Los pingüinos son habituales en los zoológicos, los acuarios y en innumerables películas, y parecen familiares y fáciles de entender. Sin embargo, bajo esta apariencia familiar se esconde un mundo de sorprendente complejidad, resistencia y lucha, gran parte del cual ha permanecido oculto hasta ahora. La ambiciosa miniserie documental de tres episodios de National Geographic, “Secretos de los Pingüinos”, descubre las capas que envuelven a estas queridas aves, revelando comportamientos sorprendentes nunca antes capturados en película y transmitiendo un conmovedor mensaje sobre su lucha por la supervivencia en un planeta en rápida evolución.
Lanzada en torno al Día de la Tierra de 2024, precisamente dos décadas después de que la icónica y ganadora de un Óscar «La Marcha de los Pingüinos» cautivara al público de todo el mundo, esta nueva serie pretende redefinir nuestra comprensión de estas criaturas. Constituye el último capítulo de la franquicia «Secrets of…» de National Geographic, ganadora de un Emmy, que anteriormente ha explorado las vidas ocultas de las ballenas, los elefantes y los pulpos. Respaldada por el formidable poder de producción del explorador de National Geographic y cineasta ganador de un Óscar James Cameron, y narrada por la actriz Blake Lively, la serie aprovecha el importante poder de las estrellas y la confianza que inspira la marca Nat Geo.
Un mundo de pingüinos: más allá del hielo antártico
“Secretos de los Pingüinos” rompe inmediatamente la imagen monolítica del pingüino confinado a los paisajes helados de la Antártida. La serie se embarca en una expedición global que muestra la extraordinaria diversidad de la familia de los pingüinos y su sorprendente capacidad de adaptación a entornos muy diferentes.
Mientras que los majestuosos pingüinos emperador (Aptenodytes forsteri), la especie más grande y quizás más emblemática, ocupan un lugar destacado en su extremo hogar antártico (filmado en lugares como la bahía de Atka y la plataforma de hielo Ekström), la narración se extiende mucho más allá del hielo polar. Los espectadores viajan al ecuador para contemplar a los pingüinos de Galápagos (Spheniscus mendiculus) prosperando entre rocas volcánicas y cactus, empleando estrategias de supervivencia únicas en su hábitat tropical.
La serie se aventura en las costas de África, revelando a los pingüinos africanos (Spheniscus demersus) navegando entre los retos de las cuevas desérticas de Namibia y las bulliciosas calles cercanas a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Más al sur, en el tempestuoso océano Austral, la atención se centra en los «rebeldes» y «arriesgados»: los pingüinos papúa (Pygoscelis papua), los pingüinos de penacho amarillo (Eudyptes chrysocome/chrysolophus) y los pingüinos macaroni (Eudyptes chrysolophus), filmados en islas remotas y azotadas por el viento, como Georgia del Sur. Incluso los pingüinos Adelia (Pygoscelis adeliae) hacen su aparición, principalmente en el contexto de su vulnerabilidad a los cambios climáticos de la Antártida.
Esta muestra deliberada de la diversidad geográfica y de especies tiene un propósito narrativo crucial. Al presentar a los pingüinos prosperando —o luchando por sobrevivir— en desiertos, trópicos y periferias urbanas, la serie contrarresta activamente el estereotipo simplista y helado. Replantea la adaptabilidad y el ingenio, y no solo la tolerancia al frío, como características definitorias de los pingüinos, lo que obliga al público a reconsiderar su comprensión de estas aves.
Maravillas nunca vistas: desvelando los secretos de los pingüinos
“Secretos de los Pingüinos” ofrece imágenes verdaderamente innovadoras, que capturan comportamientos hasta ahora desconocidos o sobre los que los científicos solo habían especulado.
La revelación más difundida es el asombroso salto al vacío de los pingüinos emperador. Filmada en la bahía de Atka, en la Antártida, la secuencia documenta cómo cientos de polluelos, tras tomar un «giro equivocado» en su primer viaje al mar, se congregan al borde de un precipicio de hielo de 15 metros de altura. Este comportamiento, nunca antes filmado para la televisión, muestra a los polluelos lanzándose al helado océano que se encuentra muy por debajo, en lo que es su primer baño.
