina zulú, pero en 1948, Zulu se convirtió en la primera comparsa en presentar a una reina desfilando en su propia carroza.

De paria a pilar de la comunidad

La película narra el extraordinario viaje del club a través del siglo XX. Un momento de gran reconocimiento llegó cuando la leyenda del jazz Louis «Satchmo» Armstrong, que lo consideró uno de sus mayores honores, reinó como Rey Zulú en 1949. Sin embargo, durante el movimiento por los derechos civiles de los años 60, el club se enfrentó a una crisis. Sus tradiciones, en particular el «blackface», fueron criticadas por muchos en la comunidad negra por considerarlas denigrantes. Ante los llamamientos al boicot, el número de miembros se redujo a tan solo dieciséis. Un punto de inflexión se produjo en 1969, cuando la ciudad concedió a Zulu permiso para desfilar por Canal Street, la gran avenida reservada históricamente a las comparsas blancas, lo que supuso una importante victoria para los derechos civiles. Esta evolución queda poderosamente simbolizada por la historia de Ernest «Dutch» Morial. Como líder de la NAACP, Morial había apoyado los boicots; años más tarde, como primer alcalde negro de Nueva Orleans, se convirtió en un «orgulloso y activo miembro» del club. En las décadas siguientes, Zulu revitalizó su misión de «ayuda social», organizando recaudaciones de fondos para la investigación de la anemia falciforme, alimentando a los necesitados y estableciendo programas de divulgación para jóvenes y un coro de góspel, consolidando así su estatus como pilar de la comunidad.

La visión detrás de la cámara

«Zulu Club: De vuelta a las calles» es el primer largometraje como director de Matthew O. Henderson, un neoyorquino con más de quince años de experiencia como productor y operador de cámara. Su filosofía cinematográfica declarada es «contar la historia que encuentras, no la que esperas encontrar», un enfoque que confiere a la película un estilo observacional y de cinéma vérité. Esta perspectiva íntima se equilibra con la participación de un equipo de productores que incluye a Fisher Stevens, un documentalista ganador de un Oscar conocido por su trabajo sobre activismo político y medioambiental. El proyecto está respaldado por un consorcio de productoras, entre ellas HartBeat Productions, Impact Partners y la empresa Gusto Moving Pictures, con sede en Nueva Orleans, que prestó servicios de producción local. Tras su estreno mundial en el Festival de Cine SXSW, el documental fue celebrado como selección oficial en otros festivales destacados, como el Festival de Cine de Nueva Orleans, lo que indica su relevancia en el panorama documental.

En definitiva, la película es un documento cultural vital, un acto de preservación histórica que codifica las complejas tradiciones e historias orales del Zulu Social Aid & Pleasure Club para una nueva generación. Al entrelazar el profundo pasado del club con su urgente presente, «Zulu Club: De vuelta a las calles» cuenta una historia que es a la vez única de Nueva Orleans y universal en sus poderosos temas de comunidad, historia y la inquebrantable perseverancia del espíritu humano.

El documental se estrena en Netflix el 19 de junio.

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