Otro «secreto» notable es la práctica parental de los pingüinos emperador. Las cámaras capturan parejas emparejadas, posiblemente aquellas que no han tenido éxito en la reproducción esa temporada, practicando meticulosamente la delicada transferencia de un trozo de hielo o nieve del tamaño de un huevo entre sus patas. Este aparente ensayo pone de relieve su inventiva social y su capacidad de planificación, demostrando su capacidad de aprendizaje y preparación para mejorar el éxito reproductivo en el futuro.
La serie también revela las astutas tácticas de los pingüinos de Galápagos, a los que se observa «atacando» a aves más grandes, como pelícanos, y arrebatándoles el pescado directamente del pico para agilizar el proceso de caza. Además, documenta las estrategias de caza cooperativa entre pingüinos con bandas (como los africanos o los de Galápagos), en las que grupos trabajan juntos para reunir a los peces en densas «bolas de cebo», lo que aumenta drásticamente su éxito en la búsqueda de alimento en comparación con la caza en solitario.
Estos comportamientos documentados, junto con otras habilidades sociales recientemente observadas y «vínculos de amistad reveladores», ofrecen nuevos y significativos conocimientos sobre la inteligencia, la complejidad social y la adaptabilidad de los pingüinos.
La producción contó con la estrecha colaboración de más de 70 científicos de todo el mundo, cuyas investigaciones proporcionaron a menudo las pistas iniciales que guiaron a los cineastas hacia el descubrimiento de estos aspectos ocultos de la vida de los pingüinos.
El épico viaje detrás de la cámara: capturando los secretos
Llevar estos secretos a la pantalla fue una tarea monumental que exigió un compromiso extraordinario, tecnología de vanguardia y una inmensa paciencia por parte del equipo de producción. La serie se rodó durante dos años en todo el mundo, con la participación de un amplio equipo internacional de cineastas y científicos.
La magnitud del trabajo de campo queda patente en el primer episodio, centrado en los pingüinos emperador. Capturar su historia requirió la asombrosa cifra de 274 días de rodaje en la inhóspita plataforma de hielo Ekström, en la Antártida, una duración que supera con creces los rodajes habituales de fauna salvaje, que suelen durar entre cuatro y seis semanas. Un equipo de tres personas soportó este largo periodo en condiciones de aislamiento extremo y duras condiciones, acampando cerca de la colonia de 20 000 pingüinos. Esta inmensa inversión de tiempo, repetidamente destacada por el director de fotografía Bertie Gregory, se consideró esencial para ganarse la confianza, comprender los ritmos de los animales y estar presente en momentos impredecibles y únicos.
La producción fue una colaboración entre National Geographic y la galardonada productora Talesmith, conocida por ampliar los límites de la narración con nuevas tecnologías. La empresa Lightstorm Earth, de James Cameron, también contribuyó a la supervisión de la producción ejecutiva.
Bertie Gregory está en el centro de todo, director de fotografía de vida salvaje ganador de un premio BAFTA y un Emmy y explorador de National Geographic. Gregory es el narrador principal y guía a los espectadores por el mundo de los pingüinos con un entusiasmo contagioso y su gran experiencia. La serie está narrada por Blake Lively y Serena Davies es la productora de la serie.
La innovación en la tecnología de filmación fue fundamental. Los avanzados drones resultaron indispensables, especialmente para capturar eventos como el salto desde el acantilado. La mejora de los tiempos de vuelo permitió a los equipos permanecer en el aire durante horas, esperando pacientemente a que se desarrollara la acción, mientras que los potentes objetivos con zoom permitieron filmar desde la distancia, minimizando las molestias a la fauna. Gregory afirmó rotundamente que filmar el salto desde el acantilado habría sido imposible sin los drones.
A diferencia de muchos animales salvajes recelosos, los pingüinos de la mayoría de los lugares carecen de depredadores terrestres y a menudo no se inmutan ante la presencia humana. Esta característica biológica única permitió a los cineastas acercarse excepcionalmente con lentes gran angulares, capturando emociones y detalles crudos en un estilo que Gregory compara con el rodaje de un drama humano. Esta combinación del uso de la tecnología para la observación a distancia (drones) y el aprovechamiento de la audacia natural del sujeto para obtener primeros planos y perspectivas íntimas define el lenguaje visual distintivo de la serie, que ofrece tanto un gran espectáculo como una conexión personal. Otras adaptaciones tecnológicas incluyeron la prueba de cámaras en congeladores y el uso de cables modificados y resistentes para el frío extremo de la Antártida, junto con el empleo de Internet por satélite Starlink y sistemas de datos a medida para transmitir las imágenes desde lugares remotos.
Los retos eran inmensos: luchar contra el frío extremo, navegar por el traicionero hielo marino, soportar un aislamiento prolongado y acceder a lugares increíblemente remotos, como islas deshabitadas del océano Austral, a las que se tardaba semanas en llegar.
Pingüinos en primera línea: una historia sobre el cambio climático
“Secretos de los Pingüinos” no rehúye las duras realidades a las que se enfrentan sus protagonistas. El cambio climático está entretejido en la trama narrativa, presentado no como una amenaza lejana, sino como un desafío inmediato y existencial. Como afirma sin rodeos James Cameron: «No se pueden estudiar los pingüinos sin toparse con el cambio climático». Bertie Gregory observa que esta realidad es aún más evidente en esta serie que en las anteriores entregas de «Secrets of…», dado que muchas especies de pingüinos habitan en regiones polares y entornos costeros marginales muy vulnerables al calentamiento.
Los espectadores son testigos de cómo los polluelos de pingüinos emperador luchan por navegar entre el hielo marino que amenaza con arrastrarlos antes de que estén listos para nadar. Se establece una conexión explícita entre el acelerado deshielo de la Antártida y la supervivencia de especies que dependen del hielo, como los pingüinos emperador y Adelia, haciendo referencia a las devastadoras muertes masivas de polluelos relacionadas con la pérdida de hielo. También se muestra a los pingüinos buscando hogares adecuados en paisajes alterados por las condiciones ambientales cambiantes.
Se subraya el precario estado de conservación de muchas especies de pingüinos: más de la mitad de las 18 especies del mundo están clasificadas actualmente como en peligro de extinción o vulnerables. Las perspectivas para los pingüinos emperador son especialmente sombrías, ya que las proyecciones científicas advierten de que hasta el 70 % de las colonias podrían desaparecer para 2050, lo que podría llevar a la extinción de la especie para 2100 si persisten las tendencias actuales de calentamiento. Este sombrío pronóstico confiere urgencia a la misión de documentar sus vidas ahora. A la amenaza de la pérdida de hábitat se suma la aparición de enfermedades como el virus de la gripe aviar H5N1, que ha causado brotes devastadores en las colonias antárticas, situando a los pingüinos en la peligrosa encrucijada del cambio climático y los riesgos de pandemia.
Aves resistentes al límite
“Secretos de los Pingüinos” logra una síntesis notable: ofrece las impresionantes imágenes y el carisma que se esperan de un gran documental sobre la vida salvaje, al tiempo que amplía los límites del descubrimiento científico y la narración íntima. La serie equilibra los momentos de asombro —la inteligencia inesperada, las sorprendentes adaptaciones, los tiernos lazos familiares— con la cruda realidad de la supervivencia en entornos amenazados.
A través de la atractiva guía de Bertie Gregory y la narración de Blake Lively, los espectadores llegan a ver a los pingüinos no solo como curiosidades adorables, sino como los «animales increíblemente resistentes, resistentes y adaptables» que describe Gregory, que viven «al límite de su existencia».
Que lo disfrutéis.
Dónde ver «111111111111» (dependiendo de su ubicación)